miércoles, 6 de julio de 2016
viernes, 13 de mayo de 2016
¿Duplicar la indemnización por despido?
CUANDO LOS
SINDICATOS PASAN A LA OPOSICIÓN
José Armando Caro Figueroa
Ex ministro de trabajo de la
Nación (1993/1997)
Tras denunciar el pacto militar-sindical, el
Presidente Raúl Alfonsín imaginó reformar el sindicalismo “oficial” mediante un
proyecto de ley ideado por su Ministro de Trabajo Antonio MUCCI. Dio una
enconada batalla política y parlamentaria y fue finalmente derrotado por la
coalición peronista mayoritaria en el Senado. Batalla y derrota que, como se
sabe, dejaron hondas huellas en el período alfonsinista.
Dieciséis años después otro gobierno de
inspiración radical, el presidido por Fernando de la Rúa, creyó modernizar el
sistema de relaciones de trabajo y, de paso, erosionar el poder de la
burocracia sindical de obediencia peronista, con otro proyecto de ley. Si bien,
luego de un trámite escabroso, el Presidente logró su sanción, pronto comprobó
sus limitados efectos sobre las relaciones laborales y su nulo impacto en la
conformación de aquella sólida burocracia.
Han pasado poco más de otros dieciséis años,
y el Presidente Mauricio Macri se apresta a resistir en todos los frente la
iniciativa coordinada de los brazos político y sindical del peronismo,
orientada a duplicar la indemnización por despido, como medida sedicentemente orientada
a favorecer el empleo.
Pese a que la iniciativa, de prosperar, no
satisfará las buenas intenciones que declaman sus impulsores, poderosos
sectores empresariales y económicos se revuelven contra el Proyecto al que
atribuyen toda clase de efectos nocivos. Y parecen haber logrado convencer al
Presidente de la Nación acerca de la necesidad de frenar el trámite y, en su
caso, de vetar la ley.
Existe, desde siempre, un sector de la
derecha argentina poco dispuesto a admitir cualquier tipo de concesiones en el
campo de los derechos de los trabajadores. Al menos así actúan cuando creen “tener
la vaca atada” y también, como quedó de manifiesto en la década pasada, cuando
–aplausos mediante- encuentran la manera de que la mayoría seudo izquierdista se
pliegue a sus intereses más profundos.
Si bien, al menos en mi opinión, duplicar la
indemnización por despido no defiende el empleo, tampoco agrava los severos problemas
que hoy presenta el mercado de trabajo en nuestro país. La batalla alrededor de
este tema es, antes que nada, una batalla simbólica en términos de poder.
En efecto, mientras que el peronismo
–sindical y político- pretende reagruparse alrededor de banderas obreristas, la
gran patronal entiende que los resultados electorales del año pasado obligan a arrinconar
a tan incómodos antagonistas.
Así las cosas, el Presidente Macri debería
advertir que el Proyecto de Ley sobre despidos es, en realidad, la respuesta de
menor intensidad que el peronismo puede poner sobre un escenario que, para
reparar daños heredados, está afectando a quienes perciben rentas en forma de
salarios, subsidios o jubilaciones.
Añadiría que esta respuesta de rango
parlamentario y baja intensidad, viene impuesta por las formas unilaterales utilizadas
por el gobierno para “sincerar”, “ajustar” a “sanear” la maltrecha economía
argentina.
Para rehuir de los malos precedentes
enunciados más arriba y evitar una escalada de conflictos perniciosos, el
gobierno debería desoír las monsergas apocalípticas, aceptar la sanción del
Congreso de la Nación y abrir el camino al diálogo y a la negociación
tripartita.
Salta, 3 de mayo de 2016
miércoles, 29 de abril de 2015
La Salta fraudulenta, versus la Salta republicana
UNA PROVINCIA AL MARGEN DE LA CONSTITUCION – Versión
ampliada
José Armando
Caro Figueroa
Salta tropieza
nuevamente con su pasado oligárquico e involuciona hacia la versión noventista,
provinciana y santa cruceña del kirchnerismo[1].
Si bien
preexistían en nuestra Provincia atisbos de esta trayectoria, la fiebre
reeleccionista, el clientelismo y el férreo control del Gobernador sobre todos
los poderes del Estado aceleraron aquella regresión hasta eclosionar con las
irregularidades del voto electrónico.
