(Inserto a continuación el artículo que publicó el diario CLARIN de Buenos Aires en su edición de 17 de noviembre de 2009, bajo el título "Huelgas y responsabilidad oficial")
A raíz de acciones de protesta que dañan grandemente a los ciudadanos, la señora Presidenta de la Nación ha dicho que es partidaria de mantener el orden pero sin recurrir a los palos.
Esta frase no refleja lealmente la responsabilidad que cabe a su Gobierno en muchos de los conflictos; al menos en aquellos que tienen naturaleza sindical.
Bienvenida la defensa obrera de la libertad sindical
Hasta hace algún tiempo, hablar de libertad y democracia sindicales era asunto propio de “intelectuales europeizados”, cuando no de “neoliberales empecinados en debilitar a la clase obrera”.
Afortunadamente para la república esas banderas están siendo enarboladas hoy por un creciente número de trabajadores, como lo acreditan las acciones de la CTA y las movilizaciones en METROVIAS, KRAFT y EL TABACAL.
Asistimos a un giro respecto de la historia reciente de la conflictividad laboral en la Argentina, centrada en los salarios. Esta incorporación de la defensa de las libertades fundamentales como objeto de la acción sindical es (o debería ser) una buena noticia para los demócratas.
Centrándome en la huelga de los trabajadores del subterráneo de Buenos Aires, diré que buena parte de la responsabilidad en el enconamiento del conflicto hay que atribuirla al Ministerio de Trabajo que se obstina en incumplir la Constitución Nacional y los Tratados Internacionales, desoyendo a nuestra Suprema Corte.
Nadie ignora que tal empecinamiento está vinculado a los compromisos políticos que ligan al Gobierno con la CGT oficialista liderada por el señor Hugo Moyano, inaceptables en un Estado de derecho donde incluso los acuerdos corporativos han de subordinarse a la Constitución.
Adviértase además el extremismo del sindicalismo oficial que resiste la “simple inscripción” de organizaciones que no le son afines, a sabiendas de que la vigente ley (en normas también inconstitucionales) cierra el paso a quienquiera se proponga competir con el sindicato con “personería gremial”.
Tildar de izquierdistas a los trabajadores que buscan organizarse saltándose los estrechos márgenes del monopolio sindical, ignora que en el mundo desarrollado gran parte de los sindicatos son de izquierda. Tan ridícula acusación recrea una vieja maniobra de las épocas más tristes de nuestra historia, fruto de conocidos pactos negros entre los viejos sindicalistas con los empresarios desde siempre adscriptos al poder.
Las formas y los cauces del derecho de huelga
Todo parece indicar que en la opinión pública se abre paso la idea de que es preciso respetar la Constitución y dejar que los trabajadores se organicen sin tutelas ni cortapisas estatales.
Sin embargo, esa misma opinión pública rechaza modalidades de huelga que considera, con razón, abusivas; tales las llevadas a cabo sin preaviso, por períodos prolongados, con ocupación de centros de trabajo o de lugares públicos, sin garantizar los servicios mínimos en sectores esenciales para la vida en común, o muchas veces violentando la correlativa libertad de trabajar que ampara a quienes deciden no acompañar las medidas de fuerza.
En estas prácticas abusivas hay, que duda cabe, mucha responsabilidad de los propios trabajadores, que no encuentran los caminos para hacer compatibles sus derechos con otros de igual o superior rango constitucional.
Pero no es razonable olvidar la cuota que cabe a ciertos empresarios reacios a negociar con sus trabajadores. Ni la que cabe a quienes en 2004 decidieron aprobar el artículo 24 de la Ley 25.877 liberalizando hasta extremos imprudentes el ejercicio del derecho de huelga.
Dicho de otro modo: Las huelgas abusivas se producen al amparo de una legislación que permite tales desbordes, privando al Estado democrático y a la sociedad de imprescindibles herramientas para regular y encauzar los conflictos, sobre todo cuando estos afectan los servicios esenciales.
Pienso que el legislador pecó de ingenuidad (o concedió demasiado al sindicalismo peronista) cuando restringió la condición de esenciales a los servicios de salud, agua, energía eléctrica, gas y control del tráfico aéreo.
Al parecer, el señor Ministro de Trabajo, ante la intensidad de la huelga en los subterráneos de Buenos Aires estaría meditando ampliar aquella lista exigua e imprudente. Ojala pudiera concretar esta iniciativa.
