jueves, 12 de marzo de 2009

El organo recaudador de Salta avanza, pero no tanto

En la Dirección de Rentas de la Provincia se han registrado avances notorios.

Se atienda al público en horario extenso y corrido; los salones lucen limpios y luminosos; la informatización de trámites avanza a buen ritmo; sus empleados parecen amables y bien formados.

Sin embargo, a simple vista de cualquier contribuyente atento, queda mucho por hacer.

En primer lugar, completar el proceso de informatización de modo que los contribuyentes puedan hacer todos los trámites, incluso los pagos, a través de Internet. Como sucede en otras provincias y, desde luego, en la AFIP.

Además, la repartición precisa impartir, y hacer cumplir, normas que eviten los tratos de favor y el amiguismo en ventanillas y oficinas.

Habrá que mejorar los servicios de información al público, incluida la página Web del organismo.

Pero donde las deficiencias son abrumadoras es en todo aquello que tiene que ver con la organización y los métodos.

Las rutinas administrativas son sencillamente absurdas por lo repetitivas. Unas veces obligan al contribuyente a volver una y otra vez para trámites simples, y otras establecen controles mensuales que bien podrían ser reemplazados por controles semestrales o anuales.

Si esta Dirección, clave tanto para el Estado recaudador como para el ciudadano contribuyente, ha sido capaz de llevar adelante una sorprendente reforma en el área de los Recursos Humanos, bien podría encarar un esfuerzo similar en las áreas de Organización y Métodos.

Pero si la Dirección de la Provincia merece reparos, se sitúa a años luz de la Dirección Municipal de Rentas, verdadero arquetipo del desorden, la negligencia, el amontonamiento y el atraso burocrático.

(Para FM ARIES)

martes, 10 de marzo de 2009

Día y días de Mujeres

En los EEUU, a comienzos del siglo pasado, mujeres trabajadoras protagonizaron luchas que se saldaron con víctimas femeninas.

Ayer, casi todo el mundo, vivió una jornada de conmemoración y reivindicación de la igualdad de derechos y oportunidades.

Si bien en Salta se han registrado algunos avances desde la instauración de la democracia en 1983, el machismo y la exclusión son señas de identidad de una sociedad que se resiste a cambiar.

Como es evidente, las desigualdades en razón del sexo son más acusadas y acuciantes entre las mujeres pobres o indigentes, condenadas a la violencia y al desánimo.

Los salteños solemos rendir culto a nuestras matronas, pero desdeñamos a otro tipo de mujeres que lucharon o conquistaron su autonomía.

Así, por ejemplo, ignoramos los méritos de las jefas de hogar, de las campesinas o de las monjas que sirven en los hospitales.

Mantenemos un sutil cerrojo que veda a las mujeres el acceso a los altos cargos en el gobierno y en las empresas. Demás está decir que no soy de los que creen que el asenso de las “señoras de” sea un signo de modernidad.

Corremos un tupido velo sobre aquel un selecto grupo de mujeres jóvenes de clase media que en los años 60 se sumaron tempranamente a la revolución femenina.

Restringimos hasta límites absurdos el acceso de las mujeres a la educación sexual y a las técnicas anticonceptivas. Me refiero aquí a las mujeres pobres, porque las otras se las apañan.

Eludimos hablar de las damas que, en los prolegómenos de la batalla de Salta, sedujeron a los oficiales del Ejército español. Mutilamos la biografía de Lola Mora. Colocamos en la lista negra a las escritoras de izquierda. Y, como no, algunos siguen hablando mal de doña María Greinstein.

(Para FM ARIES)