Mientras que
en las sociedades avanzadas se verifica un cierto deterioro del Poder[2],
Salta, gobernada por un segmento de la generación nacida en los años setenta
-que ama el nepotismo, la simulación, la pedagogía del miedo y el mesianismo,
que apela al desprecio y a las poses entre lo rastacuero y lo majestuoso-,
asiste a la mayor concentración de Poder de la que tengamos memoria.
Aquí con el
35% de los votos se logra el 80% de los Diputados y el 90% de los Senadores[3].
Esto, sin contar con el frecuente trasfuguismo o “borocotismo”. Desde tan
holgada posición, el Caudillo de turno desembarca en el Poder Judicial y en el
Ministerio Público, y cuenta con los recursos para domesticar grandes masas
humanas blandiendo prestaciones diseñadas para mantenerlas tranquilas y
excluidas[4].
Muchos
sabemos ahora (otros lo saben desde antes) que nuestro antiguo régimen
electorales es, en realidad, fraudulento. Está diseñado para la hegemonía, la
destrucción de las minorías y la forzada polarización del voto. Los distritos
electorales, inventados -en tiempos del “fraude patriótico”-, por astutos
juristas “orejudos”, son la base de un régimen que expropia voluntades y dibuja
mayorías.
Aquel mismo
Caudillo está también en condiciones de manipular segmentos de la opinión
pública, direccionando el gasto en propaganda oficial que es, en buena medida,
un fondo de reptiles.
Extender el
Dominio al ámbito de sindicatos, centros vecinales, clubes deportivos,
iglesias, murgas y comparsas, barras bravas, y otras redes asociativas, es
tarea a la que el Conductor, seguro en su hegemonía, puede dedicar sus ratos de
ocio.
La manipulación informática
A quienes
gobiernan Salta les ha parecido insuficiente el inmenso poder ya acumulado.
Ansiosos por perpetuarse en los cargos y reforzar su Dominio, han alterado el
tradicional sistema de votación para, so pretexto de modernidad, arrebatarnos
la libertad de sufragio y el poder de verificar que nuestra voluntad es
respetada.
No entregar
el “código fuente”[5],
privatizar el escrutinio, permitir el cambio de máquinas, suprimir el cuarto
oscuro[6],
delegar en la empresa contratista funciones electorales constitucionalmente indelegables[7],
ignorar los derechos de los analfabetos informáticos, violar la universalidad
del sufragio[8],
validar irregularidades reconocidas por la empresa[9]
(reemplazo de 299 máquinas, imposibilidad de imprimir el comprobante del
escrutinio electrónico[10]),
no informar a la ciudadanía de sus derechos frente a la nueva tecnología,
cerrar el Tribunal Electoral a los planteamientos de la oposición[11],
negarse a habilitar mesas en donde pueda votarse siguiendo el modo tradicional
(pese a que la Ley 7.697/11 lo autoriza)[12],
son algunos de los comportamientos constatados durante las recientes PASO que
violaron la Constitución, las Leyes 7.697/11 y 7.730/12, y el Código Electoral
Provincial (Ley 6.444/87).
Algunos,
ante el estupor de muchos y la pasividad de otros, incurrieron en lo que nuestra
Constitución llama “delito electoral”[13].
Tendrán que responder de ello, si somos capaces de restituir la independencia a
nuestros jueces.
No deja de
llamar la atención que las fuerzas hoy minoritarias guarden silencio frente a
esta grave deformación de la república[14].
Entiendo, si, el silencio de la izquierda que, sin compromiso con la
Constitución, sueña con reemplazar el absolutismo de los ricos por el
absolutismo del partido proletario.
La Presidenta y el Gobernador
Para
entender qué está sucediendo en nuestra abrumada provincia, es preciso
desentrañar los vínculos entre el kirchnerismo y el régimen local regidos por
una común adscripción al populismo y al anti-republicanismo.
¿A qué se
debe que el poder central, que presume de izquierdismo, se asocie con el
ideario derechista que manda en Salta? ¿Desconoce la Presidenta que aquí reinan
dogmas religiosos (sobre la sexualidad) e ideológicos (oligarquización,
machismo, anti ambientalismo) reaccionarios?
