sábado, 1 de mayo de 2010

Viejitos y viejitas "piolas"

Mi sentido de la discreción me impide conocer cómo se divierten los jóvenes de hoy, en una ciudad donde las viejas boites han sido reemplazadas por boliches, y los tradicionales parrilladas por bistrós con cocina de autor.

Advierto que, en realidad, un abismo separa a la cultura del ocio de las nuevas generaciones con aquella cultura que -de algún modo- crearon los hoy viejos sesentistas, entonces iluminados y contestatarios.

De vez en cuando, a veces, me asalta la nostalgia de las muy discretas boites salteñas, en donde las parejas (los solos y solas tenían vedado el acceso) eran introducidas por camareros bien vestidos y con linternas, y cuya consigna era “ver, oír y callar”.

Si dejamos aparte aquella boite de Tres Cerritos cuyo excéntrico propietario introdujo la bola loca, ninguno de nuestros locales bailables disponía de barra. Entre otras razones porque las parejas llegaban ansiosas de encontrar sugerentes sillones, severa oscuridad y música para ambientar amores perpetuos o pasajeros.

Estaba vedado conversar con amigos de otra mesa, tanto como husmear cómo estaban compuestas las parejas asistentes. Tales precauciones eran consistentes con el imprescindible intercambio de silencios y complicidades. Precauciones que no eran superfluas si se recuerda que, en lejanos años, un señor despechado la emprendió a los tiros en plena pista de baile.

Los jóvenes de aquel tiempo, al menos los que conocí, pasaban las veladas bebiendo bebidas que hoy ya no se encuentran ni en los antros más precarios. Licores que utilizaban las categorías mundiales (whisky, coñac), pero que no tenían el más mínimo parecido con sus homólogos.

Este fin de semana, un buen amigo entrerriano recordaba la fórmula infalible para seducir señoritas sesentistas: citar a Sartre, tararear las 4 Estaciones de Vivaldi, y beber Tres Plumas.

El sorprendente vínculo que hoy se conoce como “touch & go”, aun cuando antes también existía, solo funcionaba tras un discurso intenso acerca de la soledad, la angustia, la belleza y la muerte. Sería, quizá, un modo de diluir la conciencia del pecado que aprisionaba a muchos de los que por ese entonces se atrevían a explorar y a contravenir.

Me han hablado de que hay aun en Salta restaurantes con reservados para parejas que prefieren el anonimato; discotecas donde los sillones están resguardados tras cortinas; de boliches donde sólo suena música lenta y Tito Rodríguez sigue siendo el rey.

Nada de esto me consta. Pero estoy seguro que los jóvenes modernos se equivocan si piensan que los nacidos en los años treinta o cuarenta no saben divertirse. Ignoran la categoría de viejitos y viejitas piolas, que no debe confundirse con la de viejitos y viejitas verdes.

jueves, 29 de abril de 2010

Familias, drogas

Mientras el seudo progresismo argentino dedica sus mejores esfuerzos a procurar el reconocimiento legal de las uniones de homosexuales, las políticas públicas de su Gobierno desconocen las penurias de las familias constituidas según los cánones más difundidos.

Me adelanto a manifestar que, dejando a salvo los escándalos, no tengo objeción a ninguna de las manifestaciones privadas de la libertad sexual de las personas, menos a la homosexualidad. Comparto incluso la idea de que es conveniente regular legalmente este tipo de uniones, con miras, sobre todo, a resolver asuntos patrimoniales.

Pero creo que, al menos en la Argentina, estamos frente a un asunto que no reúne las condiciones para ser considerado prioritario. Sobre todo cuando existen, y me centro ahora en caso de Salta, miles de personas viven dentro de familias destruidas, quebradas o en situación que las incapacita para cumplir sus funciones de socialización, contención y amparo a sus miembros.

La situación es grave en el caso de los miles de salteños que viven en familias monoparentales y en situación de pobreza; y extremadamente grave en el caso de niños y jóvenes de familias indigentes.

Las políticas llevadas a cabo durante los últimos 30 años, que apuntaron, invariablemente, a aliviar la situación de pobreza arrimando recursos materiales (chapas, cajas o bolsones de alimentos, subsidios dinerarios, asistencia médico-farmacéutica, y ahora computadoras), al menos en el caso de Salta, se han revelado insuficientes, sobre todo ante la irrupción del paco y otras adicciones dañinas que se abaten sobre nuestros niños y jóvenes.

A la inacción de la Provincia y Municipios en este terreno espiritual, se suma el desborde que sufren las organizaciones no gubernamentales como las iglesias y asociaciones de voluntarios, en lucha desigual contra las secuelas de la droga y sus mafias.

Pese a declaraciones bienintencionadas, Salta carece de instituciones, herramientas y profesionales preparados para hacer frente a un problema de tamaña magnitud. Cárceles, comisarías, escuelas especiales, hospitales, centros de rehabilitación, resultan insuficientes o carecen de programas idóneos y eficaces.

Una reciente encuesta nos revela que un alto porcentaje de niños y jóvenes que caen en manos del paco provienen de familias destruidas, en donde ni el padre ni la madre saben qué hacer para ayudar a sus hijos que se encaminan inexorablemente hacia el delito y la muerte.

Así como hacia finales del siglo XIX el mal citado Sarmiento trajo 200 maestras bostonianas para abatir el analfabetismo, Salta debería poner en la calle 2.000 trabajadores sociales para ayudar a la reconstrucción moral y espiritual de nuestras familias en situación de pobreza.

(Para FM Aries)

martes, 27 de abril de 2010

El Estado de la hípermodernidad

La Fundación COPAIPA acaba de inaugurar su segundo ciclo de conferencias a cargo de especialistas que abordan asuntos de interés general, en el marco de una reflexión centrada en el plan estratégico para Salta en el mundo.

En esta ocasión, tres estudiosos analizaron, desde ópticas diversas, la evolución y las perspectivas del Estado como forma institucional a la que los ciudadanos encomiendan determinadas funciones.

Los expositores parecieron coincidir acerca de la doble necesidad de que el Estado provincial se abra a la participación ciudadana a través del Consejo Económico y Social, y de que refuerce su condición republicana, su capacidad de control y su papel de productor de seguridad jurídica y social.

Al hilo de esas exposiciones, haré una breve referencia a esa cierta incapacidad que tenemos los salteños (salvando muy honrosas excepciones) para teorizar sobre la experiencia histórica o cotidiana y para conectarnos con las modernas corrientes de pensamiento, al menos en determinadas áreas de las ciencias sociales.

Una incapacidad llamativa que nos aleja de las interesantes ideas que están alumbrado, más allá de nuestras fronteras, lo que se conoce como el Estado de la híper modernidad, en alusión a una forma institucional que hereda y supera al Estado posmoderno cuya decadencia se patentiza con el atentado a las Torres Gemelas y con la reciente crisis económica global.

El nuevo Estado en ciernes, es un Estado democrático, transparente, federal, productor de seguridad jurídica, medioambiental y social, promotor de la paz y de los derechos fundamentales, y que se integra en unidades supranacionales. Vale decir, una institución alejada de nuestra gris realidad local signada por un Estado centralista, opaco, promotor de hegemonías políticas de la mano del clientelismo y del exagerado gasto electoral.

Mientras el Estado Provincial salteño sobresale, además, por la ausencia de controles, por la endeblez de sus poderes de policía y por la escasa calidad de las normas que produce (me refiero a las leyes, decretos y sentencias), nuestros Estados Municipales son, en la mayoría de los casos, un resabio pre-moderno.

Los Municipios salteños carecen de las capacidades y de los recursos necesarios para absorber las nuevas funciones respecto de los riesgos globales, del urbanismo, del medio-ambiente, de los recursos naturales, la asistencia social, y de la convivencia. Son, antes que nada, elementales ruedas del engranaje político-electoral que tributa al Gobernador de turno. Organismos que rehúsan la auto-organización de los ciudadanos y que temen toda rebelión cívica contra aquellos que apuntan a convertirlos en súbditos.

Como lo muestra el caso de la Municipalidad de Cerrillos.

domingo, 25 de abril de 2010

Una eventual devaluación empobrecería a trabajadores y jubilados


Desacostumbrado y renuente a las entrevistas de prensa, me sorprendió la llamada de un periodista del Diario El Liberal de Santiago del Estero, que supo ser propiedad de la familia de mi primer profesor de Sociología. La seriedad profesional de quién me convocaba a la entrevista, me animó a la siguiente conversación.