En resumen: En los recientes conflictos laborales, el Gobierno de la Presidenta Kirchner tiene una doble e inocultable responsabilidad. La primera, por negar una inscripción registral que está mandada por la Constitución. La segunda, por haber prohijado el desmantelamiento de las reglas que definen el ejercicio razonable del derecho de huelga.
miércoles, 18 de noviembre de 2009
Sindicatos libres, huelgas reguladas
martes, 10 de noviembre de 2009
El Poder de Policia, vacante
Los enamorados del Estado como supremo hacedor de la “grandeza de la patria y la felicidad del pueblo", me parecen tan desencaminados como los fundamentalistas del mercado que idolatran la “mano invisible”.
Al menos me sorprende que no se hagan cargo de las falencias que, para desazón de los ciudadanos, muestra ese Estado en cuanto responsable primario de ciertos servicios esenciales.
Días atrás me referí a los pésimos resultados de la educación pública, no con el propósito de descalificar al Estado educador, sino con la intención de llamar la atención de la ciudadanía.
Pero el balance no es mas halagüeño cuando se analizan otros servicios esenciales como lo es el ejercicio del poder de policía en todos los campos de la vida urbana y rural.
Mientras que la debilidad de la policía encargada de la seguridad interior es palpable, la ausencia del poder de policía del Estado en otros ámbitos es igual de patética y grave.
Cualquiera de nosotros que soporte ruidos molestos, las tropelías de los animales sueltos o los delirios de automovilistas y motociclistas en los caminos, sabe que no hay autoridad capaz de restablecer el orden y garantizar la seguridad.
Lo mismo le sucede a todo salteño que se indigne por la depredación de bosques y faunas, la contaminación de ríos y sitios públicos, la presencia de intrusos en las ondas radiales, o la mala calidad de los servicios concesionados (sea la recogida de basura o la telefonía).
Aunque cueste reconocerlo, el poder de policía del Estado, en su mas amplia acepción, está vacante desde hace largos años.
Para colmo, en las exiguas oficinas encargadas de hacer cumplir las leyes (el Código de Aguas, por ejemplo), no faltan funcionarios permeables al poder seductor del interés particular.
(Para FM Aries)
Al menos me sorprende que no se hagan cargo de las falencias que, para desazón de los ciudadanos, muestra ese Estado en cuanto responsable primario de ciertos servicios esenciales.
Días atrás me referí a los pésimos resultados de la educación pública, no con el propósito de descalificar al Estado educador, sino con la intención de llamar la atención de la ciudadanía.
Pero el balance no es mas halagüeño cuando se analizan otros servicios esenciales como lo es el ejercicio del poder de policía en todos los campos de la vida urbana y rural.
Mientras que la debilidad de la policía encargada de la seguridad interior es palpable, la ausencia del poder de policía del Estado en otros ámbitos es igual de patética y grave.
Cualquiera de nosotros que soporte ruidos molestos, las tropelías de los animales sueltos o los delirios de automovilistas y motociclistas en los caminos, sabe que no hay autoridad capaz de restablecer el orden y garantizar la seguridad.
Lo mismo le sucede a todo salteño que se indigne por la depredación de bosques y faunas, la contaminación de ríos y sitios públicos, la presencia de intrusos en las ondas radiales, o la mala calidad de los servicios concesionados (sea la recogida de basura o la telefonía).
Aunque cueste reconocerlo, el poder de policía del Estado, en su mas amplia acepción, está vacante desde hace largos años.
Para colmo, en las exiguas oficinas encargadas de hacer cumplir las leyes (el Código de Aguas, por ejemplo), no faltan funcionarios permeables al poder seductor del interés particular.
(Para FM Aries)
jueves, 5 de noviembre de 2009
Las Obras Sociales Sindicales
La opinión pública se sobresaltó al conocer el fraude de los medicamentos, tramado por segmentos de la industria farmacéutica y personeros de ciertas obras sociales sindicales. Seguramente el Señor del Milagro iluminará y dará coraje a su devoto hijo, el juez federal que tiene a su cargo las investigaciones.
Pero por encima de los avatares judiciales, me interesa señalar el fracaso del sistema de salud que la Ley entregó a los sindicalistas y no a los trabajadores.
Buena parte de las anomalías del modelo sindical argentino tiene que ver con esta absurda concesión que la dictadura de los años 70 hizo a la cúpula sindical en un ilusorio intento de frenar el avance del comunismo y, de paso, las reivindicaciones salariales.
Los gerentes del negocio que administra cerca del 10% de la masa salarial, se mueven con maestría en el escenario político.
Desde aquellos años, todos los gobiernos fracasaron en sus intentos de poner freno a los abusos.
No lo pudo hacer Perón y fue Alfonsín el encargado de blindar legalmente el régimen hoy vigente. Un régimen corporativo, y por definición insolidario, que se mueve en la opacidad casi absoluta.