No hay tal
desconocimiento. A partir de la irrelevancia política de Salta, las relaciones
entre el kirchnerismo y el Gobernador se asientan en un pacto que admite las derivas
o heterodoxas localistas, a cambio de que nuestros legisladores nacionales
voten según los deseos de Cristina.
A cambio de
que los juegos de azar estén en manos amigas[15]
y de que la Provincia calle ante el expolio de sus recursos hidrocarburíferos,
de su renta agropecuaria, y ante la discriminación negativa en materia de obra
pública.
Más allá de
este Pacto, Cristina contempla con envidia a nuestro Gobernador que logró lo
que ella no pudo: Relección indefinida. Mayorías absolutas que permiten reformar
una y mil veces la Constitución. Disciplinamiento de jueces y fiscales.
Exclusión de las minorías de los órganos de control (Auditoria, Consejo de la
Magistratura, Jurado de Enjuiciamiento).
El 17 de
mayo no sólo elegimos un Gobernador. Elegimos entre Monarquía o República.
Entre dignidad ciudadana o vasallaje subsidiado.
El señor
Gobernador se pretende heredero de Martín Miguel de Güemes al que supone ungido
democráticamente, ignorando que, más allá del consenso del que dispuso, resultó
electo por un Cabildo según reglas precarias (L. GÜEMES[16]).
Pero, ni él es Güemes, ni estamos en 1815.
[1] Néstor
Kirchner modificó fraudulentamente la constitución de Santa Cruz para
asegurarse el poder a perpetuidad y logró que, de 39 diputados, 37 fueran
suyos. El kirchnerismo de la provincia de Santa Cruz modificó las normas
electorales en 1988, 1992, 1996, 1999,
2001 y 2012, esta última vez - en medio de una gran escándalo - para prolongar
la ley de lemas. Y siempre para asegurarse el poder absoluto.
[2] NAIM, Moisés “El fin del poder”, Editorial DEBATE, 2013. Dice NAIM “En pocas palabras, el poder ya no es lo que
era. En el siglo XXI, el poder es más fácil de adquirir, más difícil de
utilizar y más fácil de perder”. Puede que esto ocurra en las sociedades
democráticas avanzadas, pero la hipótesis está lejos de verificarse en Salta en
donde la competencia por el poder está prácticamente bloqueada por el
financiamiento de la política, por las reglas fraudulentas y por los abusos de
los recursos públicos en los que incurren los que detentan el poder. Entre
nosotros la regla podría enunciarse así: “El
poder es difícil de adquirir, fácil de utilizar (ante la ausencia de controles
y de exigencias cívicas) y difícil de perder”.
[3] GÓMEZ DIEZ, Ricardo “Legitimidad democrática y valor del voto en Salta”, Editorial MUNDO,
2012.
[4] BAUMAN, Zygmunt “Vidas desperdiciadas”, Editorial PAIDOS, 2013. En la periferia
ciudad de Salta es posible encontrar los fenómenos que este autor describe:
“vertederos”, “superfluidad social”, “escuelas cuya misión primordial no
consiste en educar sino en garantizar custodia y control”, “guetos que replican
en miniatura” instituciones precarias y servicios de bajísima calidad, atisbos
de “híper-guetos”, especie de barrios cerrados inversos.
[5] El artículo 12 de la Ley 7.730/12 impone al
Tribunal Electoral el deber de garantizar “que
las fuerzas políticas intervinientes puedan controlar y fiscalizar la elección
en sus diversas etapas incluyendo la posibilidad real y concreta de conocer y
auditar cómo funciona el sistema de voto con boleta electrónica y su código
fuente” (inciso b).
[6] Irregularidad admitida por la propia empresa
privada adjudicataria del sistema de voto electrónico. Con el añadido de que
los remplazos se hicieron sin los recaudos mínimos orientados a controlar la
pureza del proceso electoral.
[7] Dice el artículo 4° de la Constitución de Salta: “INDELEGABILIDAD DE FACULTADES. Los poderes
públicos no pueden delegar facultades conferidas por esta Constitución, ni
atribuirse otras que las expresamente acordadas por ella”. Esta norma, como
bien apunta Armando FREZZE, debe ser puesta en relación con el artículo 58 de
la misma Constitución que encomienda al Tribunal Electoral disponer “lo necesario para la organización y
funcionamiento de los comicios”.
