jueves, 20 de noviembre de 2014

LA HORA DE LOS VECINOS

En Salta, está en crisis terminal el añoso y empobrecido régimen político donde los ciudadanos votan cada dos años, y luego son condenados al silencio y a la obediencia.

Con breves interrupciones (las primaveras de 1973 y de 1983, por ejemplo), ésta forma elemental y tramposa de concebir la democracia, toca a su fin asaltada por la creciente movilización ciudadana en las calles, las redes sociales, los medios de comunicación y los estrados judiciales.

Por supuesto, los detentadores del poder no desmayan en sus esfuerzos por sofocar el descontento. Así, pretenden: Controlar la justicia, impidiéndole que funcione con independencia y como garante de la Constitución. Domesticar a los sindicatos, a través de multas millonarias y de favores a los dóciles. Aquietar a los centros vecinales y organizaciones no gubernamentales, mediante el cepo que regula la Inspección de Personas Jurídicas. Subvencionar a la prensa adicta. O, en fin, reservar las ayudas sociales para que sean distribuidas por y entre militantes.
Pero, a mi entender, son maniobras de un régimen condenado a desaparecer.

Así lo indican los acontecimientos de protesta que, a lo largo y ancho de la geografía salteña, se reproducen y ponen límites a la prepotencia, el autoritarismo y la discrecionalidad.
Permítanme reseñar tres triunfos vecinales y una batalla aún pendiente.

Cota máxima en San Lorenzo
En 2012 el Concejo Deliberante de San Lorenzo aprobó una Ordenanza de Cota Máxima que abría espacios a la discrecionalidad y a las  prácticas prebendarias. Inmediatamente un grupo de vecinos se movilizó a través de la prensa y de las redes sociales, y recurrió ante la Corte de Justicia. Dos años más tarde, en el marco de esta resistencia vecinal, la nueva mayoría del Concejo derogó los aspectos más nocivos de la Ordenanza, desairando a la Fiscalía de Estado que pretendió convalidarla.

Las peatonales del centro salteño
Más recientemente, dentro de un confuso procedimiento administrativo, la Municipalidad de Salta decidió “remodelar” las peatonales. Pronto, ante la evidencia del retroceso estético y funcional, los vecinos de la ciudad capital se movilizaron contra las obras y en apoyo del recurso de amparo deducido para frenarlas. Con celeridad y rigor jurídico, el Juez Ángel Longarte acumuló evidencias, admitió el reclamo y obligó a las autoridades a reexaminar el proyecto.

La “canchita de Pérez”
En Vaqueros, vecinos de todas las edades y procedencias se unieron para preservar un espacio público auto gestionado. La precaria cancha de futbol donde los jóvenes se divierten sanamente y donde artesanos y pequeños emprendedores venden sus productos, está en la mira del Municipio que pretende construir allí un centro comunitario. En este caso, los vecinos no se oponen al proyecto sino que rechazan su localización y su inconsulta tramitación.

Asistí, por casualidad, a un tramo de la audiencia entre el Intendente y los vecinos, y quedé sorprendido tanto por la madurez cívica y la firmeza de estos, como por la pedantería tecnocrática de quién defendía el proyecto. A estas horas, todo parece indicar que el Municipio se abstendrá de atentar contra la “canchita de Pérez.

Tartagal sin agua
Pese a los fastos del Fondo de Reparación Histórica que, de momento, sólo parece haber servido para hacer realidad el lema “la misma sangre, la misma lucha”, los vecinos de Tartagal soportan la crónica falta de agua potable. Y, naturalmente, se movilizan reclamando soluciones y responsabilidades. Lo hacen también a través de las redes sociales y de una acción judicial pendiente de sentencia.

La escasez de agua en los grandes núcleos urbanos muestra los límites de la demagogia, de la improvisación y de un modelo de crecimiento basado en la especulación inmobiliaria sin sustento ambiental ni urbanístico.
Han pasado siete años y el Gobierno pone parches, sin abordar siquiera la planificación de las obras de embalse, imprescindibles para atender a las necesidades básicas de una población en aumento.

Hacia una democracia participativa y controlada
Quienes se preparan para asumir el gobierno en 2015 debieran tomar nota de esta realidad imperiosa. Mientras se agudizan problemas, aumentan los salteños cansados de la democracia delegativa, que produce seudo-monarcas, y en donde los controles languidecen ante el poder concentrado.

La protesta está dejando de ser un derecho reservado a los sindicatos obreros o a las organizaciones piqueteras que expresan a los excluidos, para convertirse en herramienta cotidiana de vecinos, de consumidores y de grupos de personas afectadas por abusos, negligencias o desconocimiento de sus derechos.
Da igual que esas protestas se dirijan contra el Gobernador o el Intendente de turno, o que apunten a presionar a los legisladores o a poner de manifiesto los incumplimientos en los que incurre el Poder Judicial.

Una ciudadanía mejor preparada y más consciente de sus responsabilidades y derechos, se aglutina y encuentra en las redes sociales y en la solidaridad los canales para hacerse oír y respetar. 

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