martes, 13 de septiembre de 2011

El Sindicato oficial y el Gobierno

Armando Caro Figueroa, EX MINISTRO DE TRABAJO

"El gobierno no va a tocar la corporación sindical"

DIARIO RIO NEGRO 12/09/2011

El ex ministro de Trabajo Armando Caro Figueroa afirma que, de ser reelecta, Cristina va a mantener el sistema de monopolio gremial en manos de la CGT porque "al gobierno y a los propios empresarios les conviene el statu quo".

– ¿Existe una nueva relación del gobierno con la CGT a partir de algunas advertencias lanzadas por la presidenta hacia Hugo Moyano?

–No. El régimen sindical argentino (un sindicato reconocido con personería por actividad) es idéntico al iniciado en 1943 en el sentido de que depende del gobierno (a diferencia de los países europeos, donde existe autonomía). El Poder Ejecutivo conoce los métodos para encuadrar a los sindicatos en su política: aun cuando Moyano es muy poderoso, el gobierno le sabe marcar los límites mediante acciones judiciales o la amenaza de estatizar las obras sociales.

– ¿Es viable que esto último se lleve a la práctica?

–Aunque el gobierno lo podría hacer de facto (como hizo con los fondos jubilatorios), no creo que lo haga ni que sea conveniente. Pero por otro lado los recursos de las obras sociales son administrados con un control cercano a cero.

–¿La CGT no legitima su actuación en su representación de los trabajadores?

–Eso es una ficción. En un sistema con monopolio sindical centralizado los trabajadores no pueden votar la conducción de las obras sociales ni participar de la gestión, incluso el sindicato maneja recursos de dependientes no afiliados. Y sólo está afiliado a los gremios que integran la CGT el 35% de los asalariados. Además, los sindicatos no son un modelo de democracia interna.

–El kirchnerismo se había comprometido ante la CTA a conceder la libertad sindical, reconociendo su personería jurídica en igualdad de condiciones. Hay un fallo de la Corte Suprema, ¿por qué no se avanza?

–El sistema judicial argentino avanzó en un caso, pero el gobierno no va a ir más allá porque está muy cómodo con este esquema que le permite controlar a los sindicatos.

–¿Cuál es la principal característica del unicato sindical?

–El sindicalismo argentino es monolítico y homogéneo, con una especie de pacto consistente en reconocer a un sindicato oficial por industria, aunque con cobertura del gobierno Moyano pudo romper el esquema quitándoles afiliados a otros sectores. En esos casos no le preguntaron al trabajador si quiere pertenecer a camioneros, al gremio de comercio o a otro, sino al Ministerio de Trabajo.

–¿Considera que Moyano va a continuar al frente de la CGT hasta el fin de su mandato (julio del 2012)?

–Sí, mientras siga siendo funcional al gobierno. La presidenta no le tiene simpatía, pero por ahora no va a romper sino a administrar el conflicto.

–En el caso de un reemplazo se barajaron varios nombres...

–El reemplazante de Moyano puede o no ser cercano al moyanismo. Lo "importante" es que sea cercano a la presidenta. Recuerde que Perón, en 1953, eligió como secretario general de la CGT a José Espejo, portero del edificio donde vivía con Eva Perón. Quien quiera reemplazar a Moyano deberá demostrar que para una nueva etapa es más útil para el gobierno.

–En su época de ministro de Menem, ¿cómo se manejaba?

–Tuve varios interlocutores, como (Antonio) Casia o (Rodolfo) Daher. Pero cada vez que había un conflicto importante el presidente me pedía que hablara con (Jorge) Anzorregui (entonces titular de la SIDE). Anzorregui tenía una relación especial con Juan Manuel Palacios (UTA) y creo que fue su abogado. Menem, ante los reclamos de la OIT, intentó enviar un proyecto de desregulación sindical, pero finalmente todo se resolvía "políticamente".

–¿La CGT no es aliada de los gobiernos sólo cuando son de sesgo peronista?
–Hay tendencias contestatarias y la historia registra momentos de generalizada oposición (que coinciden con agudas crisis políticas), pero el modelo sindical argentino es, por definición, oficialista.

–¿El sistema de paritarias no significó un avance para los trabajadores?

–Sin duda, lo que ocurre es que el mecanismo se renovó a raíz de la devaluación, lo cual provocó que, al caer la estabilidad de precios, se tuvieran que renegociar salarios. Empero los salarios se pactan para una minoría ya que de 12 millones de asalariados menos de cuatro millones cuentan con convenios colectivos, el resto no tiene quién lo represente. Por otra parte, la negociación colectiva es solamente salarial. A las empresas no les interesa tener buenos convenios colectivos porque saben que si el sistema llega a un tope el gobierno devalúa; es un pacto no escrito. En cualquier lugar del mundo si a los empresarios les dicen que tienen que negociar sólo la pauta salarial, no las condiciones de trabajo (que se rigen por pautas de 1975), brindan con champagne...

–¿Qué pasa con la franja de desocupados y trabajadores en negro?

–El sindicalismo argentino, salvo la CTA, se desentendió de los desocupados. Le adjudicaron el "problema" al gobierno (así surgieron los piquetes), que va tapando las cosas con planes asistenciales. Se trata de planes transitorios, pero lo cierto es que el sistema funciona casi sin voces críticas.

–En la CTA parece haberse impuesto el ala oficialista de la mano de Hugo Yasky.

–Lo más penoso de los últimos años es que una experiencia de autonomía sindical terminara en manos del gobierno, el cual interfirió para dividirla cuando era un modelo de avanzada de acción sindical, más transparente y que pese a su representatividad fue excluida de las obras sociales.

–¿No existe el temor de que la CTA actué de modo descontrolado?

–En los gremios en que tiene predicamento se ha mostrado razonable, fue dura cuando peleaba por derechos como la personería.

–En definitiva, todos los sectores defienden el statu quo.

–En el monopolio gremial están de acuerdo los jefes sindicales actuales, desde Moyano, pasando por "los Gordos" como Luis Barrionuevo, así como el presidente de la Unión Industrial Argentina Ignacio De Mendiguren, porque el empresario puede moviendo los precios absorber demandas salariales, y desde luego el gobierno, que puede negociar entre bambalinas mencionando un índice de inflación manipulado pero manejando un techo hasta el cual puede acordar con Moyano y los industriales.

– ¿Observa que algún partido de la oposición cuestione este modelo cerrado?

–No lo he visto salvo en Hermes Binner, quien debería tener un proyecto de apertura ya que está acompañado por dirigentes como Víctor De Gennaro, uno de los pocos que todos estos años lucharon contra el monopolio sindical.

LA FLEXIBILIDAD LABORAL ANTES Y AHORA

Caro Figueroa, autor de numerosas obras (está por publicar un libro sobre derecho de huelga), se refirió a la flexibilización laboral que estuvo tan en boga en la década del 90 y en parte de la cual el entrevistado participó en la función pública siendo muy cercano a Domingo Cavallo, de quien fue candidato a vicepresidente.

–¿Cómo se explica el auge que a fines del siglo pasado tuvieron las ideas de flexibilización laboral? (contratos de trabajos temporarios con alta rotación).

–El sistema de flexibilización de los 90 era una consecuencia de la paridad cambiaria con alto costo laboral. Actualmente los países que se enfrentan con la estabilidad del euro atraviesan una situación similar. En nuestro caso la devaluación (y la inflación) es una flexibilización de hecho.

– ¿En los 90, desde el área laboral, se podía haber contado con alguna herramienta para frenar la alta desocupación o la misma fue un inevitable efecto de la política económica?

–Los programas de empleo que pusimos en marcha en los años 90 eran los que los expertos socialdemócratas recomendaban. Por supuesto la evolución del empleo dependía (y depende) de la marcha de la economía. Sobre todo de las reglas de la convertibilidad que la inmensa mayoría de los argentinos quería, por ese entonces, preservar. Discrepando de los abogados laboralistas locales (y de la "historia oficial" escrita por el kirchnerismo), pienso que la primera ley laboral es la ley monetaria. Una moneda devaluable permite "alegrías" en materia de negociación colectiva. Un tipo de cambio fijo exige disciplina y productividad. Lo están descubriendo los países mediterráneos adheridos al euro. La última reforma laboral del PSOE es muy parecida a la que intentamos en 1996 después del Acuerdo Marco.

CLAUDIO RABINOVITCH
crabinovitch@rionegro.com.ar

jueves, 25 de agosto de 2011

Vivienda, déficit y derechos

Las personas y las familias en riesgo de exclusión social, que lamentablemente constituyen legión en el norte argentino, requieren ser especialmente atendidas por el Estado y también por la solidaridad social a cargo de voluntarios y organizaciones no gubernamentales.

La Nación con recursos de todos, acertó al poner en marcha un programa para transferir rentas a las familias en función del número de hijos. Muchas ONG’S actúan en el norte socorriendo a quienes no pueden siquiera alimentarse adecuadamente. La red de centros públicos de salud atiende razonablemente bien a quienes no disponen de obra social. Otro tanto puede decirse de los servicios de educación en todos sus niveles.

Donde los recursos y programas de nuestro endeble Estado de Bienestar son harto insuficientes es en materia de vivienda y urbanismo. Por eso no debiera sorprender a nadie que la demanda de acceso a una vivienda y a servicios urbanos sea la protagonista de los graves enfrentamientos que se han producido en Jujuy y en otros puntos del norte argentino.

El Gobierno de Salta presta, a mi modo de ver, escasa atención a este grave problema. Es posible que ni siquiera haya cuantificado el déficit habitacional de los grandes núcleos urbanos y, como es evidente, actúa a remolque de los acontecimientos, por espasmos, y guidado siempre por sus mezquinas preocupaciones electoralistas.

El déficit de viviendas es, hoy por hoy, la manifestación más acuciante de la pobreza, y todo hace prever que los salteños afrontaremos una creciente oleada de conflictos sociales.

Invasión de tierras, ocupación de viviendas deshabitadas o en construcción, marchas, cortes de rutas e incluso otras manifestaciones de violencia movilizaran a quienes, desesperados por el hacinamiento o la carencia de un techo, decidan suplir la inercia oficial.

El Gobierno Provincial debería actuar en varias direcciones:

En primer lugar, despolitizar la gestión de Tierra y Hábitat y los planes de vivienda pública, regulando el acceso a la vivienda como un derecho social subjetivo.

En segundo lugar, obtener de la Nación los recursos necesarios para cubrir, en un plazo razonable, el déficit habitacional.

Inventariar las necesidades insatisfechas y la tierra urbanizable, es la tercera de las prioridades.

Mientras se avanza en este punto, la Provincia y los principales municipios deberían coordinar esfuerzos para dotar a los terrenos urbanizables de los servicios esenciales, terminando con la improvisación.

Pero, antes que nada, la ciudad de Salta está obligada a definir un Plan Regulador de su Crecimiento:

Saber si crecerá en guetos hacia el norte o hacia el sur, si fomentará un cinturón de asentamientos pobres, o si, por el contrario, procurará una ciudad cohesionada social y territorialmente.

miércoles, 17 de agosto de 2011

Sexo, natalidad y vivienda

Escucho que alguien acaba de proponer la entrega de preservativos en las escuelas a chicos y chicas de más de 13 años. Escucho también a una jefa de enfermeras de un hospital del norte de Salta explicar la oleada de maternidades de niñas y de adolescentes jóvenes.

Compruebo que la televisión banaliza el erotismo, exalta el lujo, el placer y el sexo frío. Que los intelectuales y los representantes de algunos credos debaten, empecinados y distantes, sobre las bondades o la perversidad de la educación sexual.

Constato que en las plazas del centro de Salta chicos y chicas extremadamente jóvenes exhiben su desenfreno; niñas repintadas a las 12 del mediodía, changos engominados al estilo provocativo de los suburbios neoyorkinos, se besan y abrazan acaloradamente, despreocupados, al rayo del sol.