[8] Véase el documento elaborado por
PODER CIUDADANO “Análisis y recomendaciones de la observación electoral Primarias
Abiertas, Simultáneas y Obligatorias. Salta, 12 de abril de 2015”. Este Documento señala, en relación con el principio
de la universalidad del voto, que “La
introducción de la BUE representa un cambio cultural que exige tiempo y
adaptación. Si bien este principio se aplica a cualquier cambio de sistema,
resulta importante remarcarlo, ya que de no darse paulatinamente la
incorporación de tecnología en la emisión del sufragio podría puede excluir a
un importante porcentaje del padrón electoral”.
[9] Nota que el Grupo MAGIC SOFTWARE ARGENTINA
S.A. remite al Presidente del Tribunal Electoral con fecha 14 de abril de 105.
[10] Dice PODER CIUDADANO: “14) Inconvenientes
en el momento de impresión de las actas de escrutinio. En diferentes
establecimientos recorridos en Salta Capital, se observó que a la hora de
imprimirse las actas de escrutinio, algunas máquinas no funcionaron
correctamente y entre otros mensajes la pantalla indicaba “El certificado de Recuento de votos NO fue
almacenado correctamente. Pruebe con otro certificado o consulte con el técnico
habilitado”. Al no poder
solucionar el problema ni el personal técnico de la empresa, ni los veedores
judiciales, se optó por realizar nuevamente el conteo e impresión de actas de
escrutinio en las máquinas que funcionaban correctamente. Consideramos
necesario solucionar este inconveniente para las próximas elecciones para no
retrasar el escrutinio, ni provocar situaciones de desconfianza entre los
fiscales presentes”.
[11] Funcionarios del Tribunal informan a la
prensa que “no han ingresado denuncias de fraude ni de irregularidades,
ignorando escritos presentados por uno de los Frentes opositores.
[12] Art.
34.- Aplicación. A partir de la vigencia de la presente Ley, en todas las mesas
receptoras de votos tanto de las elecciones primarias como de las generales,
deberán aplicarse las nuevas tecnologías de voto electrónico. No obstante, el
Tribunal Electoral podrá mantener el sistema tradicional en algunas mesas
cuando razones de organización y funcionamiento así lo aconsejen, en cuyo caso
los modelos de boletas deberán reunir los requisitos y previsiones establecidos
para su aprobación en el Código Nacional Electoral.
[13] “Toda
falta, acto de fraude, coacción, soborno, cohecho o intimidación ejercidos
contra los electores antes, durante o después del acto electoral son
considerados atentados contra el derecho y la libertad electoral y penados con
prisión inconmutable” (artículo 57).
[14] La excepción viene dada por las
declaraciones del dirigente de la Unión Cívica Radical Juan José MARTINEZ
SARAVIA, publicadas en El Tribuno de 26 de abril de 2015.
[15] Decretos 2.348/13 y 1.502/14.
[16] GUEMES, Luis “Güemes Documentado”, tomo II, páginas 326 y siguientes, Editorial
Plus Ultra, 1979. Martín Miguel de Güemes fue elegido Gobernador de Salta en
mayo de 1815, por un Cabildo integrado por 10 vecinos que expresaron su
voluntad de acoger el “deseo de la parte
más sana del pueblo” de la ciudad de Salta que luego aclamó al nuevo
Gobernador. Sólo un esfuerzo demagógico que no rehúye anacronismos es capaz de
“relatar” que la elección de Güemes se sujetó a cánones democráticos.
sábado, 18 de abril de 2015
Fraude en Salta: Así no, Señor Gobernador
Cuando en
2007 voté por don Juan Manuel Urtubey para Gobernador de Salta, estaba lejos de
sospechar que de tal forma contribuía a entronizar a quién terminaría de
destruir los endebles cimientos de la democracia salteña.
Más
adelante, cuando la Unión Cívica Radical denunciaba como fraudulento el régimen
de “voto electrónico”, pensé que se trataba de una queja de nostálgicos de
antiguas tradiciones republicanas que resistían las nuevas tecnologías.
Las
elecciones “primarias” llevadas a cabo el pasado domingo y los múltiples testimonios
de dudas y denuncias que fui recogiendo a lo largo de esta semana, me llevaron
a investigar sobre los antecedentes del así llamado “voto electrónico”[1].
Tenía razón
la UCR y los legisladores y concejales que el 21 de mayo publicaron una
solicitada señalando que el sistema de voto electrónico no ofrecía
transparencia.
