sábado, 11 de septiembre de 2010

Los abogados salteños cenan

A quienes estamos inmersos en este frenético devenir de las horas no nos resulta fácil percibir los cambios. Esta dificultad es superlativa cuando, como es el caso de las generaciones contemporáneas, la humanidad vive un cambio de época.

Esta breve introducción me sirve, no para ahondar en este apasionante asunto, sino para referirme a la reciente cena que reunió a los abogados salteños con motivo de celebrar su día y, también, de honrar la memoria de Juan Bautista Alberdi.

Asistí a esta cita anual de los abogados tras 36 años de ausencia, ya que mi última participación en este tipo de eventos había ocurrido en el lejano 1974.

En este período, al menos a juzgar por el eco de las cenas anuales, el número de quienes participan en la fiesta alberdiana se ha multiplicado por 3 o por 4, como se ha multiplicado el ir y venir de abogados por los pasillos de tribunales.

Todo hace presumir que, a consecuencia de esta suerte de masificación, las relaciones entre colegas tienden a perder la intensidad de otros tiempos. Al tiempo que revelan una notoria feminización de la matrícula. Piénsese que, cuando ingresé al Colegio de Abogados de Salta, en el más lejano 1964, el número de abogadas era casi insignificante, más allá de la presencia de algunos talentos jurídicos femeninos.

Mientras el vestir informal gana adeptos en los pasillos de la Ciudad Judicial, en abierto contraste con la mayoritaria elegancia clásica de los años 60, la cena de este año fue un pretexto para que los abogados salteños exhibieran sus galas y sus elegancias. Sobre todo las damas, hábiles en las artes de exaltar su belleza y, si tercia, disimular sus rasgos menos agraciados.

Los sobrios escenarios setentistas han sido reemplazados por salones enormes, inundados de luz y de cristales, de sillas y mesas engalanadas como para casamientos de campanillas, de pantallas gigantes que desde el vamos irradian música moderna.

También a diferencia del pasado, ha cundido la costumbre de que abogados y abogadas asistan a la cena con sus cónyuges o parejas formales. Y de que, además, los profesionales inviten a sus empleados y colaboradores. Téngase en cuenta que, en mis tiempos, un cierto elitismo desaconsejaba estas prácticas, a punto tal que ni siquiera los pasantes de pluma eran invitados.

Es que además de aquella suerte de orgullo corporativo, las cenas anuales de los abogados eran oportunidad para que algunos tiraran canas al aire y otros, los más jóvenes y audaces, aprovecharan la ocasión para ligar o para seducir a algunas de las pocas colegas que se aventuraban en los restaurantes decadentes de entonces.

Siendo que, como queda dicho, las damas escaseaban, las cenas terminaban invariablemente con contactos inter sexuales en otros ámbitos. En las noches del 30 de agosto, los abogados salteños llenábamos los cabarets, inundábamos las boîtes, y colapsábamos los recintos más íntimos de la esquina de Acevedo y Fernández.

jueves, 9 de septiembre de 2010

La Institución del "Tarro", o la Envidia en acción

Según el circunspecto lenguaje de la Real Academia de la Lengua Española, envidia es la tristeza o pesar que nos produce el bien ajeno. Vale decir, la desazón mezquina que nos ocasiona el que a otro le vaya bien, cualquiera sea el terreno de sus éxitos. Envidiamos los bienes materiales de otros, los triunfos deportivos ajenos, las conquistas masculinas o femeninas que nos son esquivas, el ascenso social, la fina estampa, las buenas notas del mejor alumno.

Pero donde la envidia campa por sus respetos es en el estrecho mundo de la política. Casi todos los políticos envidiamos o somos envidiados por otros políticos. De modo que, muchas veces, las discrepancias y los combates, antes que cuestiones ideológicas, expresan este oscuro sentimiento.

En los citados términos del diccionario, la envidia es un sentimiento pasivo, casi inofensivo. De lo que cabe deducir que solo daña y atormenta al envidioso y deja impávido al envidiado. El problema surge cuando aquel sentimiento se pone en contacto con acciones u omisiones que emanan del envidioso y tienen por blanco al envidiado. Me referiré aquí a dos de estas acciones, ambas muy comunes, diría que desde siempre, en la vida política salteña.