Este cuadro, necesariamente incompleto, muestra un fenómeno que pareciera generalizarse: La ruptura entre la sexualidad, el erotismo, el amor, el pudor, la galantería, el misterio y otros factores que humanizan al sexo.

En un plano complementario, las estadísticas muestran índices de natalidad que se acercan a los más altos del mundo. Una natalidad incentivada, irresponsablemente, por una política social que sólo procura paliar la pobreza extrema a cambio de obediencia electoral.

Por otra parte, los últimos graves incidentes ocurridos en el Norte argentino, con miles de persona reclamando el acceso a la vivienda digna, son la expresión más urgente de un drama social que crece en cantidad mostrando los límites de la política social centrada en los subsidios alimentarios.

Todo indica que las ocupaciones por la fuerza de terrenos de propiedad pública o privada habrán de continuar; guiadas en muchos casos por genuinas necesidades insatisfechas, y en otros por modernas organizaciones de cuadros que mezclan negocios privados, asistencialismo social, disciplina militar y servicios político-electorales.

En muchísimos casos, sobre todo en el norte argentino, la familia, la escuela, el taller e incluso las religiones, en muchísimos casos han dejado de ocupar el papel rector de otrora.

Las familias: vencidas por la pobreza que las excluye y las condena a malvivir;

La escuela: carente de medios, de ejemplaridad y sin rumbo en materia de educación para la convivencia;

El taller: reducido como ámbito de socialización a raíz del abrumador desempleo juvenil;

Las religiones: lastradas por dogmas ideológicos que las alejan de los problemas del siglo.

Puede que todavía estemos a tiempo para ponernos en acción; para hacernos cargos, entre todos, de un enorme desafío en el que se juegan nuestro futuro, nuestro estilo de vida y la convivencia.

Educación sexual sin dogmas, programas de asistencia a las familias, creación de cuentas de ahorro para la vivienda dotadas con dinero público y privado, redefinición de las ciudades, solidaridad social y voluntariados, son algunas de las tareas urgentes.

viernes, 12 de agosto de 2011

Homenaje al doctor Ricardo Munir Falu

Ha muerto el doctor Ricardo Munir FALU, uno de los grandes protagonistas de la política salteña, desde que en los años cincuenta comenzara su actuación en las filas del peronismo.

Fue un demócrata, versado jurista y convincente orador; un hombre de ideas que hizo gala de su vocación de diálogo.

Pero, por sobre todas las cosas, fue un hombre libre, enamorado de la libertad de pensar, de actuar y de crear; que no concebía tales libertades como antagonistas de la igualdad. Las cosas locales le preocupaban, pero advertía la necesidad de integrarlas en una visión cosmopolita.

En los últimos 3 años, el doctor Ricardo Falú me dispensó el honor de largas conversaciones sobre asuntos no solamente políticos. Su talento para interpretar los acontecimientos de nuestra historia reciente, era equiparable a la lucidez con que reflexionaba sobre el futuro de Salta y de la humanidad.

En estas conversaciones, por encima de sus opiniones, siempre bien construidas, siempre abiertas a la crítica y a la autocrítica, me impresionaban tres cosas:

En primer lugar su invariable optimismo, fundado no en un voluntarismo inocente, sino en la capacidad de diagnosticar los problemas e imaginar soluciones alrededor de aquellos ejes de libertad e igualdad.

En segundo lugar, su decisión de dejar atrás los agravios recibidos a causa de sus convicciones y de su trayectoria; los vejámenes a los que lo sometiera la dictadura instaurada en 1976 no condicionaban sus opiniones ni alimentaban deseos de venganza, lo que para mí era un signo de grandeza de espíritu.

Me impresionaban y atraían, por último, sus inmensas ganas de vivir reflejadas en sus ojos siempre despiertos a lo nuevo, curiosos y llenos de luz. Seguramente había leído a Montaigne; pero aunque ello hubiera sucedido mucho tiempo atrás, su vida de octogenario evocaba las costumbres, los modos y el ideario de aquel francés ilustrado.

Sufrió en silencio y con gran dignidad la ingratitud que en los últimos tiempos le demostraba el Partido al que había dedicado años de su vida. Lo hizo con gran dignidad, sin reproches, convencido quizá de que ello era un signo de los tiempos o un servicio más a sus convicciones juveniles.

Pero en realidad, estas cosas menores, casi personales, no ocupaban su tiempo. Había que pensar en el futuro, sin olvidar el pasado.

En fin, fue la del doctor Ricardo Falú una personalidad fascinante, que mantuvo su entusiasmo y su fuerza intelectual hasta el último aliento, desmintiendo, como todavía lo hacen Edgar MORIN y Estefan HESSEL, a quienes ven en la acumulación de años un signo de irreversible decadencia.

martes, 9 de agosto de 2011

Crimen y clasismo (a propósito de los asesinatos en San Lorenzo)

Luego de los notorios avances realizados en la investigación de los crímenes perpetrados en San Lorenzo y que estremecieron a la opinión pública global, me atrevo a traer aquí algunas consideraciones sometidas, como no, a los filtros de la prudencia.

La primera de ellas tiene que ver con los sorprendentes intentos de imponer una lectura clasista del múltiple crimen.

Diversas usinas procuraron, con mala intención o cándidamente, dividir al universo de sospechables en dos grandes grupos: los lugareños pobres y los hijos del poder.

Más que identificar a los asesinos, se trataba de explicitar una larvada lucha ideológica que propone dividir a los salteños (o a los transeúntes) en ricos y pobres, rodeando a cada grupo de todos los vicios o de todas las virtudes, según el gusto de los improvisados sociólogos.

Esto conecta con la peligrosa tendencia de mirar los acontecimientos, sobre todo el crimen, según filtros elementales.

Así, un ladrón es menos ladrón si en vez de haber nacido en Salta, nació en provincias o naciones vecinas; una violación es más deleznable si ocurrió en las inmediaciones de mi domicilio, que si sucedió en Catamarca.

Siguiendo esta absurda manera de razonar, el asesinato es más o menos repugnante según la pertenencia ideológica o social del asesino y de su víctima. Y, por supuesto, a los sospechosos, para quienes así piensan, hay que buscarlos en el universo de personas que concitan sus fobias, recelos, desconfianzas o resentimientos.

Esta falsa lógica es la que lleva, por ejemplo, a criminalizar la pobreza o a construir listas de sospechosos en razón del color de la piel, de la dureza del pelo, de los modos de hablar o de vestir.

Mientras unos temen a los morochos que se divierten en bailables donde luce el cartel “damas gratis”, otros recelan de quienes asisten a fiestas cuya entrada vale 25 euros.

Es bueno recordar que la responsabilidad penal es siempre individual y que la función del Estado es atribuirla, con todas las garantías legales, comunicándolo a la opinión pública.

Por supuesto, este principio funciona mejor allí donde los ciudadanos confían en sus instituciones; o, lo que es lo mismo, allí donde las instituciones se han ganado la confianza de sus ciudadanos por su buen hacer y su buen comunicar.

Por encima de errores y tropiezos cometidos por los representantes del Estado, más allá de frivolidades de café o de imprudencias periodísticas, lo cierto es que las autoridades han logrado un éxito que merece el reconocimiento de todos.

Se abre ahora un tiempo de balances, de rectificaciones y de intercambios que nos permitan sacar conclusiones y mejorar nuestra seguridad y, por tanto, nuestras vidas individuales y en comunidad.

sábado, 6 de agosto de 2011

Las lacras de la Salta oficial

En mi anterior columna aludí al desarrollo que Salta experimenta en algunas de sus facetas culturales y productivas. Pero este progreso no cuenta con el suficiente estímulo público y, en ocasiones, se logra a pesar de los escollos que pone el Estado.

La extraordinaria dimensión que en Salta tienen la economía sumergida y el trabajo en negro expresan aquella inadecuación a las exigencias del progreso, aunque el acostumbramiento que producen la negligencia y la ineficiencia impida a muchos ver la realidad.

Además, conviene recordarlo, la lentitud, la vocación por lo contemplativo, la paciencia, la resignación y una cierta desgana forman parte de nuestra antigua identidad provinciana.

Pese a la propaganda, el Gobierno no logra modernizar la Administración Pública Provincial que sigue anclada en normas y rutinas del pasado, sin que la incorporación de la informática (parcial e insuficiente), ponga remedio a aquellos males.

Horarios inadecuados, personal insuficientemente capacitado, reglas oscuras, ventanillas múltiples, morosidad, ausencia de estadísticas, superposición de trámites, encarecen los costos, frenan el desarrollo e incentivan la economía y el empleo informales, además de perjudicar a los simples ciudadanos que deben dialogar con la Administración.

El “vas tener que volver mañana mamita o papá” (según sea la apreciación que el empleado haga de su condición sexual), es la frase más escuchada en las ventanillas administrativas.

Son inútiles las precauciones que tomen los ciudadanos: siempre faltará algo. Un certificado; una estampilla que le reclaman en Belgrano al 1300 y que sólo se consigue en España al 500; la firma de un funcionario que viene a las 12.

Si usted, por ejemplo, tiene que renovar un simple registro administrativo, debe presentar 5 fotocopias, 4 estampillas, 3 certificados, 2 notas, y esperar una semana que se transforman en 10 días. Eso, sin contar con que uno de tales certificados (el emitido por un Contador Público), debe ser re-certificado por el Consejo Profesional de Ciencias Económicas, previo pago del elevado arancel.

Da igual que su trámite se refiera a un contrato millonario, o a uno de esos falsos contratos de locación que esconden una relación laboral.

Sería deseable, por ejemplo, que la Provincia coordinara trámites con la Administración Nacional y con los Municipios; que simplificara trámites en función de la magnitud o importancia del contrato; que creara una suerte de monotributo único provincial y municipal; que las ventanillas estuvieran habilitadas para certificar fotocopias; qué alguien estudiara los formularios para simplificarlos; que se reformara la ley para imponer el silencio positivo; el las reglas reemplazaran a la discrecionalidad.

Las lacras de ineficiencia, oscuridad, ineptitud, falta de preparación del personal e inadecuación de las herramientas administrativas y policiales, han quedado además de manifiesto, de manera trágica y desesperante, en la investigación del crimen perpretado recientemente en el área de San Lorenzo. Desde la alta dirección del Estado Provincial, hasta el personal policial sin graduación, pasando por magistrados judiciales, peritos, forenses y portavoces, todo huele a improvisación, falta de profesionalismo, superficialidad. En más de un aspecto, estamos -lamentablemente- en manos de novatos presuntuosos.

En fin, que faltan siglos para hacer realidad la esperanza. Lo sugiero, aun a riesgo de que el señor Gobernador, que piensa que mientras quede algo pendiente será imprescindible su reelección, encuentre nuevos argumentos para eternizarse en el poder.

miércoles, 3 de agosto de 2011

La creatividad reina en la Salta no oficial

Interpretar los acontecimientos, proponer soluciones, valorar a las personas y sus obras, es relativamente sencillo con la perspectiva que da el tiempo. Vale decir, a toro pasado. Lo difícil es opinar, calificar, sobre la marcha de aquellos acontecimientos; ante el toro embravecido.

También la proximidad nos impide, muchas veces, distinguir lo nuevo de lo viejo, lo bueno de lo malo, lo distinto de lo rutinario.

Fueron expertos "ojeadores" de la literatura los que rechazaron por insignificantes la obra de Proust y de García Márquez; fue un gran director técnico de Central Norte quién aconsejó al muy joven Leopoldo Jacinto Luque, después astro de la selección argentina, que se dedicara a otra cosa porque no estaba dotado para el futbol; fue un insigne rector del Colegio Nacional de Salta quien aconsejó a la madre de uno de nuestros hombres ilustres que el joven abandonara sus estudios y se dedicara a vender papas en el Mercado San Miguel.

En otras ocasiones, es la distancia la que nos oculta personalidades, talentos, o valores ¿Cómo sospechar que aquella viejecita que lleva sus nietos a la escuela fue una mujer que enardeció a las multitudes o una pícara dama que despertó pasiones fantásticas? ¿Cómo puede un vecino advertir que aquel señor que camina todas las mañanas de sol por su misma vereda es un gran poeta o un eminente cirujano?

