lunes, 1 de marzo de 2010

Sandro, luz y fuego sesentista

Al iniciar este nuevo ciclo en “Compartiendo su mañana”, quiero agradecer a FM ARIES y a sus oyentes esta oportunidad de comunicar -en un ambiente de libertad y tolerancia- ideas, recuerdos o simples apreciaciones personales.

Dedicaré las primeras columnas a rendir homenaje a personalidades recientemente fallecidas, y otras a asuntos de índole municipal.

Comenzaré, entonces, refiriéndome a Sandro, que tanta influencia ejerció, más allá del ámbito de la música popular, en la cultura galante y amatoria de los años sesenta y setenta.

Es cierto que, en Salta y por aquel tiempo, muchos lo consideraban un “cabecita negra” que proclamaba un erotismo desconocido por las masas y repudiado por los tradicionalistas.

Pero para el grupo de salteñas y salteños iconoclastas y ansiosos al que pertenecí, Sandro fue un ídolo que nos fascinó por irreverente y un maestro que nos mostró caminos inexplorados en el arte de la seducción.

Permítanme recordar que, por ese entonces, aquel grupo frecuentaba la espléndida confitería del Hotel Victoria Plaza, testigo mudo de animadas tertulias en donde la pasión política alternaba con los intercambios literarios y con los debates sobre filosofía.

En nuestra audaz decisión de reconstruir al hombre y al mundo navegábamos guiados por Sartre o Camus, devorábamos a Proust y descubríamos a Antonioni.

Pues en ese ambiente y por extraño que parezca, Sandro era también un punto de referencia.

Y los mismos que pasábamos horas hablando de “El hombre sin atributos” de Mussil o buscando desentrañar el mensaje de Bergman, polemizábamos acerca de las claves de “Trigal”, aquella ambigua canción que Sandro expresó con sugerente malicia.

Descubrimos que “Trigal” podía entenderse en clave bucólica, casi pastoril, pero que encerraba, para quién supiera acceder a él, un contenido que incurría en el pecado de lujuria. Sandro fue, entonces para muchos, luz y fuego.

Luego vinieron el éxito masivo, el delirio de las señoras mayores que, en su homenaje y sin pudor se desprendían de sus ropas interiores, el dolor, la muerte y la eternidad.

(Para FM Aries)

No hay comentarios: