viernes, 13 de mayo de 2011

El Tribuno y los Derechos Fundamentales

Hace unos días presenté la siguiente denuncia:

DENUNCIA VIOLACIÓN DE LOS DERECHO DE NIÑOS

Salta, 23 de febrero de 2011.

Señor Ministro de Gobierno, Seguridad y Derechos Humanos
Dr. Pablo KOSSINER

Me dirijo a usted en mi condición de ciudadano con domicilio en la ciudad de Salta (calle Rivadavia 662, departamento 5), con el fin de instar las diligencias que correspondan para tutelar los derechos de las menores de 5 y 7 años, hijas de Laura VACA y de Marcos VERA, con domicilio ocasional en el Barrio Primera Junta de esta ciudad de Salta.

La violación de sus derechos fundamentales ha sido realizada por el diario “EL TRIBUNO”, en su edición del 22 de febrero de 2011 que acompaño.

La crónica periodística brinda suficientes elementos para que terceras personas (vecinos, familiares, compañeros de escuela) puedan identificar a las menores, y se explaya, excediendo los márgenes de la simple información de un hecho con interés público, sobre circunstancias penosas que dañan su honor y su intimidad, actuales y futuros.

La noticia repugna la conciencia cívica y a cualquier persona que vea en el respeto al honor y a la intimidad de todos un valor fundamental.

Invoco las garantías de la Constitución Nacional (artículo 19), de la Convención de los Derechos del Niño (de rango constitucional según el artículo 75.22 de la CN), de la Constitución Provincial (artículos 17 y 33), y de la Ley 26.061.

Por lo expuesto, pido al señor Ministro ordene las diligencias del caso orientadas a hacer cesar y reparar los daños infligidos a las menores.

Saludo a usted atentamente,

El asesinato de un asesino

El asesinato del terrorista Osama BIN LADEN por tropas de elite del ejército de los EEUU me ha parecido un acto repudiable. Y no porque tenga la más mínima simpatía con tan sanguinario personaje, uno de los tantos que mezclan religión y política para justificar violencias, crímenes y desmesuras.

El terrorista asesinado merecía un juicio con todas las garantías en donde se analizaran sus responsabilidades y se aplicarán, por jueces independientes, las condenas que el derecho penal reserva para actos como los atentados en las Torres Gemelas o en el Metro de Madrid.

Sometiéndolo a juicio, con independencia de las intricadas cuestiones jurídicas que el caso suscita, sobre todo por la negativa de los EEUU a ratificar la creación del Tribunal Penal Internacional, las democracias basadas en el respeto a los Derechos Humanos hubieran demostrado su supremacía respecto de los regímenes autoritarios y de los fundamentalismos.

Los argumentos expuestos por los portavoces del gobierno de los EEUU, además de su falacia, se esgrimen para tratar de legitimar una operación militar que repugna la conciencia humanista. Los relatos y las imágenes difundidas al unísono por los gobiernos amigos de la primera potencia mundial, incluido el argentino, no alcanzan para hacer digerible un asesinato.

Algunos argentinos hemos aprendido a través de las lecciones que nos dejó la tragedia de nuestros años setenta, que los crimines del terrorismo no pueden ser perseguidos con crímenes del Estado. Sabemos, por encima de las reescrituras que hoy ensayan los antiguos cultores de la violencia, que responder al terrorismo con más terrorismo conduce al infierno.

Un infierno que padecen los inocentes, que alumbra dictaduras crueles, que daña de manera perdurable la moral colectiva (la frase “por algo será” es expresión relevante de esta degradación). Un infierno que, como todo infierno, no conduce nunca al paraíso de paz y fraternidad que pregonan los que asesinan en nombre de una Idea que presentan como Única, Verdadera y Superior. Un infierno que, como si todo esto fuera poco, reaparece año tras año con leves o trágicos cambios en los roles de perseguidores y perseguidos, de triunfadores y derrotados.

Puede que los argentinos nunca nos pongamos de acuerdo acerca de cuándo comenzó la espiral de crímenes políticos: Si con el asesinato del General Aramburú por sospechosos niñatos de formación religiosa y nacionalista, o con el asesinato del General Valle por la dictadura que se autodenominó revolución libertadora. El que nuestra historia esté plagada de crímenes políticos dificulta este, por otra parte inútil, ensayo de atribución de responsabilidades. Lo que si sabemos muchos, es que el terrorismo debe ser combatido con la ley en la mano.

martes, 10 de mayo de 2011

La Cadena Nacional de Radio y Televisión

En la pasada edición del programa CARA a CARA (que conduce por televisión el periodista Mario Peña) los contertulios analizamos el excesivo recurso a la cadena nacional de radios y televisión en el que incurren algunos presidentes de la república.

Pienso que la apelación reiterada a la red nacional en tiempos como los actuales no se justifica moral ni políticamente. Sobre todo cuando las altas autoridades la usan para actos de propaganda, para satisfacer su vanidad o para emitir comentarios frívolos.

Lo que mandan los cánones republicanos es respetar la libertad de expresión y no obligar a las emisoras a encadenarse para satisfacer órdenes oficiales en tiempos de paz.

Un canon ampliamente violado en épocas de dictaduras (aunque a los últimos dictadores argentinos poco les importaba la opinión pública), y también el "tiempos peronistas" donde el Mago Alejandro APOLD utilizó la radio para una fenomenal operación de propaganda masiva.

En el caso de la actual señora Presidenta de la Nación, soy de los que piensan que ha incurrido en excesos a la hora de utilizar la red nacional de radio y televisión.

Pero más allá de los reproches a la cantidad de mensajes, creo que es criticable la preferencia que Cristina Fernández de Kirchner por el monólogo. Siendo una buena parlamentaria, resulta lamentable que no dialogue con la oposición o que rehúya las ruedas de prensa. Su atril distante es más propio de un monarca que de un jefe de gobierno republicano.

Por lo que se refiere a los contenidos de los mensajes presidenciales, hay cuatro recientes que me han parecido muy atinados.

A mi entender, la señora Cristina Fernández de Kirchner acertó al desautorizar a sus fieles que pretendían impedir la presencia del Premio Nobel de Literatura.

Volvió a acertar cuando pidió moderación a los sindicatos y responsabilidad a los empresarios encargados de negociar colectivamente los salarios.

Su tercer acierto (empañado por la apropiación forzosa del ahorro de los trabajadores) consistió en la defensa de la participación de representantes estatales en los directorios de las empresas privadas donde la ANSES es accionista.

En los años setenta, un viejo amigo mío, en su entusiasmo militante, sostenía que la señora Isabel Martínez de Perón, detenida por la dictadura en un lugar de la Patagonia, conducía a la grey peronista con su forzado silencio. Claro, este amigo creía haber desarrollado un método infalible para traducir esos silencios en consignas.

Traigo a colación este recuerdo para señalar que, como en el caso del común de los mortales, las autoridades a veces hablan con su silencio o con sus gestos.

Y creo que el cuarto acierto de la señora Presidenta fue no concurrir al acto del primero de Mayo montado para mayor gloria y honra del señor Hugo Moyano que, además de abusar del monopolio sindical, viene proponiendo formas corporativas de conducción de los asuntos públicos.