Sólo los genios, esa rara especie, pueden acertar, y no siempre. Sólo algunos historiadores profesionales, rigurosos e independientes están capacitados para intentar explicar los hechos del pasado. Sólo los iluminados (otrora condenados a la hoguera) pueden anticiparse a los acontecimientos, poner sobre aviso a sus congéneres, disertar sobre el futuro.

Salvo, claro, en la Salta oficialista que cuenta, por lo que sabemos, con militantes que no sólo pueden predecir nuestro futuro, sino modelarlo, corregirlo para mayor gloria y honra de sus señores sucesivos.

Digo todo esto para llamar la atención sobre nuestra limitada capacidad para comprender lo que sucede mientras sucede. Por ejemplo, para comprender, interpretar y valorar los cambios, a mi modo de ver, profundos, vertiginosos aunque insuficientes, que se suceden en nuestra Salta cotidiana.

Aunque cada junio el mandamás de turno se disfrace de gaucho para ir a Las Higuerillas. Aunque el monumento al General Arenales esté siempre en su sitio y en setiembre luzca perfumado por los azahares de la Plaza 9 de Julio. Aunque los poderosos sigan siendo zafios y vulgares, Salta se transforma por obra y gracias de miles de salteños y emigrantes que inventan, invierten, crean, fabrican, piensan, escriben, dicen, pintan, bailan, cantan.

Una peluquería para niños (pensada para animar a los changuitos, tradicionalmente renuentes a cortarse el pelo),un moderno hotel por horas (con discretos salones para la previa y con un sofisticado servicio de bar), y una tienda de ropa para damas (como no, en las cercanias de la calle Dean Funes, que bien podría estar situada en un boluevar parisino) son tres manifestaciones de un proceso fascinante y a veces inadvertido.

domingo, 31 de julio de 2011

Ante los asesinatos de La Quebrada de San Lorenzo

COMUNICADO

La “Asociación de Vecinos de los ríos Castellanos y Lesser”, ante el asesinato de dos personas jóvenes en la Quebrada de San Lorenzo:

Expresa su dolor, preocupación e indignación por el crimen.

Considera que se trata de un hecho de inusitada gravedad que debería mover a las autoridades para salir de su letargo, para terminar con absurdas querellas (como las que enfrentan al Municipio con la Policía), y para definir un plan integral de seguridad e integración social.

Recuerda que en febrero de este año, el Ministro de Gobierno, Pablo KOSSINER, se comprometió a elevar al rango de Comisaria a la actual Sub comisaría de San Lorenzo, a reforzar su dotación de personal, a mejorar su equipamiento, a establecer una cabecera del 911 para cubrir localidades como Vaqueros, Atocha, Castellanos, Lesser, San Lorenzo, a rehabilitar la unidad montada, a dotar de motocicletas a la nueva Comisaria, y a implementar el Plan Alerta. Han pasado 5 meses y nada de lo prometido se cumplió.

Recuerda también que, a lo largo de este año, el Intendente de San Lorenzo se comprometió varias veces a poner en funcionamiento la red de cámaras de seguridad que ya se encuentra instalada en puntos estratégicos. Sin embargo, las cámaras siguen sin funcionar.

Reitera su disposición a colaborar con las autoridades, pero les reclama capacidad de gestión, cumplimiento de los compromisos, profesionalismo, continuidad, seriedad.

Invita a todos los vecinos a permanecer alertas y a movilizarse para exigir el esclarecimiento del crimen y la creación de las condiciones mínimas de seguridad en la zona.

Lesser, 30 de julio de 2011.

Armando Caro Figueroa Inés Ortíz de Cárdenas
Presidente Secretaria

viernes, 29 de julio de 2011

El Intendente de Salta acierta con la basura urbana

Los Intendentes son funcionarios muy importantes para la convivencia urbana. Aunque no siempre lo parezca así, en tanto suelen ser opacados por el poder que acumulan los gobernadores provinciales.

En el caso de Salta, el Intendente de la ciudad capital funciona, en los hechos, como una suerte de número dos en el escalafón político local. Y si bien, la historia reciente muestra que ambos conviven sin rivalidades, hay quienes auguran futuras tensiones sucesorias entre Las Costas y la Casa de Moldes.

En cualquier caso, el señor Intendente de la ciudad de Salta ha cosechado un éxito notable con la puesta en marcha del nuevo régimen de recolección de la basura urbana.

Los escépticos de siempre dirán que el experimento terminará fracasando; los opositores de café sostendrán que la solución es parcial y llega tarde; ciertos usuarios, como yo mismo, le reprocharán la vergüenza de las oficinas de España y Balcarce, o la morosidad de su servicio de tala de árboles peligrosos.

Pero lo cierto es que nuestro Alcalde ha sentado las bases para resolver un asunto que amenazaba la convivencia, el medioambiente, la salud y la seguridad de los salteños.

Aunque desconozco si las medidas puestas en marcha alcanzan, como sería imprescindible, a los vertederos, he visto los nuevos camiones naranja recorriendo las calles de la zona norte de la ciudad.

Y he visto también la respuesta de los vecinos que mayoritariamente, siguiendo la sugerencia municipal, separan en casa los residuos y colocan la basura inorgánica en las respectivas bolsas de color naranja.

O sea, la actuación convergente de las autoridades municipales y de los vecinos ha
comenzado a resolver un añejo problema, agravado por el fenomenal crecimiento de la ciudad y de la cantidad de residuos que producen sus habitantes.

No queda sino felicitar al señor Miguel Isa por la capacidad de gestión demostrada y por su decisión de encarar el asunto poniendo en marcha un programa que colocará a Salta a la altura de los tiempos, al menos en esta materia.

Su éxito es más importante si se tiene en cuenta que la incapacidad de gestión es, precisamente, una de las características de quienes ocupan cargos políticos en nuestra Provincia. Incluso de aquellos a quién la peor sabiduría ciudadana exculpa de latrocinios diciendo “roba, pero hace”.

Hay indicios abundantes que muestran que el señor Intendente aprendió a gestionar, conformó un equipo competente, y que se mueve dentro de un estilo que contrasta con el sultanístico que reina en Las Costas desde hace casi 20 años.

Lástima que persista en su decisión de fundir el cargo que ocupa con su apellido, mediante ese eslogan subdesarrollado y antirrepublicano que habla de la “Intendencia Isa”.

martes, 26 de julio de 2011

Terrorismo en Noruega, Terrorismo en la Argentina

La humanidad se ha visto nuevamente sacudida por el terrorismo. Esta vez la práctica atroz ha dejado casi un centenar de víctimas en Noruega. En la Argentina, la noticia fue rápidamente sepultada por otros acontecimientos y fue recibida por autoridades y políticos con un extraño silencio.

Es probable que estos actores de la vida política nacional y local, hayan pensado que la distancia geográfica y cultural que nos separa de Noruega, un país ejemplar desde varios puntos de vista, les relevaba de la obligación moral y cívica de pronunciarse sobre el hecho aberrante.

Sin embargo, expresar la más categórica de las condenas contra este y todos los terrorismos es una exigencia de la conciencia humanista que no sabe de fronteras. Las cien muertes en Noruega hieren intensa y gravemente a los derechos humanos a la vida, a la paz y a la convivencia y, por consiguiente, deben ser repudiados sin matices ni reservas mentales.

Los argentinos, que arrastramos la vergüenza histórica del “por algo será” (aquella frase con la que miles y miles consintieron los crímenes cometidos en los años setenta por mentes y manos asesinas que pretendieron legitimarse apelando a la razón de estado o a la revolución que habría de alumbrar nada menos que “un hombre nuevo”), deberíamos ser más cuidadosos en materia de terrorismo.

Sobre todo teniendo en cuenta la tragedia que para nosotros representó la violencia asesina que emponzoñó la vida política de aquellos años, y cuyas consecuencias aún no hemos sido capaces de cerrar honrada, inteligente y definitivamente en coherencia con los cánones éticos que son propios de la sociedad cosmopolita fundada en los derechos humanos.

Todavía son muchos los argentinos que creen que una violencia justificó la otra violencia; que los fusilamientos de junio de 1956 justifican el fusilamiento de Aramburu en 1970; que el asesinato de presos indefensos hizo buena la réplica asesina sobre militares; que el asesinato de hijos de militares legitimó el robo de hijos de los terroristas del bando enemigo; que la voladura de unidades policiales autorizó la voladura de cadáveres odiados.

Pero es precisamente esta infame pretensión de revestir al asesinato, y a otros crímenes, de una justificación idealista, llámese ésta razón de estado o revolución, apélese a dogmas de derecha o de izquierda, lo que hace más vil si cabe a los crímenes políticos.

Quizá sea este empecinamiento en dividir a los asesinos y a los asesinados en buenos y malos, en elevar a los altares a unos y sepultar en las cárceles a otros, lo que explique ciertos silencios.

Puede que la decisión de perseguir los crímenes terroristas cometidos por uno de los bandos setentistas y, simultáneamente, amnistiar los del otro bando, impida a algunos de los que hoy gobiernan emitir una condena categórica como la que merece el hecho terrorista de Noruega. Idéntico reproche merece, desde luego, el silencio de cierta derecha argentina cegada quizá por la filiación del bárbaro noruego.

viernes, 22 de julio de 2011

Animales sueltos, ministro ineficaz

Los animales sueltos son una peligrosa plaga en nuestros caminos y rutas. La situación bien puede reflejar aspectos de nuestras costumbres cívicas, de nuestras prácticas administrativas y de nuestro ordenamiento jurídico.

Si bien en alguno que otro caso la presencia del animal suelto en los caminos es consecuencia de la rebeldía, audacia o inconsciencia del animal (o sea, de su propia condición animal), en la mayoría de las ocasiones la responsabilidad es de un propietario que omite las elementales precauciones o que, incluso, suelta al ganado para que paste, gratis, a la vera de los caminos. Este desaprensivo señor, que unas veces presume de gaucho y otras de ganadero, muestra la peor faceta de nuestras costumbres inciviles.

Por el lado de la administración, en este caso de la policía, la situación es francamente grave. Las fuerzas de seguridad carecen de medios, de habilidades y de instrucciones suficientes para hacer frente a tan peligrosa presencia caminera.

Tanto el 911 como las comisarias o la incipiente policía vial carecen de vehículos y de personal en condiciones de secuestrar a los animales sueltos. Por lo tanto, recibida la denuncia, la precaria patrulla se limita a constatar el hecho o a espantar a caballos y vacas hacia caminos de tierra, transitados por gente no acostumbrada a denunciar, trasladando el riesgo sin suprimirlo.

Cuando por una de esas casualidades los esforzados policías, ayudados por vecinos solidarios, logran someter a tan incómodos y peligrosos transeúntes, en las comisarías y destacamentos no hay sitio para albergarlos, ni vehículos para trasladarlos, por ejemplo, a La Isla en donde funciona nuestra caballería policial.

Resulta entonces inevitable que esos animales sean pronto, casi inmediatamente, restituidos a sus vandálicos dueños, en algunos casos previo pago de una multa irrisoria. Nuestro salvaje vecino, prudente, deja pasar unos días al cabo de los cuales sus animales regresan a los caminos, a comer gratis, a amenazar a los vianantes.

A su vez, el ordenamiento jurídico pena y correccional poco menos que obliga a que se produzca una muerte o accidente con lesionados para habilitar la actuación de la justicia. O sea, a trasmano de los modernos ordenamientos jurídicos, aquel que genera un riesgo cierto y grave, está exento de responsabilidades hasta que ese riesgo se traduce en muertes y daños.

Este delicado asunto está en manos de nuestro Hombre de Ley, o sea de nuestro Ministro de Seguridad, hoy candidato a Diputado Nacional.

