domingo, 4 de noviembre de 2012

EL VIRREY TOLEDO ó ¿POR QUÉ FRACASAN LAS PROVINCIAS DEL NOA?

En su reciente libro “Por qué fracasan los países” (Editorial DEUSTO, España -2012), Daron ACEMOGLU y James ROBINSON presentan un detallado, amplio y convincente análisis acerca de los orígenes del poder, la prosperidad y la pobreza en el mundo, con llamativas referencias a la situación del noroeste argentino.
La obra muestra los vínculos entre las instituciones políticas y las instituciones económicas existentes en cada una de las demarcaciones territoriales cuya trayectoria es, por lo demás, analizada a lo largo de las respectivas historias nacionales o locales.
Según los autores, si bien las instituciones económicas son críticas para establecer si un país es pobre o próspero, en realidad son la política y las instituciones políticas los factores determinantes. Desechan, por tanto, las versiones deterministas que atribuyen el éxito o fracaso de las naciones a factores geográficos, culturales o, si acaso, a la inteligencia de sus habitantes o de sus líderes.
Apelando a una terminología sugerente, ACEMOGLU y ROBINSON clasifican las instituciones en extractivas o inclusivas: Las primeras, extraen rentas, riqueza y poder de un segmento mas o menos amplio de la sociedad para transferírselos a minorías que han encontrado la formula para acumular riqueza y poder a costa de la pobreza y el atraso del conjunto nacional. Por el contrario, las instituciones inclusivas favorecen la integración social, el desarrollo sustentable, la cohesión territorial y la paz civil.
En resumen: “Las instituciones políticas extractivas concentran el poder en manos de una élite reducida y fijan pocos límites al ejercicio del poder. Las instituciones económicas a menudo están estructuradas por esta elite para extraer recursos del resto de la sociedad. Por lo tanto, las instituciones económicas extractivas acompañan de forma natural a las instituciones políticas extractivas”.
El caso del Noroeste Argentino
Cuando la situación del NOA se evalúa en términos de empleo, pobreza, desarrollo cultural, conservación del ambiente, utilización de los recursos naturales, equipamiento urbano, aptitudes relacionales (confianza, buena fe, solidaridad, respeto interpersonal), paz social, igualdad de oportunidades, incentivos para el progreso político y económico, democratización, capacidad analítica, integración social y cohesión territorial, el balance es cierta y lamentablemente negativo. Lo es ahora y lo fue a lo largo de buena parte de nuestra historia colectiva regional. 
Si bien existen ensayos aislados que analizan esta larga decadencia del NOA y sus causas, amplios segmentos de opinión permanecen anclados entre la perplejidad, la resignación, el desinterés o las teorías conspirativas.
Por eso resulta especialmente oportuna la consideración de ACEMOGLU y ROBINSON cuando afirman que “no es ninguna casualidad que la parte más pobre de la Argentina sea el noroeste, la única zona del país que estuvo integrada en la economía colonial española. Su pobreza persistente, como legado de las instituciones extractivas, es similar a la que creó la mita en Bolivia y Perú”.
Sería entonces muy importante abrir un debate regional acerca de la efectiva influencia de las instituciones extractivas coloniales (mita, reducciones, encomienda, tributos y formas de servidumbre) en la conformación de nuestras estructuras de producción y de organización política y social. Un debate que debería proponerse también investigar las sucesivas mutaciones que a lo largo de nuestra historia sufrieron tales instituciones sin que los cambios llegaran nunca a alterar la naturaleza extractiva de nuestras reglas políticas y de producción.
A mi entender, en el noroeste argentino, y muy señaladamente, en Salta, imperan las instituciones políticas extractivas que, a su vez, favorecen la concentración de la riqueza y la exclusión social. El eje de tal modelo institucional es la Ley Electoral que fabrica híper mayorías y que genera una situación política en donde la élite del poder (que encarna el Gobernador) digita la Justicia, neutraliza los órganos de control y sobre todo, concentra el Poder Constituyente a través de las facilidades con que obtiene los dos tercios de la representación legislativa. Las reelecciones permitidas en todos los órdenes representativos (desde municipios a sindicatos), son parte de este círculo vicioso.
Hay, sin duda, otros factores que contribuyen a explicar este múltiple atraso. Me refiero a la pobreza y al asistencialismo que margina en vez de integrar; también a la precariedad de nuestro mercado de trabajo (escasa población activa, alto desempleo, elevada informalidad). Sin olvidar el machismo (que está en la raíz de la violencia familiar, escolar y de delitos aberrantes), la degradación de la escuela o la manipulación de la historia.
Según ACEMOGLU y ROBINSON, el fundador de las instituciones extractivas que han marcado a fuego nuestro devenir histórico y, como no, nuestros fracasos sucesivos, es nada menos que el Virrey Toledo. Por eso no deja de llamar la atención que ciertos jerarcas municipales, directos beneficiarios de las instituciones extractivas que les permiten perpetuarse en los cargos y ejercer poderes sin control, se propongan defenestrar al ilustre Virrey. Todo un ejemplo de ociosidad e ingratitud.    

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