Con
independencia de los resultados oficiales de las recientes PASO, estoy
convencido de que se trata de un sistema vulnerable. Sobre todo cuando opera en
un entorno como el salteño con alto analfabetismo informático y en donde
imperan el clientelismo y el peso del aparato del Estado. Un entorno donde, por
impericia de la dirigencia política (entre la que me cuento), la ciudadanía
cayó en el escepticismo y en la apatía cívica.
Repasando
los antecedentes internacionales es fácil comprobar que este presunto avance
tecnológico es, en realidad, una truchada que pronto desencantó a los países
políticamente más cultos y comprometidos con los valores y los procedimientos
democráticos.
El abandono
de esta innovación se fundó en la necesidad de defender la esencia del voto.
Vale decir, su carácter secreto, así como los mecanismos de control a cargo de
los partidos políticos y de una justicia electoral independiente.
A idéntica
conclusión han llegado los más prestigiosos juristas salteños (Rodolfo José
Urtubey, padre del señor Gobernador, Armando Frezze, entre otros) y no salteños
que citaré en otro momento, pero que tengo muy presentes ahora.
El voto
democrático, aquel que constituye los poderes del Estado y define el rumbo de
las naciones y provincias, requiere que se garantice a cada ciudadano el control
de su voto a lo largo del proceso que se inicia con la secreta elección de su
preferencia y concluye en un escrutinio transparente.
Nada de esto
sucedió en las recientes PASO salteñas. Los partidos y frentes políticos
carecieron de capacidad para controlar el comicio. Nuestra justicia electoral
está sospechada de parcialidad. Las autoridades de Mesa y los fiscales no estuvimos
preparados para vigilar que el voto y el escrutinio se formalizaran en actos
seguros y decentes.
Como ha
señalado el más alto tribunal Alemán, el voto democrático es aquel donde cada
ciudadano, sin tener conocimientos informáticos, pueda vigilar que su voluntad
sea respetada.
Entramos,
penosamente, en una nueva era de fraude. Los salteños sufrimos décadas y
décadas de trapisondas electorales, hasta que otros salteños, Indalecio Gómez y
Victorino de la Plaza, ayudaron a poner en práctica el acuerdo entre Hipólito
Irigoyen y Roque Sáenz Peña.
Terminar con
el “fraude patriótico” exigió firmeza republicana y años de abstención
liderados por la Unión Cívica Radical que en 1909 dijo: “No buscamos ministerios. Únicamente queremos garantías para votar
libremente”.
Cien años
después, cuando entre todos habíamos eliminado (o reducido a su mínima
expresión) el fraude del voto en cadena, el robo de urnas y el chalequeo que
usufructuaron los conservadores de este país, el fraude reaparece de la mano de
las nuevas tecnologías y del seudo progresismo que construye, día y noche, una
monarquía absoluta.
Si nuestro
actual Gobernador tuviera un mínimo de sensibilidad democrática, todo sería muy
fácil: Ante la simple sospecha de vulnerabilidad del “voto electrónico”
aceptaría retornar al voto tradicional y, de ese modo, salvar la democracia y
la legitimidad de los futuros gobiernos.
Pero nada de
esto ocurrirá. Por la sencilla razón de que el señor Urtubey tiene un único
proyecto: Perpetuarse en el poder, a cualquier costo, y rendir las banderas de
la Provincia a los caprichos de la Presidenta de la República.
Esta
trayectoria de desprecio a las instituciones y a las minorías, acaba de ponerse
nuevamente de manifiesto con motivo de la elección de los representantes de la
Legislatura en el Consejo de la Magistratura. La mayoría que gobierna ha
reincidido en el fraude de desdoblarse para ocupar los escaños de la auténtica
minoría.
El control
del poder judicial y del ministerio público, que obsesiona al kirchnerismo,
ocupa las vigilias y los sueños del actual Gobernador de la Provincia. Pretende
tener todo en un puño y lo está consiguiendo. Es muy prolijo a la hora de conceder
favores, dignidades y riquezas; de disuadir disidencias; de perseguir
opositores.
Nos están
arrebatando el voto. El poder construye un “monumento
a la impudicia cívica”. El régimen ha llegado a la perfección en materia de
unanimidades y claudicaciones (Félix LUNA “Yrigoyen”). Sólo nos queda la
palabra y el derecho a protestar. Muchos vamos a ejercerlo.
