sábado, 29 de noviembre de 2008

Gestación del cambio

Son muchos los incentivos que nos llevan a vivir inmersos en lo cotidiano. Su fuerza es tal que suele impedirnos ver los cambios que se producen a nuestro alrededor.

En paralelo, el pesimismo genético que nos condiciona, condiciona también nuestra capacidad para percibir esos cambios y, en su caso, para evaluarlos.

En estos 25 años de democracia los salteños fuimos capaces tanto de construir tres vigorosos motores económicos (a los que me he referido en columnas anteriores), como de alumbrar un movimiento artístico y cultural dotado de una poderosa carga de libertad y renovación.

Si bien anduvimos menos acertados a la hora de renovar nuestro régimen político, hay algunos indicios que abren puertas al optimismo.

La semana pasada, 800 personas inquietas se reunieron para escuchar a dos exponentes de la renovación espiritual y política que está gestándose en la Argentina.

Me refiero a don Sergio BERGMAN y a don Alfonso PRAT GAY que, dando muestras de inteligencia, resolvieron refundir actos pensados para que transcurrieran por separado.

Si este acontecimiento intelectual y político se hubiera celebrado en los años 60, sin ir mas lejos, su sede hubiera sido, con seguridad, el Club Universitario, y la audiencia no habría superado las 50 personas.

La masiva concurrencia de la semana pasada muestra que Salta vive un saludable clima donde la inquietud por escuchar ideas nuevas y la necesidad de encontrar argumentos para la esperanza, terminaran por crear las fuerzas que instaurarán el tiempo de la república en esta tierra cargada de potencialidades.

(Para FM Aries)

viernes, 28 de noviembre de 2008

La libertad de expresión y los niños

Somos pocos quienes recordamos a don Alejandro APOLD, el mago de la publicidad peronista de los años 50. Su capacidad para crear frases que conectaran con sentimientos profundos de los argentinos, fue proverbial.

A él se debe, seguramente, aquel apotegma que indica que “los únicos privilegiados son los niños”, que tuvo y tiene enorme potencial electoral.

Sin embargo, un cierto sector del progresismo local piensa que este privilegio se agota en los festejos del día del niño y en los regalos de reyes a cargo de las municipalidades, que encarnan la utopía del “Estado benefactor”.

Para esta corriente de pensamiento, la libertad de expresión está por encima de los derechos de los niños. En consecuencia, rechaza cualquier medida que, respetuosa de la primera libertad, pretenda resguardar a los niños.

Sucedió así en los años 70 cuando un valiente juez de la naciente democracia de entonces resolvió clausurar el cine Balcarce por exhibir ante una platea infantil la atroz película “Las colegialas se confiesan” plagada de escenas de zoofilia.

Y acaba de suceder en estos días a propósito de la sugerencia oficial de restringir la entrada de niños a una muestra de arte erótico que se exhibe en un museo público de nuestra ciudad.

Esta incapacidad para advertir que las libertades fundamentales deben ser armonizadas entre si allí donde surgen áreas de conflicto, acredita la condición rudimentaria de aquel sector del progresismo local.

Sus postulados contrastan con el progresismo liberal y social más avanzado, que ha descubierto, en Europa y en Estados Unidos, la necesidad de aquella armonización equilibrante, plasmándola en textos constitucionales y en las prácticas políticas cotidianas.

(Para FM Aries)

jueves, 27 de noviembre de 2008

Odios y homenajes

El odio es una enfermedad que afecta a las personas y a las sociedades humanas.

Si bien se trata de una enfermedad global y atávica, en la Argentina se presenta con matices especiales y evoluciona según ciclos históricos.

El hecho de que Salta, pese a todo, siga siendo un “pueblo chico” explica porqué el odio nace, crece y se reproduce de modo singular, consumiendo energías que orientadas hacia la fraternidad nos harían ricos y magnánimos.

Cuando el odio se infiltra en la religión, nacen las guerras santas. Cuando invade la política, emergen el subdesarrollo y los totalitarismos. Cuando se cree profético, como ocurriera aquí en los años 70, el crimen y la voluntad de exterminio recíproco suplantan al diálogo.

Hay un odio abierto y otro solapado. El primero se expresa en rostros, palabras, escritos y conductas altisonantes. El segundo corroe, silencioso, las mentes y los espíritus; transita por nuestras calles disfrazado de crítica, de ideologizado defensor de la verdad, luchando por aniquilar a la tolerancia.

Es la hidra maldita de la que habla Joaquín V. González en su luminoso libro “El juicio del siglo”. Es el discurso de Mefistófeles: “Soy el espíritu que siempre niega, pues todo lo que existe merece ser aniquilado. Por eso sería mejor que nada surgiera”.

Conociendo el paño, es que me ha llamado gratamente la atención la idea de rendir homenaje simultáneo a tres ilustres salteños que pensaron y piensan diferente, que actuaron en nuestro escenario político en papeles antagónicos.

Un peronista histórico (don Ricardo FALU), un comunista honrado, tenaz y perseguido (don Juan BENACHIO), y un demócrata federalista (don Carlos María Cornejo Costas) recibieron un merecido homenaje ante un auditorio exultante y plural.

(Para FM Aries)