martes, 9 de noviembre de 2010

Reelección, dinero y circunscripciones electorales

Los dos últimos gobernadores de Salta tuvieron la sagacidad necesaria para organizar sus asuntos políticos de modo de acumular enormes poderes. A poco de iniciados sus respectivos mandatos, actuaron con la tranquilidad de tener la vaquita atada. Seguros, de que nada ni nadie o casi nadie podría moderar su sed de mando ni ejercer controles republicanos. Cada uno de ellos, a su manera, aprendió a decir y hacer aquello que lo encumbraba hasta hacerlo temible, hasta permitirle soñar con fundar en este valle de Lerma una dinastía oriental.

¿Qué hizo posible tamaña trayectoria? Presentaré tres causas de orden institucional, dejando para otra ocasión el análisis de los factores culturales.

Coloco en primer lugar, a la posibilidad abierta a las reelecciones sucesivas. Vale decir, a las reformas constitucionales impulsadas por el señor Romero, don Juan Carlos, que en su día contaron con el aval entusiasta y letrado del señor Urtubey.

En segundo lugar, al régimen electoral que destruye el principio un hombre un voto, primando a los votantes de circunscripciones minúsculas, ciertamente más fáciles de controlar desde las Intendencias y a través del reparto de promesas y dádivas.

También, y es el tercer factor que explica la penosa decadencia de la democracia local, el peso determinante del dinero en las campañas electorales. Es el dinero privado el que motoriza y hacen posible la acción política masiva y las movilizaciones que buscan votos; el que permite disciplinar a los rebeldes; el que da acceso a la televisión.

Cuando este dinero privado no basta (las campañas en Salta son extraordinariamente costosas), quién duerme en Las Costas tiene a mano recursos públicos inagotables para barrer opositores y perpetuarse, quebrando las reglas de la competencia democrática.

Para reforzar estos argumentos, bastará con imaginar lo que ocurrirá en las próximas elecciones.

¿Alguien sospecha que el resultado sería el que ahora mismo es previsible si el señor Urtubey no pudiera optar a la reelección? ¿Alguien cree que el futuro Gobernador podría travestirse en príncipe o sultán sin contar con las mayorías automáticas y artificiales en la Legislatura? ¿Alguien supone que las cosas serían como hasta hoy si se vedara el financiamiento privado de las campañas electorales?

Pienso, modestamente, que nuestra democracia ganaría en calidad si no existiera la reelección, si lográramos configurar circunscripciones electorales que reflejen el pluralismo social, territorial e ideológico de Salta, y si atendiendo a los prudentes consejos de Eduardo FREI o de Roberto MANGABEIRA pusiéramos en marcha el financiamiento estrictamente público de las campañas electorales.

Y cito a dos pensadores de vanguardia que nos visitaron recientemente y con quienes nuestro actual Gobernador pudo conversar mano a manos, pero, visto lo visto, sin mayor provecho.

(Para FM Aries)

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