[1] En la Salta monárquica y absolutista del
señor Urtubey estamos lejos de un verdadero proceso que vincule la
participación democrática con las nuevas tecnologías de la información y la
comunicación. Lo de Salta es una engaña pichanga que, con el falso propósito de
reducir costos (en realidad el “voto electrónico” cuesta entre 5 y 10 veces mal
que el método tradicional), privatiza el comicio y abre las puertas al fraude.
Con este sistema la democracia y la voluntad del cuerpo electoral quedan en
manos del dinero blanco o negro.
martes, 7 de abril de 2015
Salta será una democracia agroindustrial, o no será nada
Desempleo,
inseguridad, violencia, pobreza, bajos salarios, trabajo en negro, baja calidad
educativa, exclusión social, deficientes servicios esenciales, y los abusos del
poder, son problemas de primera magnitud en la Salta contemporánea. La solución
a tamaños desafíos requiere un enfoque integral. Nada cambiará sino abordamos
simultáneamente la reforma política y social, la restauración del federalismo y
el cambio del modelo económico.
Se equivocan
quienes, remedando a los dictadores sesentistas, plantean que una misma persona
ha de perdurar en el poder para abordar primero la economía, luego los asuntos
sociales y por último el retorno a la democracia.
El ejército
de excluidos y sufrientes, tantas veces invocado por la demagogia, reclama un
sinceramiento y un Plan de Gobierno que en cuatro años concrete las reformas
imprescindibles. La campaña electoral
debería servir para identificar propuestas. No basta con inventariar
dificultades ni con lanzar promesas genéricas, vacías o impracticables.
Cambiar la política
Nuestro
régimen político colapsó. Produce monarcas absolutistas, megalomanía y
mesianismos. Debemos pues echar los cimientos de una democracia republicana,
transparente, descentralizada, vertebrada por los partidos políticos y las
organizaciones sociales, y en donde las mayorías gobiernan y las minorías
controlan y construyen alternativas de recambio.
Los que
quieren perpetuarse en el poder estafan a los ciudadanos. Hay que decir basta a
un régimen que intenta canjear votos por ayudas; que financia sus campañas con
el dinero público; y que se recuesta sobre un conservadurismo ineficaz
maquillado de progresismo.
El nuevo
Gobierno deberá cancelar las reelecciones, independizar a jueces y fiscales,
reconstruir los controles (Auditoria, Sindicatura, Acceso a la Información
Pública, Ley de Ética), e instaurar el principio de igualdad del voto. Sin
nuevas instituciones y manteniendo el vetusto modelo productivo-asistencial,
miles y miles de salteños desperdiciarán sus vidas (Z. BAUMANN, “Vidas Desperdiciadas. La modernidad y sus
parias”, Editorial PAIDÓS, España - 2013), sus talentos y sus ilusiones.
Completar las ayudas sociales
Integrar a
los pobres y otros excluidos requiere de un Estado diferente. Un Estado que
diseñe y brinde nuevas prestaciones y coordine los esfuerzos de voluntarios y
organizaciones sociales. Necesitamos reformular el modelo inaugurado por las Cajas del Programa Alimentario Nacional
(PAN, 1983) y el Plan Trabajar
(1993). Para sumar a las ayudas materiales, servicios de asistencia
personalizada a cargo de trabajadores sociales.
Las madres
del paco no rescataran a sus hijos, ni cesará la violencia de género sin
asistencia espiritual y cultural a cargo de especialistas. Ni los desocupados
ni los alumnos con dificultades de aprendizaje se insertarán en el mundo del
trabajo sin planes que apunten a la calidad y al tratamiento
personalizado.
Mientras los
nuevos servicios sociales entran en funcionamiento, hay que mantener, extender
y mejorar los actuales planes sociales. Donde hay una necesidad tiene que haber
un derecho, no una relación clientelar.
Salta agroindustrial, minera y turística
El próximo
Gobierno deberá Planificar, en ejercicio de las facultades que le concede el
artículo 77 de la Constitución Provincial) un modelo de producción que libere
nuestro potencial agropecuario, minero, hidrocarburífero y turístico,
poniéndolo al servicio del empleo y del bienestar general. Nada de esto
sucederá sin la enérgica e inteligente participación del Estado, las organizaciones
sociales y nuestros mejores expertos.
