sábado, 21 de marzo de 2009

Sobre el poder perpetuo

En contraste con el viejo y el nuevo analfabetismo, la lectura es un requisito de la Libertad.

Sin embargo, saber leer, no basta. Es preciso que desde niños tengamos acceso a libros y a otros medios escritos, sin que su acceso esté manipulado por el Poder de turno. Como penosamente ocurría entre nosotros -en otros tiempos- cuando era obligatorio leer libros “oficiales” que endiosaban los gobernantes.

En este sentido, se me antoja que buenos padres son aquellos que, entre otras virtudes, inculcan a sus hijos el hábito de leer. De leer, sobre todo, buena literatura.

No se si he confesado aquí antes mi admiración por el Vizconde René de CHATEABRIAND y por una de sus mas celebradas obras: las “Memorias de Ultratumba”, publicada hacia mediados del siglo XIX.

Desdeñando por adelantado las descalificaciones de pedantería intelectual, me atrevo a trasladar a la audiencia una profunda y bella reflexión de CHATEABRIAND sobre el poder, y citar una frase espléndida.

El autor, pese a ser un reconocido monárquico, advierte contra la embriaguez que provoca el poder ejercido por largo tiempo. Y añade que los poderosos pierden toda noción de las cosas terrenas. “Todo cuanto no sea plegaria de rodillas ante sus altares, humildes auspicios y humillaciones profundas, es impiedad. No aprenden nada de la desgracia; la desgracia no es sino una vulgar plebeya que les falta el respeto, y las catástrofes no son para ellos otra cosa que insolencias”.

Los dirigentes que deciden prolongar su vida política, olvidan que, en palabras de CHATEABRIAND, “el mundo se cansará de ellos, y de su ruido”.

La frase es esta y viene inserta en una larga meditación sobre la vida y la muerte de Torcuato TASSO: “Hacen falta grandes tumbas para los hombres pequeños y pequeñas tumbas para los grandes”.

(Para FM Aries)

miércoles, 18 de marzo de 2009

Inseguridad e Intendentes

Añadiré algunas consideraciones sobre el tema de la inseguridad.

La comentada reunión vecinal con el señor Jefe de Policía me permitió comprobar que, tal y como sucede en otras grandes ciudades argentinas, los salteños se quejan del insuficiente despliegue policial en las calles, y reprochan al Poder Judicial una cierta negligencia frente a los delincuentes.

Otros, vinculan directamente el auge de los delitos con la creciente pobreza, la crisis de la familia, la deserción escolar y el relajamiento de las costumbres.

No faltan tampoco quienes demandan el endurecimiento del derecho penal de los menores, apoyados en la evidencia de que son precisamente los menores de edad penal los protagonistas de un elevado porcentaje de delitos.

Por último, una minoría parece tranquilizarse y enfurecerse, a la vez, cuando sospecha o comprueba que los delincuentes son foráneos.

Puede que varias de estas quejas o sentimientos ciudadanos se correspondan con un fenómeno de galopante complejidad, como es este del delito. Pero no es mi intención entrar aquí en todo esto.

Pretendo reflexionar brevemente sobre el papel de otro actor central en cualquier política de seguridad: Me refiero a las autoridades municipales, que van “zafando” y miran para otro lado.

Mientras los Intendentes continúen con la mala práctica de usar las ayudas sociales para rejuntar votos y no para lograr la plena integración de las personas en situación de pobreza, no contribuirán a pacificar la vida de pueblos y ciudades.

En realidad esa manipulación de las ayudas sociales no hace sino fomentar la criminalización de la pobreza y el larvado enfrentamiento entre pobres y no pobres.

(Para FM Aries)

martes, 17 de marzo de 2009

Inseguridad, vecinos y policia

Los vecinos de los barrios y pueblos de Salta estamos preocupados por la ola de inseguridad que avanza ante el desconcierto y la impotencia de la ciudadanía.

Con el agravante de que la misma institución policial parece presa de tal desconcierto, lo que resiente su eficacia, en un momento en que el brote delictivo coincide don los flecos del reciente conflicto laboral técnicamente mal resuelto.

Mientras, muchos representantes políticos ignoran el problema, salvo cuando un robo o un asalto afectan a sus allegados, o cuando deben ocupar una tribuna electoralista.

Debo reconocer, sin embargo, que el actual Jefe de Policía realiza esfuerzos por conectar con los vecinos, escuchando sus quejas y sugerencias.

Me tocó asistir a uno de estos verdaderos Cabildos abiertos y quedé gratamente sorprendidos por dos hechos: La movilización de los vecinos, amplia pese a la precariedad de la convocatoria. Y la capacidad del Jefe de Policía para escuchar a los irritados salteños.

Pero todo parece indicar que aquella fuerza de los ciudadanos carece de cauces para transformarse en fuente de soluciones y de control. Reaccionamos por espasmos ante hechos delictivos que nos tocan de cerca. Tenemos ideas y voluntad, pero tropezamos con la ausencia de carriles institucionales para actuar.

De otro lado, el talante dialoguista del Jefe de Policía no alcanza para resolver los problemas generados por la insuficiencia de medios (personales, pero también informáticos), y por la inveterada incapacidad de los sucesivos gobiernos para definir un verdadero Plan Estratégico de Seguridad adaptado a nuestras características culturales, sociales y territoriales.

Tendríamos que comenzar por reconocer que la ola delictiva no se detiene sino es con la participación de los ciudadanos, el concurso de expertos y la implicación del señor Gobernador y de los otros poderes de Estado.

(Para FM Aries)

lunes, 16 de marzo de 2009

La ausente democracia sindical

El fallo de la Corte Suprema de Justicia del pasado 11 de noviembre en el caso “ATE vs. Ministerio de Trabajo”, marcó un progreso sustantivo hacia la libertad sindical en nuestro país. Un avance, tardío pero indudable, hacia la vigencia de la Constitución Nacional y de los Convenios Internacionales suscritos por la Argentina; mal que les pese a las fuerzas sindicales tradicionales y sus aliados de siempre que han pretendido minimizar el pronunciamiento.

El fallo de nuestro más alto Tribunal contrasta con la inveterada negligencia de los tribunales inferiores, del Congreso de la Nación y del Poder Ejecutivo que, en sus diversas configuraciones ideológicas, prefirieron conservar el “stato quo”, antes que imponer la vigencia de los principios superiores de la República.

Hasta aquí, los otros dos poderes del Estado siguen apostando por conservar ese pacto no escrito que garantiza a los Sindicatos con personería gremial un irritante monopolio. Y todo hace prever que, mientras dure la actual mayoría política, habrán de omitir el dictado de las normas que remuevan los obstáculos a la libertad y, en paralelo, garanticen la democracia interna de los sindicatos.

Así las cosas, los sindicatos adheridos a la CGT continúan desenvolviéndose como si aquel fallo no hubiera existido, y los embriones de organizaciones libres (muchas de ellas afiliadas a la Central de Trabajadores de la Argentina) siguen sin poder ejercer sus derechos, salvo contadas excepciones.

Con ser trascendente, aquella Sentencia de la Corte, por imperativos procesales, se ha pronunciado sobre una de las dos garantías consagradas en el artículo 14 bis (la libertad sindical), sin adentrarse en la cláusula que garantiza también la democracia sindical.

Deberá hacerlo, tarde o temprano.

Mientras tanto, la realidad laboral en muchos sectores de las Administraciones Públicas y de la producción privada de bienes y servicios, muestra la emergencia de un cierto pluralismo sindical que se expresa a través de organizaciones libres que confrontan, bien que en inferioridad de condiciones dado el marco legal vigente, con los sindicatos oficiales.

Este pluralismo sin reglas esta provocando desórdenes en las mesas de negociación de salarios y condiciones de trabajo, añade o sobrecarga de tensión las huelgas y, en muchas ocasiones, dificulta la gestión y salida de los conflictos colectivos. Sin contar los casos en donde las huelgas se declaran para dirimir conflictos inter o intra-sindicales.

Dentro de este escenario (novedoso en la Argentina, pero trillado en todos los países democráticos), los empleadores se muestran desorientados y tienden a cerrar filas con el sindicalismo tradicional, sembrando de obstáculos el accionar de las organizaciones alternativas. Y, como no, terminan protestando contra el incipiente pluralismo y pidiendo el blindaje del modelo sindical peronista.

Se trata de opciones contrapuestas a los principios republicanos y a las normas constitucionales que bien harían los empleadores en asumir como propias; de opciones que, sin embargo, pretenden abordar problema real que el Estado (en este caso el Congreso de la Nación) deberá resolver reformando la legislación ordinaria en línea con el comentado fallo de la Corte Suprema de Justicia.

La solución es relativamente sencilla, y se encuentra en la introducción de procedimientos que, reforzando la democracia sindical, apunten a medir la efectiva representación de los sindicatos que actúan dentro de un mismo ámbito, de modo de constituir las mesas negociadoras en función del peso representativo de cada una de las organizaciones concernidas.

Como enseña la experiencia internacional, estos procedimientos miden tal representación bien teniendo en cuenta el número de afiliados, o bien a través de la elección de los miembros de las comisiones negociadoras mediante el voto secreto.

Cuando el Congreso de la Nación se decida a saldar esta deuda con la República, deberá adoptar dos medidas complementarias:

a) Mejorar los procedimientos que ordenan las elecciones internas en todos los sindicatos (con independencia de su mayor o menor representatividad); y

b) Liquidar el monopolio que sobre la dirección y gestión de las Obras Sociales ejercen los sindicatos con personería gremial, medida que redundará además en beneficio de su eficacia y transparencia.

En este último sentido, la celebración de comicios generales para elegir a las comisiones directivas y demás órganos de gestión y control de las Obras Sociales sindicales será un paso definitivo en este largo camino hacia la libertad y la democracia sindicales.

(Para LA NACION de Buenos Aires)