Los dineros de las Obras Sociales Sindicales interfieren en la política partidista, financian gerenciadoras privadas (detrás de las cuales suelen aparecer personeros del sindicalista de turno), y sirven para consolidar una distribución de los recursos que no premia el talento, la productividad ni el buen servicio.
Son dineros que sirven también para hacer ilusoria la democracia interna en los sindicatos, en tanto financian maquinarias que ahogan cualquier intento de sectores opositores, como acaba de mostrarlo el caso de la Asociación Bancaria.
Vista la sólida alianza entre la CGT oficialista, la industria farmacéutica que financia campañas y el Gobierno, habrá que esperar hasta 2011 para ver hecho realidad el cambio necesario.
Pero por encima de los avatares judiciales, me interesa señalar el fracaso del sistema de salud que la Ley entregó a los sindicalistas y no a los trabajadores.
Buena parte de las anomalías del modelo sindical argentino tiene que ver con esta absurda concesión que la dictadura de los años 70 hizo a la cúpula sindical en un ilusorio intento de frenar el avance del comunismo y, de paso, las reivindicaciones salariales.
Los gerentes del negocio que administra cerca del 10% de la masa salarial, se mueven con maestría en el escenario político.
Desde aquellos años, todos los gobiernos fracasaron en sus intentos de poner freno a los abusos.
No lo pudo hacer Perón y fue Alfonsín el encargado de blindar legalmente el régimen hoy vigente. Un régimen corporativo, y por definición insolidario, que se mueve en la opacidad casi absoluta.
Los dineros de las Obras Sociales Sindicales interfieren en la política partidista, financian gerenciadoras privadas (detrás de las cuales suelen aparecer personeros del sindicalista de turno), y sirven para consolidar una distribución de los recursos que no premia el talento, la productividad ni el buen servicio.
Son dineros que sirven también para hacer ilusoria la democracia interna en los sindicatos, en tanto financian maquinarias que ahogan cualquier intento de sectores opositores, como acaba de mostrarlo el caso de la Asociación Bancaria.
Vista la sólida alianza entre la CGT oficialista, la industria farmacéutica que financia campañas y el Gobierno, habrá que esperar hasta 2011 para ver hecho realidad el cambio necesario.
lunes, 26 de octubre de 2009
La Escuela, fábrica de pobres
Cuando se habla de la pobreza el discurso tiende a centrarse en la capacidad de las personas para adquirir alimentos o acceder a servicios vitales. Luego se pasa a asignar responsabilidades políticas. Vale decir a identificar las medidas que llevaron a esas personas a su afligente situación. El discurso se cierra, casi siempre al menos en Salta, con la enunciación de propuestas o demandas orientadas a asistir materialmente a los pobres.
Saliéndome de este libreto insustancial, quisiera centrarme en otro aspecto de la pobreza salteña. Me refiero a la pobreza de buena parte de las prestaciones asistenciales y de los servicios públicos.
En este sentido, la reciente encuesta nacional de calidad educativa, cuya última entrega recoge los datos de 2007, muestra una realidad alarmante y penosa: Tras mas de un lustro del llamado “modelo de inclusión social”, la calidad de nuestra educación está bajo mínimos.
Vale decir, los niños y jóvenes que concurren a la escuela pública están recibiendo prestaciones de muy baja calidad en relación con los estándares internacionales y argentinos.
Hay quienes tranquilizan su conciencia ocultando los datos. Otros intentan disfrazarlos comparándolos con la media del NOA.
Pero cuando, como está mandado, comparamos los datos de Salta con los de las áreas de mejor desempeño, como es el caso de la ciudad de Buenos Aires, nuestras carencias quedan al desnudo.
Los resultados salteños son mucho peores que los de Buenos Aires, sin que la calidad educativa de esta ciudad figure entre las mejores del mundo. La encuesta confirma, además, lo que se sabe y calla: Sólo pueden salvarse de este destino de decadencia los niños y jóvenes que asisten a las escuelas privadas.
Un triste panorama que muestra tanto la crisis de la familia como institución co-responsable del proceso educativo, como el exceso de días perdidos (por huelgas y otras causas), y el fracaso de las políticas de selección, capacitación y remuneración de los docentes.
(Para FM Aries)
Saliéndome de este libreto insustancial, quisiera centrarme en otro aspecto de la pobreza salteña. Me refiero a la pobreza de buena parte de las prestaciones asistenciales y de los servicios públicos.
En este sentido, la reciente encuesta nacional de calidad educativa, cuya última entrega recoge los datos de 2007, muestra una realidad alarmante y penosa: Tras mas de un lustro del llamado “modelo de inclusión social”, la calidad de nuestra educación está bajo mínimos.
Vale decir, los niños y jóvenes que concurren a la escuela pública están recibiendo prestaciones de muy baja calidad en relación con los estándares internacionales y argentinos.
Hay quienes tranquilizan su conciencia ocultando los datos. Otros intentan disfrazarlos comparándolos con la media del NOA.
Pero cuando, como está mandado, comparamos los datos de Salta con los de las áreas de mejor desempeño, como es el caso de la ciudad de Buenos Aires, nuestras carencias quedan al desnudo.
Los resultados salteños son mucho peores que los de Buenos Aires, sin que la calidad educativa de esta ciudad figure entre las mejores del mundo. La encuesta confirma, además, lo que se sabe y calla: Sólo pueden salvarse de este destino de decadencia los niños y jóvenes que asisten a las escuelas privadas.
Un triste panorama que muestra tanto la crisis de la familia como institución co-responsable del proceso educativo, como el exceso de días perdidos (por huelgas y otras causas), y el fracaso de las políticas de selección, capacitación y remuneración de los docentes.
(Para FM Aries)
lunes, 19 de octubre de 2009
Intendentes salteños en Francia
Nuestro Gobernador, dejando de lado prejuicios antieuropeos, abandonó por un momento sus desvelos por construir un poder sin contestatarios a la vista y viajó a Francia.
Puede que la visita, algún día, se traduzca en provechos palpables para Salta. Que todo puede ser.
Pero lo que no parece tener una explicación sólida es que haya viajado en compañía de 4 Intendentes del Valle de Lerma.
Si nos atenemos al parte oficial de prensa, todo lo que hicieron los agraciados Intendentes en la vieja Francia, pudo haberse hecho por Internet, con lo cual los ciudadanos (franceses y salteños) nos hubiéramos ahorrado unos pesitos.
Las interpretaciones acerca del viaje transoceánico son muchas. Algunos sostienen que el Gobernador aprovechó la oportunidad para tomarse un respiro. Otros sospechan que, en realidad, el viaje sirvió para atar lealtades con vistas a las futuras pujas políticas.
Por encima de estas críticas, estoy inclinado a pensar que el viaje de los 4 magníficos intendentes bien pudiera inaugurar una etapa de mejoras en la gestión municipal.
El Intendente de Vaqueros, por ejemplo, habrá tenido oportunidad de ver las ventajas de contar con un servicio de recogida de basuras que preserve nuestras calles polvorientas de la suciedad.
Al pasar por los ríos de la campiña francesa, el de San Lorenzo habrá meditado acerca de la conveniencia de evitar la depredación de los bellos ríos que ruedan por su demarcación municipal.
A su vez, el de Cerrillos, habrá comprobado que los sitios de diversión funcionan sin molestar a los vecinos y muy probablemente regresará con la inquietud de poner un límite a los atronadores ruidos que emiten, para desazón de los habitantes de la otrora Villa veraniega, las bailantas cerrillanas, monumentos a la vulgaridad y el desenfreno.
Puede que la visita, algún día, se traduzca en provechos palpables para Salta. Que todo puede ser.
Pero lo que no parece tener una explicación sólida es que haya viajado en compañía de 4 Intendentes del Valle de Lerma.
Si nos atenemos al parte oficial de prensa, todo lo que hicieron los agraciados Intendentes en la vieja Francia, pudo haberse hecho por Internet, con lo cual los ciudadanos (franceses y salteños) nos hubiéramos ahorrado unos pesitos.
Las interpretaciones acerca del viaje transoceánico son muchas. Algunos sostienen que el Gobernador aprovechó la oportunidad para tomarse un respiro. Otros sospechan que, en realidad, el viaje sirvió para atar lealtades con vistas a las futuras pujas políticas.
Por encima de estas críticas, estoy inclinado a pensar que el viaje de los 4 magníficos intendentes bien pudiera inaugurar una etapa de mejoras en la gestión municipal.
El Intendente de Vaqueros, por ejemplo, habrá tenido oportunidad de ver las ventajas de contar con un servicio de recogida de basuras que preserve nuestras calles polvorientas de la suciedad.
Al pasar por los ríos de la campiña francesa, el de San Lorenzo habrá meditado acerca de la conveniencia de evitar la depredación de los bellos ríos que ruedan por su demarcación municipal.
A su vez, el de Cerrillos, habrá comprobado que los sitios de diversión funcionan sin molestar a los vecinos y muy probablemente regresará con la inquietud de poner un límite a los atronadores ruidos que emiten, para desazón de los habitantes de la otrora Villa veraniega, las bailantas cerrillanas, monumentos a la vulgaridad y el desenfreno.
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