viernes, 2 de abril de 2010

El Partido de los Moderados

Tras una azarosa vida de activista político, desde hace varios años pertenezco a una agrupación política, sin personería ni candidatos y aparentemente minoritaria: el Partido Moderado.

Es probable que en las capas más profundas de la conciencia cívica de la mayoría de los argentinos, latan las serenas banderas de la moderación. Sin embargo, si nos atenemos a la realidad cotidiana, nuestra vida política (aunque no solamente política) está prisionera del odio, la crispación, y los fanatismos de signo diverso.

Padecemos de radicalismos verbales y no verbales que reprueban el diálogo, la negociación y los pactos. Pudiera decirse que todo nos separa y que nada nos une. Las cosas parecen estar llegando al extremo de que quién habla con un adversario es reo de deslealtad.

La acción política se hace hoy con y para los amigos, a quienes desde los vértices se demanda incondicionalidad. Quienes viven en el error de la discrepancia padecen las injurias y la intolerancia que generan los instalados en la verdad absoluta.

La memoria histórica, en vez de funcionar como escuela para el futuro que nos enseñe a no recaer en errores funestos, es objeto de manipulaciones que la convierten en un arma que unos arrojamos a otros. En un argumento feroz y contundente para demonizar, excluir y tocar los clarines de la venganza.

Nos invade la manía de dividir la historia reciente en décadas, para interpretar los acontecimientos pasados acudiendo al simplismo de identificar primero a los malos, para crucificarlos, y luego a los buenos, para sumarnos a su legión.

Gran parte de nuestras querellas actuales no son sino intentos de ajustar las cuentas del pasado, usando palabras y argumentos tendenciosos: Así, mientras los “progresistas” buscan enterrar a los “neoliberales”, los opositores se preparan para mandar a la cárcel a los gobernantes; a su vez antiguos subversivos y antisubversivos devuelven mandobles judiciales y mediáticos o se preparan para la contraofensiva.

Sería ciertamente difícil ubicar el origen de este clima que nos envuelve a todos. Sería, además, peligroso intentar atribuir responsabilidades, ya que intentos de este tipo no hacen sino avivar las llamas de los conflictos que, amén de dividirnos, consiguen paralizar o emponzoñar la vida pública en todas sus manifestaciones.

Da igual que se trate de futbol, de asuntos vecinales, de intríngulis policiales o de cuestiones políticas. En cualquiera de estos debates nuestras preferencias se orientan a descalificar al que piensa distinto, a auto exculparnos y a usar frases destempladas.

Como hace ahora 100 años pedía Joaquín V. González en su obra “El juicio del siglo”, deberíamos arrancar del suelo argentino la semilla del odio y hacer germinar la del amor y la tolerancia.

(Para FM Aries)

1 comentario:

Néstor González Loza dijo...

Muy bueno Armando!
Te rogaría vieras este video que está inspirado en las mismas fuentes:

http://www.youtube.com/watch?v=R0aesitcPPo

Un abrazo
Ing. Néstor González Loza