Sería bueno que dejando atrás tanta retórica de la esperanza y otras zarandajas, el alto funcionario se abocara a la solución de este problema, dotando a la Policía de los elementos necesarios e impulsando las reformas legislativas que sean necesarias para reducir la presencia de animales sueltos y castigar a sus salvajes propietarios.

martes, 19 de julio de 2011

Nuestra calle Deán Funes

La calle Deán Funes de nuestra ciudad de Salta tiene, a mi entender y seguramente porqué nací y viví allí mis primeros 20 años, un sabor especial, profundamente salteño, vale decir, plural, abierto tanto a lo tradicional como a las novedades y herejías.

Pese al implacable crecimiento de los edificios altos y palacetes de mal gusto que reemplazan a las casas bajas y cargadas de historias de provincia, la calle mantiene su encanto, su elegancia y un cierto aire inocente que puede engañar a quién desconoce claves ancestrales.

En sus primeras seis cuadras, vivieron mujeres de talento, damas hermosas, señoras hacendosas unas y comodonas otras, hombres ilustres, pícaros irredentos, emprendedores exitosos, soñadores de todos los sueños, como aquel empeñoso minero siempre usurpado, trotador de tribunales.

Allí se sucedieron altercados pasionales, ensayos artísticos, duelos deportivos, asambleas sindicales, atentados terroristas, subrepticias reuniones políticas; allí nacieron conjuntos folklóricos, clubes de barrio, amistades y rivalidades eternas.

Vendedores ambulantes hindúes, sirios, vallistos, iraquíes e italianos traficaron frutas y verduras, helados y panes, relojes y peines, tamales y leche sin pasteurizar, higos y tunas.

Ciegos majestuosos tocaron timbres anunciando el inminente fin del mundo; gitanas de extraña belleza dijeron la buenaventura desafiando la maledicencia y lanzaron maldiciones horrendas a los donjuanes de barrio; nietos desagradecidos ofendieron a nobles abuelas; solterones elegantes cotejaron por años a repintadas señoras maduras.

En sus casas modestas o lujosas ejercieron sus oficios médicos, procuradores, "avenegras", circunspectos abogados, filatelistas esquilmados, escribanos, dentistas (algunos, con torno a pedal), fieles mucamas, cocineras, mecánicos, carniceros (como aquel que cortó de un solo tajo el dedo a una clienta impertinente), botelleros, mimbreros-guitarristas, fabricantes de pastas, traficantes de libros usados (que rebajaban los precios según el estado del lomo de los libros).

Funcionaron allí incluso un gran taller metalúrgico y la injustamente olvidada Oficina Simpson, que emitía moneda barrial y realizaba trámites kafkianos carentes de sentido y finalidad.

Las esquinas nocturnas y arboladas de nuestra calle Deán Funes, también sus largos zaguanes, eran escenarios de furtivos encuentros entre empleadas del hogar y militares sin graduación, pero también de jovenzuelos que se animaban a buscar amores inocentes y pasajeros en la cómoda cercanía de sus casas.

Las mañanas soleadas servían de marco a los paseos de gente ilustre, de sombrero y bastón, que circulaba sin rumbo fijo, silbando y deteniéndose a cada rato para saludar y conversar con el vecindario.

De entre estos ilustres vecinos o paseantes quiero hoy destacar a dos de ellos: a Don Guillermo Usandivaras, pintor de jerarquía cuyas obras han comenzado a exhibirse en nuestro Museo ubicado en la esquina de Belgrano y Sarmiento; y a Don José Hernán Figueroa Araoz, poeta y escritor de relieve.

Mientras el primero de ellos está recibiendo un justo reconocimiento con la exposición que comparte con el pintor Ignacio Colombres, los admiradores de la obra del segundo esperamos la reedición de su obra, que bien pudiera encarar la Fundación Atilio Cornejo, que está agitando sanamente el mundo editorial salteño.

viernes, 15 de julio de 2011

Huelga docente abusiva

Los alumnos de las escuelas públicas de Santa Cruz han perdido casi 60 días de clases a raíz de una enconada huelga docente, que acaba de ser suspendida por los sindicatos convocantes.

Estamos, como resulta de toda evidencia, ante una huelga que ocasionó irrecuperables perjuicios a los niños. La medida sindical constituyó, en mi opinión, un atentado al derecho fundamental a la educación que se prologó día tras días ante la pasividad o incompetencia de los poderes públicos.

Si bien los huelguistas santacruceños se mostraron recalcitrantes, llegando incluso a bloquear los pozos petrolíferos dañando la producción y el abastecimiento, parece evidente la responsabilidad de los Gobiernos nacional y provincial que han fracasado doblemente.

En primer lugar, en su deber de negociar de buena fe y lograr un acuerdo que superara el conflicto colectivo en un tiempo razonable. Y, en segundo lugar, en su obligación de preservar el derecho fundamental a la educación.

En su deriva favorable al monopolio sindical y forzado por sus compromisos políticos con el sector liderado por el señor Hugo Moyano, el Gobierno de la Nación mantiene a rajatabla la peregrina teoría de que la educación pública no es un servicio esencial.

Por tanto y según la doctrina oficial de la década, el Gobierno no puede intervenir en un conflicto de estas características para obligar la prestación de servicios mínimos, ni, menos, para poner fin a la huelga imponiendo un arbitraje obligatorio.

Si el Gobierno pensaba que la demanda salarial de los docentes santacruceños era razonable, debió forzar un acuerdo. Si por el contrario estimaba que la reivindicación era abusiva, estaba obligado a intervenir para regularizar el servicio educativo público, en resguardo del interés de los alumnos constitucionalmente tutelado.

En este sentido, pese a que, como dije, la ley vigente no incluye a la educación dentro de los servicios esenciales, el Gobierno, atendiendo a la duración del conflicto y a los severos daños ocasionados al derecho fundamental a la educación, debió dar intervención a la Comisión de Garantías a fin de que esta calificara excepcionalmente al servicio educativo de Santa Cruz como esencial, habilitando las vías de intervención estatal.

En cualquier caso, tamaña huelga deja al menos una conclusión: El régimen de intervención pública para garantizar los servicios esenciales creado por la Ley 25.877 de 2004, es inadecuado.

Por tanto, el Congreso de la Nación deberá, ahora o más tarde, introducir las reformas que, sin violar el derecho constitucional de huelga ni los criterios del Comité de Libertad Sindical de la OIT, tutelen otros derechos fundamentales y garanticen el mantenimiento de los servicios esenciales en caso de huelga.

martes, 12 de julio de 2011

Un acierto sueco: Cerrar embajadas

He tenido ocasión de conocer muchas embajadas. Algunas por dentro. Otras por fuera. Y a medida que las conocía en profundidad y que, en paralelo, se consolidaban las nuevas tecnologías de las comunicaciones, empecé a sospechar que se trataban de un anacronismo, de un despilfarro burocrático, de un resabio del nacionalismo soberanista.

Solamente si se suprimieran los cócteles, las recepciones y los viajes inútiles (o sea, la mayoría de ellos), las naciones ahorrarían fortunas. Hoy, gracias a Internet y a herramientas como la firma electrónica, casi todos los trámites de extranjería y de seguridad social internacional pueden realizarse a distancia. Las video conferencias hacen superfluos viajes de altos cargos y del séquito que invariablemente les acompaña.

Los servicios de información, secretos o públicos, radicados en cada embajada son comentaristas de lo obvio o espías encubiertos que ofenden al país de acogida. En cualquier caso, las legítimas inquietudes científicas y culturales resultan mejor atendidas por académicos, doctorandos y universitarios que investigan construyendo puentes de libertad y amistad.

Si los nacionales de varios países se anoticiaran de cuántos sindicalistas, empresarios, políticos, legisladores y funcionaron viajan anualmente a Ginebra con el pretexto de asistir a reuniones de organismos internacionales, munidos del preceptivo pasaporte diplomático, seguramente estallaría la furia. Sobre todo si dispusieran de información acerca de las yutas que se hacen los viajeros pagados con fondos públicos.

La majestuosidad de las embajadas y la suntuosidad de las residencias de embajadores, antiguos símbolos del poder y de los privilegios, resultan, además de inútiles, un insulto a los principios republicanos o a la sobriedad de una monarquía democrática.

Esos elementos de lujo oriental, además de impactar en el presupuesto, producen un efecto adicional: Turban a los arribistas y marean a los profesionales del servicio exterior que suelen abusar de su poder persiguiendo a mucamas y choferes, como lo muestran los repertorios de juicios laborales contra las embajadas de casi todos los países en cualquier lugar del mundo.

Los ciudadanos que viajan por el mundo o que residen en el exterior son testigos de la generalizada inutilidad de los servicios consulares. En caso de catástrofes, el Embajador siempre está fuera de la sede; si la policía expulsa a emigrantes, el cónsul se declara incompetente; si usted trabaja en el exterior y pretende hacer un trámite consular tropezará con horarios de vagos; si necesita legalizar documentos deberá pagar tasas y honorarios exorbitantes.

En resumen: Ojalá muchos países imitaran a los suecos que acaban de cerrar su embajada en Buenos Aires. Aceleraríamos nuestro viaje hacia un mundo sin fronteras y nos ahorraríamos unos pesitos.

viernes, 8 de julio de 2011

Enchufes y Acomodos

Como bien explica el Diccionario de la Real Academia Española de la Lengua, “enchufar” es colocar en un cargo o destino a alguien que no tiene méritos para ello, por amistad o por influencia política. Sería lo que en Salta llamamos “acomodar”.

Vivimos, penosamente, en una sociedad donde el acomodo es la regla y el mérito la excepción.

La versión más usual del acomodo es colocar a parientes o amigos dentro del presupuesto público. El antecedente inmediato del acomodo es la “recomendación”, que no es otra cosa que una cartita que un influyente dirige a un amigo poderoso pidiéndole que enchufe a un pariente o tercer amigo.

En ciertas épocas, estos influyentes disponían de personal especializado en redactar notas de recomendación dirigidas a los presidentes del Correo o de Ferrocarriles, a subsecretarios de educación, a Ministros de Salud Pública, a Jefes de Policía o de Bomberos pidiendo enchufar a sus protegidos. Cuando se trataba de ahijados, la recomendación iba acompañada de una eficaz llamada telefónica personalizada.

En una Provincia como Salta, la magnitud del poder se mide, desde hace al menos 250 años, por la capacidad del poderoso de enchufar o acomodar primero a los parientes (y se sabe que aquí las familias son numerosas), luego a los leales (también llamados militantes), después a los amigos y a los amigos de los amigos, más tarde a los clientes, vecinos y favorecedores.

En un pasado reciente(en los Gloriosos tiempos de nuestro Primer Sultán), también el amor era eficaz argumento para enchufar en las plantas de personal a señores y señoras complacientes.

Entre nosotros, el enchufe tiene su faz negativa. Así como enchufo amigos, desenchufo a enemigos. En este caso, igualmente penoso, el poder se traduce en la capacidad de perseguir a infieles, rebeldes, iluminados o desamorados.

Adviértase que éste método se practica también en los programas sociales. El poderoso, generalmente un Intendente, coloca, acomoda a sus huestes y elimina de las nóminas a los desagradecidos (“vos ya no estás en la lista”, le explica un empleado a un paisano que pregunta por su subsidio).

Si bien el irigoyenismo y el peronismo en sus orígenes abrieron las puertas para que accedieran otros sectores sociales a los cargos públicos y a los beneficios sociales, no pudieron o no quisieron fulminar el acomodo.

Cuando digo que estos trapicheos del poder son centenarios, lejos de justificarlos, señalo mi sorpresa por la tolerancia que exhibimos los salteños ante algo que debería indignarnos. Una tolerancia que se quiebra sólo cuando uno de nosotros no es beneficiario del dedo poderoso.

¿No habrá llegado la hora de que comencemos a construir una sociedad asentada en el mérito y en la igualdad de oportunidades?.

martes, 5 de julio de 2011

!Qué bien habla el padrecito¡

El gran desafío de las iglesias es la comunicación. Llegar a los fieles, multiplicar el número de creyentes, disipar dudas y herejías, son tareas que demandan comunicadores eficaces, convincentes, persuasivos.