El
centralismo unitario convirtió a Salta en un territorio dependiente y
subdesarrollado. Ha pasado el tiempo de la sumisión política y cultural de
Salta a los dictados pampeanos. El Gobernador de la Provincia tendrá que
abandonar el rol delegado de la Casa Rosada y exigir inversión en
infraestructuras estratégicas (ferrocarriles, caminos, embalses, vertederos, y
tutela ambiental), reparaciones históricas, y un régimen de promoción
industrial. Salta deberá recuperar competencias de autogobierno para diseñar
incentivos a la producción y al empleo.
Hay dos
puntos de referencia interesantes para organizar nuestra estrategia federal.
Uno exitoso, la industrialización de Córdoba (MIGNON, Carlos “Córdoba Obrera. El sindicato en la fábrica,
1968-1973”, Editorial IMAGO MUNDI, Buenos Aires - 2014). Otro azaroso, el
subdesarrollo Boliviano (MACHACA, Rosendo, en Revista PUKARA, Bolivia - 2014).
En 1927 Marcelo
T. de Alvear sentó las bases de la Córdoba industrial, con la fábrica de
aviones que pronto construyó aeroplanos y planeadores. Luego los Presidentes Perón
(IAME[1]),
Frondizi (Ley 14.781/58) e Illía definieron normas e incentivos (subsidios a la
energía[2],
capacitación obrera); armonizaron Estado y Mercado; mantuvieron continuidad en
el empeño y respetaron el federalismo.
Muchos
salteños y norteños emigraron a Córdoba poniendo brazos y mentes al servicio
del desarrollo industrial. El autonomismo sindical cumplió un papel complejo, chocó
con el verticalismo, hasta eclosionar con las experiencias de SITRAC y SITRAM. Aviones,
tractores, motores, material ferroviario y automóviles cambiaron el destino de la
Provincia.
El proyecto
cordobés fue metalmecánico. El proyecto salteño tendrá como meta no excluyente
la agroindustria y la minería. Contamos con materia prima, trabajadores en
condiciones de ser formados en las tareas industriales y abundancia de energía
y recursos naturales. Nos falta pensar, desarrollar proyectos e identificar las
personas y las organizaciones en condiciones de ejecutarlos. Capacitar a los
trabajadores. Federalizar la acción sindical y descentralizar la negociación
colectiva. Reconstruir caminos y vías férreas. Y concretar nuestro sueño
bioceánico.
Nuestras
frustraciones están a la vista. Mientras los salteños nos empobrecíamos o
emigrábamos, nuestro gas, energía e impuestos financiaban el consumo y la
industria pampeana. El centralismo pretendió compensarnos girando bolsones de
alimentos y zapatillas.
El caso
histórico de Bolivia nace con los desaciertos de la revolución de 1952 y ha
sido crudamente relatado, desde una perspectiva de izquierda, por MACHACA en un
artículo de imprescindible lectura en clave salteña: “Porqué Bolivia jamás llegará a ser una nación industrializada”, en
donde el autor somete a feroz crítica el papel de los sindicatos bolivianos
tradicionales agrupados en la Central Obrera Boliviana (COB).
Si acertamos
en nuestras próximas decisiones políticas,
Salta, a diferencia de Bolivia, llegará a ser una provincia
agroindustrial.
[1] Luego trasformada en DINFIA. Ambas estructuras estatales suscribieron
contratos con la FIAT (tractores, grandes motores diésel y material ferroviario,
1954) y con KAISER WILLIS (automóviles). La “Rastrojera”, el automóvil
“Justicialista”, la moto “Puma”, IKA, Tractor “Pampa”, los aviones “Pulqui”,
fueron algunos de los productos estrella del nuevo complejo automotriz,
aeronáutico y metalmecánico cordobés.
[2] “La
energía eléctrica demostró ser la partera de la industrialización cordobesa en
la posguerra” (BRENNAN, James “El
cordobazo. Las guerras obreras en Córdoba”, Editorial SUDAMERICANA, Buenos
Aires – 1966). El caso cordobés contrasta en este punto con el de Salta:
Mientras Córdoba contó con energía eléctrica subsidiada para su propio
desarrollo industrial, la producción energética e hidrocarburífera de Salta se
entrega subsidiada a los industriales pampeanos.
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