Por Daniel Álvarez - dalvarez@elliberal.com.ar

El ex ministro de Trabajo durante la década del 90, Dr. Armando Caro Figueroa, se mostró totalmente en desacuerdo con la posibilidad de devaluación del peso respecto del dólar, ya que una decisión de ese tipo “va a ser muy dañino” para trabajadores y jubilados, “que se van a empobrecer”.

Alejado de la exposición pública desde hace varios años, el ex funcionario brindó una entrevista exclusiva a EL LIBERAL, en donde cuestionó la política económica que lleva adelante la actual administración Kirchner. Entre los principales problemas que afectan al país, Caro Figueroa nombró la alta inflación, el creciente gasto público y los subsidios a empresas públicas y privadas.


P: Esta semana se habló mucho del tipo de cambio. ¿Está atrasado?

Si está atrasado no lo sé. Lo que sí sé es que si se llega a devaluar sufrirán de nuevo trabajadores y jubilados, eso va a ser muy dañino para todos aquéllos los que tienen renta fija, se van a empobrecer. Ahora hay que tener en cuenta que hay muchos sectores empresarios interesados en devaluar, pero se sabe que una decisión de ese tipo significa una especie de ajuste casi salvaje; propio de gobiernos que, ante la incapacidad de poner en orden las cuentas, recurren a la devaluación.

P: ¿Esto está relacionado con el incremento de la inflación?

Claro. Cuando en el 2002 se hace la megadevaluación, la producción nacional gana competitividad respecto del mundo, pero a medida que la inflación va avanzando y que los salarios después de ocho años empiezan a recuperar poder adquisitivo, la paridad peso-dólar queda corta para los empresarios. Y no sólo para los que exportan, sino también para los que compiten con las importaciones. Entonces, hay sectores que piensan que para volver a ganar competitividad hay que devaluar aunque, reitero, de esta manera se perjudique a los que tienen renta fija, es decir todos los trabajadores y los jubilados

P: Su postura es de no devaluar, sin dudas…

Por supuesto. No hay que devaluar. Lo que hay que hacer es una política económica en contra de la inflación, hay que reconocer que hay una inflación enorme, que está en crecimiento constante y que la política económica y monetaria debe poner orden en la variante precios.

Una justificación del pedido de devaluación es la recomposición de los salarios en dólares, lo que podría generar desempleo. ¿Es así?

No es seguro que haya más desempleo, pero sí es cierto que algunos salarios de los trabajadores sujetos a convenios colectivos -que son poquísimos, porque de 10 millones de trabajadores, sólo 2 millones tienen convenio-, están con salarios topes, como los petroleros y ciertos sectores de la industria, los que recuperaron poder adquisitivo luego de 5 ó 6 años. En definitiva, es un pretexto de ciertos empresarios para devaluar, pero eso va a perjudicar mucho más a aquéllos que todavía tienen salarios debajo del poder adquisitivo de lo que tenían durante el 1 a 1 (régimen de convertibilidad).

P: ¿El proceso actual es crecimiento económico o es una recuperación de lo que se perdió el año pasado?

Es un poco de las dos cosas. La actividad económica, la actividad industrial y exportadora están creciendo por efecto de muchos factores. El problema es hasta cuánto puede durar una situación de expansión económica con altas tasas de inflación y sobre todo con un creciente gasto público. Ésa es la duda que tiene mucha gente.

P: ¿El anunciado canje de deuda puede ayudar o perjudicar si sigue aumentando el gasto público?

Si el canje se hace bien, que parece que se lo va a hacer bien, esto puede ser positivo para el país, cumplir compromisos siempre es bueno. Ahora, si eso da pie a un nuevo ciclo de endeudamiento con el exterior para seguir alimentando el gasto público, esto a la corta va a tener efectos negativos en la economía argentina.

P: Esto también está relacionado con el uso de las reservas, es un círculo…

El Gobierno, como todos, tiene un calendario electoral y sabe que lo tiene adelante, entonces no puede frenar ni el consumo ni el gasto público, aunque en realidad no quiere hacerlo usando determinadas herramientas, pero sí lo está haciendo utilizando la inflación. En consecuencia, una fuente de financiamiento para las dos cosas es apelar a las reservas y otra es retornar al mercado de capitales del exterior para seguir alimentando el gasto público. Esto es lo que el Gobierno seguramente hará.