Sobre todo hoy que las iglesias tradicionales afrontan el tremendo reto de nuevas congregaciones, algunas informales, que asientan su poder en predicadores con amplio manejo de los modernos medios de comunicación social.

Sin ir más lejos: hay en muchas radios de Salta, voces amables que hablan del bien y del mal, realizan tele-sanaciones, proponen dejar de sufrir, oran por enfermos y difuntos, y diagraman itinerarios de felicidad terrenal y eterna.

Para las iglesias tradicionales, la Católica entre ellas, el desafío conlleva la
necesidad de cuidar el idioma, de acercar el lenguaje oficial y ritual al lenguaje cotidiano, sin caer en concesiones a la vulgaridad. El reemplazo del latín por los idiomas de cada país es un paso en esta dirección. La aparición de sacerdotes nativos, que reemplazan a los tradicionales padrecitos españoles e italianos, contribuye a este imprescindible acercamiento a la feligresía.

Pero claro, la profundización del pluralismo cultural que experimentamos los salteños reclama revisiones en las estrategias de comunicación religiosa. Pienso, desde mi ignorancia, que quién está a cargo de un sermón o de una predicación realiza un cierto esfuerzo por sintonizar con la parroquia, sin incurrir en herejías y manteniéndose fiel a la ortodoxia.

En Salta hubo grandes oradores religiosos. Para no mencionar a los maestros contemporáneos, me limitaré a recordar a Monseñor Roberto J. Tavella que nada tenía que envidiar al Magistral de la Catedral de Toledo, como quedaba de manifiesto durante el novenario del Milagro cuando concurrían a Salta las cumbres de la oratoria católica.

Esta introducción viene a cuento para referir mi ocasional encuentro (en una misa de difuntos) con un sacerdote que tiene a su cargo una parroquia ubicada en uno de los barrios más pobres de la ciudad de Salta.

El celebrante consoló a los deudos, disertó sobre la vida y la muerte, exhortó a la solidaridad, clamó por el respeto a los mayores, condenó la avaricia, ensalzó a la familia, pero en lugar de hacerlo en un lenguaje distante o apelando a ejemplos bíblicos, usó palabras cotidianas y refirió casos próximos de santidad y pecado. Parecía un amigo ilustrado hablando en una tertulia familiar.

Narró, por ejemplo, el caso de un avaro anónimo cuyos bienes, celosamente acumulados, pasaron a ciertos amigos de sus hijas pecadoras ("todo lo que ahorró aquel paisano riquísimo fue a parar a manos de los pata i lana").

Es muy posible que en la Biblia se encuentren situaciones parecidas que sirvan para afirmar los principios de la doctrina. Lo singular es que este sacerdote lo volcó en un lenguaje coloquial que, sin mengua de la ortodoxia, conmovió a los presentes.

sábado, 2 de julio de 2011

Gauchadas, clientelismo, abuso del poder

Ha quedado atrás un nuevo mes güemesiano, cargado de rutinas, de retórica y de ritos que se despliegan con el propósito de afirmar una identidad centrada en lo gaucho, en el poncho y en la chicha.

Han sucedido, sin embargo, algunas cosas diferentes: Una positiva, la aparición de un libro de difusión masiva que muestra un Güemes distinto al de los manuales escolares, humano, polémico, miembro de una familia de españoles ilustrados, precoz y seductor ("El otro Güemes", de Gregorio Caro Figueroa/Lucia Solis Tolosa).

Y una cosa negativa, la feroz pelea de gauchos engalanados y sin armas que, tras desconocerse, se trenzaron a empujones y piñas, haciendo rodar por los suelos la delicada vajilla que el ceremonial de Las Costas traslada al bello lugar donde falleciera nuestro General.

Allí, gauchos de porte europeo meridional y gauchos de estirpe calchaquí, pese a estar unidos por el uniforme y la devoción, se desafiaron e insultaron con alusiones de corte racista. Diga usted que el INADI no atraviesa su mejor momento, que de lo contrario estaría armando ya un expediente.

De entre las rutinas, destaca la costumbre asentada por don Juan Carlos I "El Magnífico" y seguida a pie juntillas por don Juan Manuel I "El Joven", de que el primer mandatario de turno se calce indumentaria gaucha y marche gallardo a Las Higuerillas con un séquito de amigos, funcionarios y favorecidos.

Hay quienes sostienen que así ataviados y rodeados, ambos gobernadores sueñan con ser considerados herederos directos del joven caudillo, santanderino en los papeles y salteñísimo por vocación y méritos.

Pero la gente distinguida y benemérita del ceremonial de Las Costas, que mantiene un estilo impuesto por los asesores de la primera dama que allí reinó, no puede con el genio, y la sobriedad que era propia de Güemes y de sus gauchos pobres, troca en mesas con manteles blancos, sillas vestidas, bocaditos selectos y buen vino, como corresponde a un ágape al que asiste el Gobernador vengan sus ancestros de La Pedrera o de San Agustín.

Los discursos, como sucede en todo acto patriótico escolar, son poco innovadores; aunque se advierte que los altos funcionarios se esfuerzan por mejorar la pronunciación y por dejar trascender que ellos están haciendo nada menos que aquello que hizo o soñó Güemes.

Otros, buceadores de identidades, recuerdan nuestra afección a la gauchada: Güemes era un gaucho que hacía gauchadas, pero de las buenas.

Porque, es bueno señalarlo, hay gauchadas que expresan solidaridad, fraternidad y buenas costumbres. Pero hay otras que son sinónimo de clientelismo, nepotismo, amiguismo y galantería con dinero público. ¿Es verdaderamente gaucho aquel que, por gauchada, enchufa en el Presupuesto a parientes, amigos, vecinos, enamoradas y enamorados?

martes, 28 de junio de 2011

Los trucos electorales resienten la representación

Cuando algunos apresurados celebraran el agotamiento de las protestas, los Indignados españoles han vuelto a la carga a través de una multitudinaria manifestación pacífica que llenaron de consignas y de alegría las calles de Madrid y de otras ciudades.

El movimiento, además de conservar el impulso inicial, refuerza su coherencia reivindicativa. Están cada vez más claros tanto los motivos de la protesta (que son sociales, económicos y políticos), como el rechazo a la violencia minoritaria.

Pero quiero centrarme hoy en una de las consignas coreadas el pasado 19 de junio. Y es aquella que anuncia que los manifestantes no se sienten representados por los diputados y senadores que integran las Cortes Españolas, pese a su evidente origen democrático.

Cuando centenares de miles de personas niegan representatividad nada menos que al Parlamento, revelan la existencia de graves problemas estructurales.

Adviértase este matiz: la crisis de representatividad no se constata en democracias pobres, imperfectas y débiles, sino en espacios nacionales, hasta hace poco, prósperos e institucionalmente bien articulados.

Las opiniones públicas de los países avanzados están descubriendo algo que los científicos sociales venían advirtiendo: Las democracias con economía de mercado excluyen del poder y del bienestar a un número creciente de personas.

El ejército de Indignados crece día a día: Personas que buscan un empleo decente y no lo encuentran; Personas con salarios insuficientes para cubrir las necesidades del bienestar; Personas que no pueden constituir familias; Personas que sufren la amenaza de ejecuciones hipotecarias; Personas cansadas de las minúsculas querellas políticas; Personas que sospechan que, cuando les llegue el turno, encontraran vacías las arcas de la seguridad social; Personas que se sienten expoliadas por los poderosos y por prácticas comerciales abusivas.

Pero, dentro del orden estrictamente político, hay un motivo relevante de indignación: el voto, por mor de las leyes electorales, ha dejado de ser un instrumento de participación eficaz.

Miles y miles de ciudadanos, desalentados, no votan; miles y miles de ciudadanos votan por partidos que no alcanzan escaños; miles y miles de ciudadanos votan por partidos que reúnen muchos votos y pocos escaños.

Cuando las nuevas tecnologías y las ideas avanzadas proclaman la inminencia de la democracia directa o de la tele-democracia, muchos países (España y la Argentina, entre otros), comprueban el carácter excluyente de las reglas electorales tradicionales.

Sume usted a todo ello el trasfuguismo político, que hace que su voto opositor se convierta en un voto oficialista por la fuerza seductora de los poderosos, y tendrá una foto anticipatoria de Salta.

viernes, 24 de junio de 2011

Los despojados herederos de Perón

Ante el espectáculo, tremendo para un hombre de su edad, de las luchas por sucederlo, el general Perón declaró, en 1974, que su único heredero era el pueblo.

Los conjurados hicieron poco caso a tan sabia decisión que implicaba, nada menos, que retornar a su legítimo depositario los poderes de representación cedidos, en un momento determinado de la historia, a un líder bonapartista. Las luchas continuaron por aquel entonces con la intervención de las armas; y continúan ahora por medios más sutiles.

En la actualidad, la lucha por la herencia de Perón es la lucha por apropiarse de sus símbolos, de las formas externas, de su fraseología y por reescribir la historia binaria para que los “malos”, expulsados de la Plaza de Mayo sean ahora los “buenos”, y para que los mercaderes que ingresaron al templo peronista por la puerta falsa, transmuten en sumos sacerdotes.

Se trata, en mi opinión, de una enorme operación de manipulación, que tiene en el dinero, las falsificaciones e imposturas su energía vital. Una penosa operación que nos paraliza como república democrática y que alcanza su punto más alto con la destrucción del sistema de partidos políticos que prolijamente llevan a cabo los poderosos.

Mis antiguos y honrados amigos peronistas de Salta tienen a bien invitarme, de tarde en tarde, para hablar de política, recordar acontecimientos y anécdotas, e ilusionarnos con un mundo mejor e inminente.

Aunque durante estas charlas creo percibir momentos de extrema lucidez, pronto el diálogo se adentra por senderos iniciáticos, nostálgicos, estériles. La necesidad de encontrar culpas y culpables, el recalcitrante nacional-localismo, y la consabida polivalencia de los textos peronistas históricos nos conducen pronto a un callejón sin salida.

Tengo para mí que el peronismo de Perón, ha muerto con su líder. Que el peronismo de la entrega desinteresada ha sido reemplazado definitivamente por el peronismo de los negocios. Que el peronismo de la lealtad y la sinceridad, perdió la batalla que entronizó a los mercaderes e impostores. Con el añadido de que es inútil buscar una segunda oportunidad que restituya las cosas al idílico relato del 45.

Discutir de amarillos, rojos y anaranjados, de verdes, blancos, azules y blancos o reconquistas es, dicho con todo respeto, tarea de ociosos, de historiadores independientes, o de gente definitivamente derrotada. Tanto como indagar en el ADN de los que hoy gobiernan Salta.

Preguntarse si el sistema de partidos fue destruido por la ley de lemas, las listas sábanas o las colectoras, tiene escaso interés práctico sino se parte de sólidas posiciones democráticas y pluralistas que comiencen por reconocer que los vicios de nuestro régimen institucional nacen del imperio del dinero en la política y de leyes electorales tramposas.

miércoles, 22 de junio de 2011

Félix Maldonado Zubieta

Hoy siento la necesidad de rendir un homenaje emocionado a una persona de bien. Un hombre que vivió honradamente. Que constituyó y desarrolló una familia unida y solidaria. Que sufrió la cárcel y el exilio por su actuación política y sindical y que, sin embargo, nunca pregonó el odio ni clamó revancha.

Ese hombre, parco, valiente, sencillo y admirable, fue Félix Maldonado Zubieta, recientemente fallecido.

Como luchador por las libertades, entre 1966 y 1973, enfrentó a la dictadura de Onganía y bregó por la democracia. Como defensor de los derechos de los trabajadores, fundó el Sindicato de Mecánicos de Salta, integró el Secretariado de la CGT Regional, y adhirió con entusiasmo a la CGT de los Argentinos liderada por Raymundo Ongaro.

Félix Maldonado Zubieta y su compañero y amigo Olivio Ríos (más tarde Vicegobernador de la Provincia), se animaron a fundar el diario Democracia que en el año 1970 intentó abrir espacios a la libertad de expresión en una provincia donde los medios de comunicación estaban controlados por un monopolio con estrechos vínculos con la dictadura de entonces.

Esta experiencia de Democracia duró poco tiempo (no más de 6 meses), pero dejó los vínculos humanos y las ideas que servirían luego para reorganizar el peronismo y prepararlo para las elecciones de 1973. Esos vínculos solidarios forjaron alianzas, y lograron frenar los planes del monopolio periodístico y de su poderoso propietario empeñado en someter al peronismo al poder del dinero, una meta que alcanzaría 10 años después.

Acosado el peronismo de los años 70 por los profetas de la violencia armada, Félix Maldonado Zubieta tomó el partido de la paz y de la lealtad al gobierno constitucional presidido por Juan Domingo Perón. Ni entonces ni después lucró Félix con la política ni ambicionó posiciones de poder. Su coherencia política y sindical le valió el odio de los factores de poder que retomaron el control de Salta en 1976.

Fue detenido, permaneció 6 meses en el penal de Villa Las Rosas, sin acusación, sin proceso, sin garantías.

Liberado, optó por el exilio en Bolivia y vivió allí 6 años, sabedor de que su vida y su seguridad peligraban dentro de nuestras fronteras. Regresó, como tantos, en 1984, una vez reinstalada la democracia en la Argentina y preconizó el reencuentro, la tolerancia y la pacificación.

Quién no haya sufrido la cárcel injusta ni el duro exilio político, difícilmente pueda comprender el significado de tantas penas y penurias ordenadas por poderosos sin rostro, cobardes y fanáticos.

Vivir 7 años perseguido, es una eternidad, que Félix Maldonado Zubieta, mecánico y hombre de honor, sobrellevó con dignidad y entereza arropado por su ejemplar familia.

viernes, 17 de junio de 2011

San Pedro habita en cada uno de nosotros

Continuando con el tema de la realidad mediática, me detendré en aspectos de su lógica interna.

Para que muchos de nosotros vivamos como realidad única lo que produce la televisión, hemos de resignarnos a la simplificación que se nos propone y según la cual, en cada acontecimiento, en cada personaje, sólo hay inocentes y culpables, elegidos urgentemente por émulos de San Pedro.

Si bien los demiurgos de esa realidad inducen nuestros juicios, tienen la generosidad de dejarnos un cierto espacio de aparente libertad para emitir veredictos. Pero nada más comenzar un relato mediático, nosotros, frágiles mortales, comenzamos a pensar en términos de culpa.

La audiencia masiva y anónima es como un gran circo romano al que las víctimas son lanzadas a la voracidad de los leones y del público ululante que disfruta con el terror y la sangre.

En los circos antiguos y contemporáneos no existen las reglas que humanizaron y humanizan los juicios de responsabilidad: Ni presunción de inocencia, ni exigencia de pruebas, ni prescripción, ni debido proceso, ni jueces imparciales, ni recursos de alzada. Se trata de linchar y, excepcionalmente, absolver desde la pura arbitrariedad.

El poder mediático es, en este sentido, desmesurado.

Alcanza para modelar el presente, y también para reformular el pasado. La memoria colectiva, frágil por definición, puede ser reconstruida a condición de contar con expertos en la tarea y con medios potentes que transformen en verdades universales antiguas mentiras.

Los grandes dictadores conocieron y se aprovecharon de estas técnicas de manipulación para sus tropelías. Concedieron protagonismo a las masas, dialogaron con ellas (desde la lejanía de los balcones y atriles), las adularon y consiguieron su benevolencia ignorante.

Frente a este panorama, si se quiere tétrico, hay muchos remedios. Todos de difícil administración: Más democracia, ciudadanos suficientemente educados, libertad de expresión, pluralismo de medios, nuevas tecnologías de la información.

Las cadenas nacionales, el control estatal de los medios de comunicación, el uso de los dineros públicos para beneficiar a los amigos, los grandes monopolios privados, conforman un conjunto que amenaza nuestras libertades.

Una amenaza que no cesa por eventuales combates por el poder entre aparatos de gobierno y medios de prensa con nostalgia monopólica, como el que contemplamos hoy en Salta, en donde viejos amigos, compañeros y aliados se desconocen y enfrentan.

Es esta, como bien se ha dicho, una lucha entre poderosos para acumular más poder, para expulsar al ahora enemigo o, por lo menos, marcarle el territorio. (Por cierto, días atrás, el señor Urtubey perdió los estribos cuando, cediendo al desprecio, descalificó como interlocutor a un periodista por su condición de empleado).

Discuten ellos asuntos de poder, no pujan por la libertad de expresión ni por el derecho a una información veraz.

martes, 14 de junio de 2011

¿Qué cosa es la realidad?

La realidad ha estallado en mil pedazos. Ya no es lo que era.

Está, por supuesto, la realidad de siempre, simple, cotidiana, con esporádicos sobresaltos: muchos bailan los sábados por la noche, luego abarrotan los hoteles por hora, algunos son felices, otros pecan; unos viven frugalmente, otros corren detrás de vicios y lujos; uno descubre la dieta mediterránea, otro ingiere grasas placenteras.

La gente conversa, sueña y despotrica en los cafés de siempre. Hay estudiantes que estudian, obreros que trabajan, diplomáticos que se atiborran de sanguchitos de miga, señoras que tejen. Algunos cuidan su jardín otros juegan al futbol. Los chismosos inventan y reproducen cuentos.

En una dimensión poco conocida reside también la realidad virtual. La de internet y sus redes sociales donde surgen encuentros, unos compran y otros venden, se forman parejas estables y ocasionales, algunos suplantan personalidades para delinquir, y otros descubren modos de aprender y de enseñar.

Y está luego la realidad mediática. Es decir, aquello que sucede en la televisión, en las radios y en la prensa en general. La fuerza irresistible de los medios de comunicación tiende a imponer esta realidad, generalmente espectacular, como la única verdadera.

En esta realidad omnipresente, los protagonistas no son ya el almacenero de la esquina, la señora pícara del barrio o el don juan del cabaret, sino ricos y famosos, gente generalmente linda de piel bronceada y pelo sin caspa.

El escándalo alrededor del dinero, del poder o del sexo es la fuerza motora de esta realidad manipulada. Mucho de lo que llega a los medios masivos es producto de astutos guionistas que crean personajes nacidos simpáticos y programados para morir como villanos.

Pero, si bien hay casos de creación cinematográfica, la mayoría es fruto de la selección que esos hacedores de la realidad televisiva realizan del mundo real.

Todas las noches (en Buenos Aires y en miles de capitales nacionales y provinciales) selectos grupos de analistas y comunicadores deciden de qué y de quién hablará todo el país la mañana siguiente. Arman titulares, ponen los focos sobre personas y hechos, o desechan aquello que entienden vulgar o nimio.

Son los llamados formadores de opinión que tratan de convencernos y modelar nuestras preferencias alimentarias, culturales o políticas. La importancia electoral de estos profesionales de la opinión pública los convierte en buenos amigos o temibles adversarios de los poderosos.

La información digitada y publicada genera adictos y autómatas. Como aquel amigo que, orgulloso, me decía: “Me paso todo el día leyendo” Y cuando, esperando un inventario de literatura y ensayos, le pregunté qué leía me citó a todos los diarios y revistas nacionales, más los de Salta y Tucumán. Leía y bajaba al café de siempre a deslumbrar a los tertulianos.

Si bien no queda más remedio que informarse de lo que sucede en esta realidad mediática, sigo prefiriendo a los pensadores, a los peluqueros ilustrados, a las señoras maduras en trance de confesión y a los vecinos conversadores.

viernes, 10 de junio de 2011

Mora Judicial sin Indignados

En mi lejana juventud frecuente durante doce años los tribunales salteños. Unas veces como funcionario y otras como abogado litigante. He regresado ahora.

Muchos de mis amigos se jubilaron o han cambiado de oficio, de modo que me siento algo extraño en los espléndidos y poblados pasillos de la nueva ciudad judicial en donde a veces me detengo a observar modas, prestigios, rutinas, códigos que se me antojan diferentes a los de los años 60 y 70.

Sin embargo, hay dos cosas que llaman poderosamente mi atención.

Una es la agobiante morosidad en los trámites judiciales. La otra es la parsimoniosa resignación que ante ella manifiestan los principales actores de la vida de tribunales.

Las autoridades suelen exhibir orgullosas la incorporación de tecnologías informáticas en determinados aspectos de los procedimientos, como acaba de ocurrir con las notificaciones electrónicas dispuestas para el fuero laboral. Pero, a mi entender, el ritmo de los cambios es excesivamente lento como para abatir la mora y le pereza judicial. Daré algunos detalles.

Por ejemplo, la oralidad de ciertos juicios, pensada para acelerar trámites y mejorar la respuesta judicial, tropieza con los rudimentarios métodos taquigráficos. Los funcionarios que toman las audiencias carecen de las nuevas herramientas que facilitan la grabación y la recuperación de lo sucedido durante las mismas. Esto hace que las partes tengan que esperar meses para que se produzca la transcripción de lo actuado.

En el fuero del trabajo se multiplican las causas y los litigios, sin que las autoridades se hagan cargo del problema y decidan aumentar la dotación de jueces y funcionarios. Los trabajadores deben esperar años para obtener satisfacción a sus reclamos, ante el pasmoso silencio de los sindicatos y de las corporaciones que deberían protestar contra tal estado de cosas.

En el fuero federal de la seguridad social, donde tramitan los reclamos contra la ANSES, la situación es francamente crítica como lo ha puesto de manifiesto la Corte Suprema de Justicia de la Nación. En este caso, la mora judicial (impávida ante la edad o la salud de los demandantes de derechos evidentes) es provocada y alentada por la ANSES que prefiere un estado de cosas que le permite financiar decisiones políticas con los fondos que debería destinar a pagar sentencias.

En ambos ámbitos la mora alcanza a los autos y sentencias y al despacho que debería ser diario. En algunos casos, los letrados deben esperar meses simplemente para poder consultar los expedientes sepultados bajo montañas de papeles que no pueden desarmar ni la informática ni la voluntad humana.

Alguien debería hacer algo. Cuanto menos, protestar y proponer.

martes, 7 de junio de 2011

Casonas Misteriosas en Salta

Nuestra ciudad de Salta se caracterizó, prácticamente desde siempre, por contar con casonas señoriales, muchas de ellas construidas honradamente y con buen gusto dentro de un estilo que fue imponiéndose como característico.

Casonas donde se amó, se eludió o sucumbió ante los pecados capitales, se tejieron alianzas políticas y matrimoniales, se vivieron las mortales alegrías y las mortales tristezas.

Pero también existieron casas misteriosas sobre las que circulaban leyendas de todo tipo, como por ejemplo aquella al píe del cerro San Bernardo habitaba por un señor mayor que, se decía, vivía solo y presa de manías que ahuyentaban a los precavidos y atraían a los curiosos.

En otra, ubicada en la calle Santiago del Estero, un ingeniero sin diploma regenteaba un curioso laboratorio para hacer llover. Algunas de sus maquinarias infernales estaban a la vista, de modo que sobre todo los niños de la época nos dábamos una vuelta para ver el espectáculo del ingeniero y sus artefactos.

En uno de los tantos pasajes de la Salta de antes, vivía un caballero solterón que adivinaba el futuro y al que frecuentaban las niñas y damas de las familias autodenominadas beneméritas. Concurrían, naturalmente, casi a escondidas pues las artes del caballero chocaban con la ortodoxia religiosa.

Ya en las afueras, una famosa curandera de todos los males de cuerpo, atendía a deportistas, escépticos de la medicina, vecinos pobres y gente variada que concurría a su casa oscura y bienoliente y salía siempre aliviada y risueña.

Y a unos kilómetros del centro, un próspero emigrante trajo de Europa, piedra por piedra, un austero castillo que todavía embellece el paisaje de la quebrada de San Lorenzo.

Hoy, las cosas han cambiado al influjo de la prosperidad que beneficia, por derecha o por izquierda, a algunos comprovincianos que, cumpliendo añejos rituales, deciden manifestar su bienestar construyendo verdaderos palacetes que pronto quedan grandes y llaman siempre la atención de los viandantes.

Mi curiosidad está centrada en una de estas bellas casonas de reciente factura, rodeada de muros almenados, de árboles incipientes, que en las noches de fiesta ilumina su generoso parque con luces de colores y que en los días patrios luce las banderas de reglamento.

Sobre el recinto circulan, como antes, las más variadas leyendas inverosímiles: que hay lagos venecianos poblados de yacarés, que tiene gimnasio, discoteca, usuina, helipuerto, zoológico, museo propios. Unas veces la envidia y otras la maledicencia están en el origen de tamaños rumores.

Pienso que las personas tienen derecho a vivir como quieran y honradamente puedan. De modo que este anecdotario me trae sin cuidado.

Sin embargo hay algo que me preocupa: el desprecio de muchas de las nuevas construcciones por las normas medioambientales, y el deseo de algunos propietarios de regar jardines homéricos y pistas deportivas (golf, polo, pato, futbol) en tiempos de sequía. Y hacerlo aun cuando para ello haya que romper tranqueras y dejar sin agua al resto de los mortales.

jueves, 2 de junio de 2011

UN PELIGROSO DELINCUENTE USURPA MI IDENTIDAD

Estimados amigos y lectores:

Ayer me presenté ante la Justicia Nacional de Instrucción para ratificar la denuncia contra la persona (perfectamente identificada) que usurpa mi nombre y demás datos de identidad.

Entre otras maniobras complementarias, falsificó una delirante biografía en WIKIPEDIA en la que usando datos reales de mi vida familiar y profesional, incluía elementos imaginados por una mente delirante y delictiva.

El impostor actúa preferentemente en Buenos Aires, pero ha dejado sus engañosas huellas en otros sitios.

Quiero advertir que este señor se especializa (pese a sus años y a su triste figura) en acosar y engañar a mujeres, con promesas de todo tipo.

También exhibe ingentes recursos económicos para luego defraudar a los incautos. Ha cometido estafas a comerciantes y asociaciones sin fines de lucro.

Por una de estas maniobras delictivas fue detenido en Salta en un lujoso hotel céntrico, en donde se alojaba bajo identidad falsa, de lo que dio cuenta la prensa local.

Frecuenta peñas folklóricas. Se exhibe en vehículos con falsos permisos de libre tránsito falsamente emitidos por altos organismos del Gobierno de la Nación. Dice tener estrechas relaciones con las esferas oficiales.

Tiene entre 60 y 65 años y supo frecuentar el Colegio Militar de la Nación. Habla como salteño (pues aquí nació). Cuando se expresa parece tonto, pero no lo es.

Su tarjeta de presentación, que lleva mi nombre, invoca un falso título emitido por la Universidad de Harvard.

Ruego divulgar esta nota. Pronto anunciaré el número del Juzgado en donde está radicada la causa a fin de que los damnificados concurran a brindar su testimonio.

Salta, 2 de junio de 2011.

José Armando Caro Figueroa

La indignación española vista desde Salta (y IV)

En los años 70 y tras la muerte del dictador, los españoles, antes de que la indignación se transformara en insurrección general, decidieron avanzar hacia sus nuevas ilusiones. Lo hicieron a través de liderazgos jóvenes, valientes y de vocación democrática y europea que encontraron en el consenso la herramienta más eficaz.

Unos años antes, los argentinos nos indignamos contra la dictadura de Onganía y sus sucesores. Pero nuestras metas juveniles estaban teñidas de híper-nacionalismo, de voluntad de excluir (o incluso exterminar) al adversario diferente; rechazábamos por principio el diálogo y el consenso. Algunas fuerzas juveniles, mezclaron política y religión y se lanzaron al frenesí de la violencia logrando que el terrorismo ocupara el lugar de la política.

Incluso quienes no practicamos la violencia abrevamos en intelectuales que, desde la derecha o la izquierda, proclamaban posiciones radicales y antidemocráticas. Algunos digirieron mal a SARTRE; otros nos intoxicamos con HERNANDEZ ARREGUI (autor al que hoy todavía leen con veneración los que mandan) pasando por alto sus contenidos fascistas de izquierda.

Nuestra indignación de entonces tumbó a la dictadura, pero también al gobierno que, en 1973, surgió de las urnas con vacilantes invocaciones democráticas. Nadie supo ni pudo frenar la espiral de violencia y el terrorismo siguió imponiendo su ley feroz hasta 1983. Concluido el ciclo terrorista, algunos decidieron continuar la batalla del odio por otros medios.

Por eso alienta comprobar que los españoles que hoy se indignan lo hacen renegando expresamente de la violencia y de su fraseología engañosa que exalta el odio. Unos de sus guías intelectuales, Stephan HESSEL, está convencido de que el futuro pertenece a la no-violencia, a la conciliación de las diferentes culturas.

Y añade que “Por esta vía, la humanidad deberá franquear su próxima etapa. Tanto por parte de los opresores como por parte de los oprimidos, hay que llegar a una negociación para acabar con la opresión; esto es lo que permitirá acabar con la violencia terrorista. Es por eso que no se debe permitir que se acumule mucho odio”.

Antes de proclamar la indignación como virtud cívica, HESSEL previene a los jóvenes contra la indiferencia; quién dice “yo no puedo hacer nada, yo me las apaño”, pierde uno de los componentes esenciales que hacen al ser humano; la capacidad de indignarse y el compromiso que nace de ella.

A la luz de estas palabras suenan absurdas las manifestaciones de los agentes vernáculos del odio que se dicen precursores de los indignados españoles. Ignoran que estos demandan más y mejor democracia, mayor justicia y fraternidad; aquellos indignados quieren seguir viviendo en paz y libertad e integrados en el mundo.

lunes, 30 de mayo de 2011

La indignacion española vista desde Salta (III)

Me he referido en columnas anteriores a las principales manifestaciones de la crisis económica y política que afecta a España y que, como se sabe, está generando movilizaciones que expresan la indignación de miles y miles de personas.

Uno de los inspiradores intelectuales del inédito movimiento español es el pensador Stephan HESSEL, de 93 años, que trabajó entre los redactores de la Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948, quien con un manifiesto de no más de 30 páginas está contribuyendo al despertar de conciencias, inquietudes y responsabilidades.

Seguramente nuestro señor Urtubey se habrá sorprendido ante tan evidente desmentida de su tesis de que solo cabe esperar algo nuevo y valedero de los jóvenes que, como el, abrevan en las exclusivas fuentes de la sabiduría.

El contraste entre ambos pensamientos y comportamientos es abrumador: Mientras que nuestro Gobernador es un adalid del pasado y celoso velador del régimen excluyente, el anciano profesor HESSEL mueve multitudes impugnando inequidades y verdades establecidas.

La señora Presidenta, guía de nuestro Gobernador, en un rapto de entusiasmo verbal, ha dicho que los indignados españoles están luchando por conseguir lo que hoy, gracias a su modelo, disfrutamos los argentinos.

Pero eso no es sino un tremendo error. Poco menos que una apelación propagandística y autorreferencial, propia de quién mira el mundo como quién contempla su delicado ombligo. Si bien es cierto que la indignación todavía no es el talante de la mayoría de los argentinos, es igualmente cierto que los españoles descontentos con su realidad difícilmente la cambiarían por la realidad argentina que multiplica las lacras que les indignan.

Aquí los desocupados se llaman excluidos o se esconden tras la fachada de subsidios magros y clientelares y de bajos salarios; los banqueros y los amigos del poder ganan dinero como nunca; las grandes corporaciones, entre ellas los sindicatos, conservan antiguos poderes; el régimen político no es ni siquiera bipartidista, pues quienes mandan se han encargado de destruir a los partidos que podrían amenazar su hegemonía.

¿Cómo los indignados españoles se mirarían en el espejo salteño siendo que aquí la Ley electoral, en combinación con hábiles maniobras, le aseguran al señor de Las Costas (antes Juan Carlos, hoy Juan Manuel), no ya el 60% de los votos, sino el 90% de los representantes legislativos?

La diferencia entre España y Salta está, a mi modesto entender, entre estilos de santidades: La Santa Indignación española es en Salta Santa Resignación.

Dado que nuestras mayorías están mejor que en otras épocas, temen estar peor, y no son dadas a las grandes inquietudes de futuro, continúan comprando eslóganes, caras lindas, y triquiñuelas. Al menos por ahora.

domingo, 29 de mayo de 2011

"Cristina y su mundo"

Editorial del diario RIO NEGRO


Los "indignados" mismos, aquellos jóvenes que creen que su propio porvenir será mucho más gris de lo que habían anticipado y que están protagonizando protestas multitudinarias en Europa, no parecen saber muy bien lo que quieren, razón por la que los integrantes de este movimiento, que se inició hace poco en España para entonces propagarse con rapidez fulminante a través de los medios sociales electrónicos a otras partes del mundo, optaron por celebrar un "día de reflexión", pero la presidenta Cristina Fernández de Kirchner no tiene dudas al respecto.

Según ella, lo que están reclamando los "jóvenes de la vieja Europa" es "lo que hemos hecho y estamos haciendo aquí en estos años felices".

Así, pues, a su entender las calles de las principales ciudades de España y otros países europeos están llenándose de manifestantes que, sin haberse dado cuenta, son kirchneristas que sueñan con tener la "esperanza y construcción de futuro" que, gracias a Cristina y su marido fallecido, ya tienen sus afortunados contemporáneos argentinos.

Aunque es normal que políticos profesionales exageren sus propios aportes a la felicidad del género humano, les conviene respetar ciertos límites. La verdad es que, lejos de aspirar a compartir el destino triste de la proporción muy grande de nuestra juventud que se ha resignado a la pobreza extrema ya que ni trabaja ni estudia, los españoles y otros europeos que están protestando contra la realidad que les ha tocado vivir temen más que nada que el futuro de su país se asemeje a lo que sucedió en la Argentina a partir de la Segunda Guerra Mundial.

Les asusta la posibilidad de que, luego de una etapa caracterizada por la abundancia y el optimismo generalizado, su propio país degenere en uno en que una pequeña minoría disfruta de ingresos adecuados pero la mayoría abrumadora percibe montos que en el mundo desarrollado la ubicaría por debajo de la línea de pobreza.

Tales temores distan de ser fantasiosos. Con cierta frecuencia, los analistas italianos, españoles e incluso franceses aluden al peligro, que les parece alarmante, planteado por "la argentinización", o sea de lo que puede suceder en sociedades una vez consideradas ricas que se depauperan a causa de la inoperancia de sus dirigentes.

Desde su punto de vista, el kirchnerismo es sólo la forma más reciente que ha tomado el corporativismo demagógico que en su opinión está en la raíz de la notoria decadencia argentina. Huelga decir que nadie en sus cabales lo tomaría por una "solución" para las dificultades que tantos enfrentan.

Si bien a esta altura sería absurdo suponer que los europeos se salvarían de la crisis que se les ha venido encima si adoptaran "el modelo" inflacionario reivindicado por Cristina, dejando de preocuparse por detalles engorrosos como la estabilidad monetaria, la productividad, la calidad educativa, la seguridad jurídica o la conveniencia de atraer inversiones, la presidenta y otros miembros de nuestra clase política sí están en condiciones de enseñarles mucho que podría resultarles útil, sobre todo a los atribulados gobernantes de España, Grecia, Portugal e Italia, países que están perdiendo terreno frente a socios de la Eurozona como Alemania, Holanda y Francia.