La primera es la Institución del Tarro que, lamentablemente, no viene definida por los diccionarios de regionalismos más conocidos. Tarrear, en salteño básico, significa juntar hechos reales o inventados con el único propósito de descalificar al tarreado. Si un señor está a punto de acceder a una candidatura o a un ministerio, los agentes del tarreo lanzan rumores, confeccionan carpetas de recortes, escriben anónimos, tratan de llegar a las más altas esferas en su designio de descabalgar al envidiado.

Están los tarreadores solitarios, pero existen también verdaderas unidades expertas en el difícil arte de desprestigiar, tachar e injuriar al adversario de turno. Y digo al adversario, pero debo corregirme pues la Institución del Tarro se aplica, bien es verdad que silenciosamente y por la espalda, respecto de amigos que van camino de conquistar algún éxito.

En tiempos donde los bienes y premios políticos se discernían en Buenos Aires (y pienso en los años de Onganía donde Salta era gobernada por Interventores Federales), varias unidades de tarreadores profesionales procuraban impedir determinados desembarcos.

En nuestros días, la Institución del Tarro mantiene toda su vigencia y es cultivada no solo por los de mi generación, sino por quienes siendo jóvenes por edad han heredado las viejas mañas.

La segunda acción que canaliza el sentimiento de envidia, es la inclusión del envidiado en algunas de las tantas Listas Negras. Aquí los poderosos de turno y sus epígonos, deciden privar del pan y de la sal a sus envidiados. La Institución sirve para descabalgar a adversarios reales o imaginarios, tanto como para sancionar rivalidades incluso amorosas. Se trata de impedir que el enviado crezca, avance e incuso que opine. Quienes tienen la llave de la lista no quieren sombras ni amenazas.

(Para FM Aries)

miércoles, 8 de septiembre de 2010

Los hábitos republicanos en Salta

Los valores republicanos y democráticos se expresan de muchas maneras. Se expresan, por ejemplo, en la conducta pública y privada de quienes gobiernan, tanto como en el accionar de los ciudadanos.

Cuando el comportamiento de nuestros gobernantes se analiza desde esta doble óptica, suele ser habitual encontrar desajustes notables. Los hay quienes identifican el cargo que desempeñan con su persona y su apellido (sucede en casi todas las Intendencias de nuestra Provincia). Otros insertan sus nombres en placas de bronce buscando la inmortalidad. No faltan quienes aprovechan las esquelas fúnebres para blasonar de contactos directos con el Altísimo. Montar cenas monárquicas en Las Costas es tentación a la que han sucumbido sus dos últimos moradores. Otros toleran que vecinos desesperados bauticen barrios con el nombre de algún poderoso o de sus parientes cercanos, con la secreta esperanza de que por esa vía lleguen el agua y otros servicios esenciales.

Cuando, tras una maniobra absolutista, el poder hegemónico reformó la Constitución de Salta para admitir varias reelecciones, esa latente tentación autoritaria de clara raigambre principesca oriental, encontró un cauce propicio.

La adhesión incondicional de los incondicionales y la obsecuencia de los obsecuentes, hacen el resto generando un régimen personalista que incomoda a las sensibilidades republicanas.

Asistimos a un panorama esperpéntico donde el otorgamiento de las ayudas a los necesitados se aprovecha para montar actos y mensajes ideados para mayor gloria y honra del gobernante de turno.

No estaría mal que alguien, con vistas a las próximas elecciones, confeccionara una suerte de test republicano a través del cual se interrogue a los candidatos acerca de sus preferencias simbólicas y se procuren compromisos de futuros comportamientos sobrios en caso de resultar electos.

Añadiré que ha cundido en Salta el uso de fotografías institucionales en donde la hierática imagen del primer mandatario preside la actividad (a veces escasa) de las oficinas públicas. Se trata de una costumbre extrapolada de países en donde la figura del Jefe del Estado está nítidamente separada de la del Jefe de Gobierno.

Aun cuando pudieran ponerse reparos a la entronización de un simple jefe de gobierno, creo que se trata de una costumbre razonable. Que debería completarse con la instauración regular y reglada de otra costumbre europea: las galerías de retratos de gobernadores y demás dignatarios democráticamente legitimados.

Sería, quizá, una forma de poner de manifiesto que antes del gobernante contemporáneo existieron otros. De hacer recordar a magistrados y ciudadanos que la historia no comenzó con el actual Gobernador. Serviría también para evocar la finitud y la volatilidad del poder, aun a riesgo de amargar las mañanas de quién se sueña único o de quién detesta a su antecesor.

(Para FM Aries)

lunes, 6 de septiembre de 2010

Invitacion amable

NOTA DE PRENSA

Entrega de los premios “Senador J. Armando Caro”

El próximo viernes 24 de setiembre a las 19 horas, en la sede de la Biblioteca Provincial, Salón Walter Adet, se llevará a cabo el acto de entrega de los premios “Senador J. Armando Caro” que otorga la FUNDACION COSMOSALTA.

El Jurado otorgó el primer premio al ensayo “La salteña Lola Mora en Rosario de la Frontera”, cuyo autor es don Carlos Jesús MAITA.

La FUNDACIÓN, a propuesta del Jurado, otorgó menciones especiales a los siguientes trabajos: En primer lugar a “Movimientos sociales en Salta: Felipe Burgos y la Federación de Trabajadores, Campesinos y Afines (FUTSCA)”, cuyo autor es el Ingeniero Marcelo RODRÍGUEZ. Y en segundo lugar al ensayo “Los viejos de Salta”, elaborado por el doctor Dr. Leonardo STREJILEVICH.

Para más información: www.iruya.com ó caro_armando@hotmail.com

Salta, 6 de setiembre de 2010.

El Quinto Poder

Somos muchos los que nos quejamos, creo que con razón, de lo mal que funciona la Salta pública, de los abusos de poder, de la ineficacia administrativa, de la inobservancia de las leyes, de la morosidad burocrática, de la opacidad de ciertas decisiones, de la existencia de hijos y entenados.

Se extiende la certeza de que la Salta oficial no funciona. De que el programa constitucional es letra muerta. De que no somos una república en donde reinen la ley, las libertades y la igualdad.

Soportamos funcionarios que cultivan el tono mayestático y que practican el arte del nepotismo.
Frente a este panorama, algunos comprovincianos han bajado los brazos. Otros persisten en su infinita mansedumbre. Y un segmento de la opinión pública opta por la crítica, aun cuando al ejercerla no le asista la esperanza de un cambio.

Destruidos los partidos políticos, disciplinado el Poder Legislativo a la voluntad del mandamás de turno, desaparecidos los órganos independientes de control, amenazada la independencia judicial y la libertad de prensa, la salvaguarda de los valores republicanos y la vigencia del Estado democrático de derecho quedan únicamente en manos de los jueces y de los medios que logran conservar su independencia.

Bastaría con escuchar a los oyentes que llaman a este programa radial para calibrar el papel que la ciudadanía asigna a la prensa independiente. Los micrófonos de FM Aries son tribuna de denuncia, ámbito de quejas, vehículo de peticiones al Gobernador y a los Intendentes.

Ocurre que, degradados los tres poderes tradicionales, el llamado cuarto poder se erige en barrera a los abusos en los que suelen incurrir quienes gobiernan.

Sin embargo, pienso en que los ciudadanos tenemos que comprometernos decididamente en la construcción del Quinto Poder. Me refiero a esa red de asociaciones, clubes, centros, fundaciones, y demás organizaciones no gubernamentales que en otras latitudes están reconstruyendo la democracia y preservando los intereses colectivos.

El tejido asociacional salteño es aún débil. Un poco por la conocida apatía cívica que suele paralizarlos, y otro poco por las dificultades que la burocracia estatal pone a aquellos que pretenden asociarse formalmente.

En las sociedades más adelantadas ha pasado el tiempo donde los ciudadanos lo esperaban todo del poder. Ha quedado atrás aquella delegación integral del poder ciudadano en los representantes elegidos.

Muchos salteños han comenzado a transitar por este camino democratizador y, como es el caso de las asociaciones vecinales y de las organizaciones solidarias, a obtener resultados positivos. Así como en ocasiones el poder arbitrario retrocede ante la intervención de la prensa libre, tiende a moderarse cuando tropieza con los ciudadanos organizados en defensa de la ley y movilizados en defensa de sus derechos.

(Para FM Aries)