Después de todo, cuando de manejar el deterioro colectivo sin poner en riesgo el bienestar de la clase dirigente se trata, los políticos argentinos han resultado ser auténticos maestros. Al desplomarse la convertibilidad, pasaron por un período desagradable, el del "que se vayan todos", pero pronto, encabezados primero por Eduardo Duhalde y después por Néstor Kirchner, se dieron cuenta de que el método más eficaz de defenderse contra sus críticos consistía en atribuir todas las lacras nacionales a la maldad de extranjeros poderosos, entre ellos los funcionarios del FMI, a acreedores codiciosos, a economistas "neoliberales" locales y a conspiraciones siniestras urdidas en el exterior por los resueltos a frustrar las expectativas legítimas del pueblo.

Hasta ahora, sólo los extremistas de izquierda y derecha en Europa han caído en la tentación de emplear variantes del discurso favorecido aquí por los kirchneristas y otros militantes populistas que están acostumbrados a hablar como si ellos mismos fueran víctimas de los males que denuncian, pero no sorprendería demasiado que en los años próximos lo hicieran muchos más.

sábado, 28 de mayo de 2011

La indignación española vista desde Salta (II)

Continuando con esta serie de columnas dedicadas a analizar la crisis española, me referiré a los aspectos políticos de la misma. Hacia mediados de los años 70 los españoles advirtieron de que su sistema de convivencia de matriz corporativa, asentado tras los horrores de la guerra civil, era incapaz de satisfacer las expectativas e ilusiones de todos.

Incluso los sectores más lúcidos del régimen tardo-franquista sabían que las normas excluyentes, fundadas en antiguos odios, no estaban ya en condiciones de conservar la paz y de abordar los desafíos del futuro.

Por aquel tiempo la enorme mayoría de los españoles deseaba vivir en una democracia de corte europeo y estaba dispuesta a aceptar la economía de mercado a cambio de determinadas garantías de bienestar social.

Los representantes del régimen, con Adolfo Suarez a la cabeza, y los líderes de los partidos políticos que emergían tras décadas de persecuciones, se dieron a la tarea y consensuaron las bases de la España moderna que quedaron plasmadas en documentos tales como los Pactos de la Moncloa de 1977 y la Constitución Española de 1978.

Esos acuerdos adoptaron recaudos para garantizar tanto la transición ordenada y pacífica como la gobernabilidad futura. Los grandes actores políticos no querían recaer en los excesos de la Segunda República española y adoptaron los recaudos para pacificar las querellas del pasado.

La restauración de la monarquía, el régimen parlamentario basado en la primacía de los partidos mayoritarios, la apertura de un proceso de regionalización o federalización, la consagración de los derechos fundamentales, entre ellos la libertad sindical, la alianza con las estructuras con las que occidente hacía frente a la guerra fría, y la incorporación a las Comunidades Europeas, fueron los ejes políticos de la nueva España.

Muchas de estas convicciones que lograron mayoritarias adhesiones, están hoy siendo cuestionadas por quienes creen que ha llegado el momento de inaugurar una nueva etapa. Si bien hay algunos consensos que seguramente habrán de mantenerse, hay otros que ya no reflejan las inquietudes sobre todo de las nuevas generaciones.

El sistema bipartidista (protagonizado por el conservador Partido Popular y los socialistas) y las reglas electorales que lo blindan, están en el centro de la indignación de los españoles en rebeldía.

Para comprender el malestar que genera el bipartidismo excluyente, resulta útil una referencia a lo que sucede en nuestro país y en Salta, donde las leyes electorales, quizá más brutalmente que en España, también promueven la concentración del poder y dejan fuera de las instituciones representativas a las minorías.

Todo hace suponer que los indignados españoles lograrán, no sin esfuerzo, los cambios institucionales que reclaman. Sobre todo el que propugna un régimen electoral directamente proporcional que garantice la representación de las minorías en los cuerpos legislativos. (Continúa)

miércoles, 25 de mayo de 2011

La indignación española vista desde Salta (I)

Sigo con especial interés y emoción los acontecimientos protagonizados por miles y miles de españoles que, por estos días, están expresando su indignación contra una situación política y económica de inusitada gravedad. Todo parece indicar que otro largo ciclo de 40 años está llegando a su fin.

Mi interés, más que académico, tiene que ver con mis lazos con España, construidos durante los 14 años que vivé en este país. Mi emoción, a su vez, se relaciona con la participación de mis hijos y sobrinos en esta singular y decisiva protesta.

Cinco millones de desocupados, la convicción de que un modelo de crecimiento económico (basado en la construcción y el turismo masivo) ha llegado a su fin, y las evidencias en el sentido de que el sistema de producción reparte inequitativamente las cargas y los beneficios, están en la raíz de la indignación de aquellos españoles.

El ajuste, abordado por el Gobierno del Presidente Zapatero de forma tardía, vacilante y con notorios errores técnicos, ha perjudicado grandemente a la masa de emigrados (muchos de ellos iberoamericanos) que llegó a España entre finales de los 90 y la primera década del nuevo siglo.

El desempleo de larga duración es la condena cotidiana de más del 40% de los jóvenes menores de 25 años. Las hipotecas abusivas agobian también a esos mismos jóvenes. La mayoría de quienes han logrado conservar su empleo sufre rebajas salariales y ha sido notificada que tendrá que trabajar más años para acceder a jubilaciones reducidas en su cuantía futura.

Las medidas del Gobierno, además de tardías, resultan claramente inequitativas en tanto han procurado atender primero las necesidades de los bancos y constructoras antes que las de los desocupados.

A su vez, las reformas propuestas por los socialistas españoles para fundar un nuevo modelo de producción y bienestar avanzan lentamente y no han logrado concitar el necesario consenso con las fuerzas de la oposición.

Mientras todo esto sucede, la crisis se arrastra durante meses y meses con la lógica secuela de desaliento, en tanto los españoles (y quienes allí residen) no perciben que el retorno a la senda de crecimiento y bienestar este cercana. Un desaliento que se potencia por el hecho de que varios países vecinos y socios (como es el caso de Alemania) están lográndolo.

Los jóvenes advierten además que los sindicatos funcionan, desde hace varias décadas, como actores que defienden a los trabajadores ocupados y mayores de 40 años que son los que disfrutan de las ventajas del modelo en materia de estabilidad en el empleo, mejoras salariales y acceso a las prestaciones del Estado de Bienestar.

Para intentar salir del atolladero, los sindicatos y las patronales, al ritmo cansino de las cosas de palacio, negocian la enésima reforma laboral, esta vez centrada en la negociación colectiva, una de las instituciones que, más allá de los cambios derivados de la libertad sindical, conserva la estructura y las rutinas definidas en tiempos del dictador Francisco Franco (continúa).

martes, 24 de mayo de 2011

La irrespondable idea de potenciar los asentamientos pobres

De las recientes elecciones salteñas, además de la abrumadora mayoría lograda por el Gobernador Urtubey y su régimen de colectoras que ha destruido a los partidos políticos, han surgido algunos pequeños cambios positivos. Me refiero al relevo de varios Intendentes, un hecho que expresa el creciente interés en los asuntos municipales.

Los nuevos Intendentes tienen enormes desafíos. El primero, lograr un trato justo por parte del Gobernador que es quién tiene la llave de la caja y quién distribuye los recursos sin los cuales todos los municipios salteños perecerían por asfixia financiera.

El segundo desafío es el crecimiento poblacional influido por las migraciones internas e internacionales. Un problema que se agiganta cuando hablamos de los municipios que circundan a la capital de Salta que ejerce una atracción irresistible sobre quienes viven en zonas con menos oportunidades urbanísticas, de empleo, de ocio y de consumo.

Varias localidades del Valle de Lerma están convirtiéndose, en el mejor de los casos, en precarias ciudades dormitorios de personas que viajan diariamente a la capital para trabajar, hacer trámites, o proveerse de bienes y servicios.

Algunos viejos Intendentes, como el de Cerrillos, han descubierto las ventajas que esto tiene para su eternización en el poder: alientan asentamientos, proveen de DNI a los asentados y los fidelizan con pequeñas dádivas a cambio de su voto y de su presencia ululante en cuanta fiesta o marcha convoque. Pero estos movimientos poblacionales no son neutros en materia de servicios urbanos y sociales. Veamos un caso.

El señor Gobernador acaba de anunciar que en el área de Atocha, Municipio de San Lorenzo, se asentarán 10.000 personas en terrenos fiscales. Como es fácil imaginar, semejante operación desequilibrará al Municipio que, de no mediar un milagro, tendrá que hacerse cargo de la provisión de servicios y ayudas a los nuevos habitantes.

La renta per cápita que hoy dispone la Municipalidad de San Lorenzo para atender a sus casi 15.000 vecinos, muchos de los cuales tienen necesidades básicas insatisfechas, se reducirá drásticamente.

El agua disponible (que ya resulta escasa), deberá dividirse entre más personas. Otro tanto ocurrirá con los servicios de educación, salud, seguridad y asistencia social. Con el agravante de que los planes de vivienda y asentamiento no otorgan prioridad a los sanlorenceños de escasos recursos que están siendo obligados a emigrar.

Este problema tiene, al menos en teoría, varias soluciones:

Una de ellas pasa por que el nuevo Intendente plantee al Gobernador la necesidad de un Fondo Provincial que financia los servicios públicos que demandarán los nuevos habitantes, al estilo del Fondo del Conurbano Bonaerense.

La otra, es dejar que todo transcurra como si de un cataclismo natural se tratase.

viernes, 20 de mayo de 2011

Salta Irrelevante

Mas de un tercio de los Presidentes Argentinos nació en la ciudad de Buenos Aires. Sin embargo, los tres Presidentes nacidos en Salta colocan a nuestra Provincia en un puesto importante.

Dos de ellos accedieron a la primera magistratura por el voto ciudadano y tras la renuncia del Presidente (José Evaristo Uriburu) o del fallecimiento de su compañero de fórmula (Victorio de la Plaza).

El tercero (José Félix Uriburu) lo hizo a través del primer golpe militar de la República. En materia de candidaturas presidenciales sobresale la de Robustiano Patrón Costas frustrada por la revolución de 1943 que abrió las puertas al largo ciclo peronista.

Otros comprovincianos llegaron a postularse como vicepresidentes, pero alcanzaron muy pocos votos. En los últimos años los candidatos fueron Armando Jaime (acompañando a Agustín Tosco), Ricardo Gómez Diez (que compartió formula con Ricardo López Murphy), Juan Carlos Romero (compañero de Carlos Menem) y yo mismo que integré la fórmula de Acción por la República con Domingo Cavallo.

Salta fue también una importante proveedora de ministros nacionales. Alrededor de 20 comprovincianos ejercieron altas responsabilidades en los gabinetes nacionales de diferente orientación, siendo probablemente Indalecio Gómez el que alcanzó mayor relieve gracias a su intervención de la Ley Sáenz Peña.

Este repaso muestra uno de los indicadores de la influencia salteña en la escena política nacional. A partir de estos datos, me atrevería a concluir que el peso político de Salta viene experimentando una apreciable caída. Una caída que quizá podría revertir la eventual candidatura presidencial del señor Urtubey, aunque es muy pronto para hablar de ello.

Otra forma de medir nuestra influencia es repasar las transferencias no automáticas de fondos nacionales. En este sentido, como lo acaba de mostrar el diario La Nación, Salta ha caído en la irrelevancia en materia de recursos para las políticas sociales.

Pese a soportar una de las tasas de desocupación más altas, nuestra Provincia no recibe ni un solo peso para el programa de empleo más importante: me refiero al Programa Argentina Trabaja.

Esta lamentable omisión puede obedecer a dos circunstancias: O se trata de una represalia nacional o, lo que me parece más probable, las autoridades locales se han dormido en presuntos laureles.

En realidad, el Programa Argentina Trabaja no es un simple subsidio a los pobres, sino un sistema muy articulado de prestaciones que de verdad fomentan el empleo. Su puesta en marcha requiere de una especial capacidad de las autoridades provinciales y municipales.

Y, por mucho que nos pese, estas suelen preferir cosas más simples, que no les exijan mucho esfuerzo y que brinden réditos electorales fáciles.

El señor Gobernador debería aclarar esto y, si acaso, tomar cartas en el asunto para lograr que Argentina Trabaja beneficie a miles de saleños.