martes, 13 de septiembre de 2011

El Sindicato oficial y el Gobierno

Armando Caro Figueroa, EX MINISTRO DE TRABAJO

"El gobierno no va a tocar la corporación sindical"

DIARIO RIO NEGRO 12/09/2011

El ex ministro de Trabajo Armando Caro Figueroa afirma que, de ser reelecta, Cristina va a mantener el sistema de monopolio gremial en manos de la CGT porque "al gobierno y a los propios empresarios les conviene el statu quo".

– ¿Existe una nueva relación del gobierno con la CGT a partir de algunas advertencias lanzadas por la presidenta hacia Hugo Moyano?

–No. El régimen sindical argentino (un sindicato reconocido con personería por actividad) es idéntico al iniciado en 1943 en el sentido de que depende del gobierno (a diferencia de los países europeos, donde existe autonomía). El Poder Ejecutivo conoce los métodos para encuadrar a los sindicatos en su política: aun cuando Moyano es muy poderoso, el gobierno le sabe marcar los límites mediante acciones judiciales o la amenaza de estatizar las obras sociales.

– ¿Es viable que esto último se lleve a la práctica?

–Aunque el gobierno lo podría hacer de facto (como hizo con los fondos jubilatorios), no creo que lo haga ni que sea conveniente. Pero por otro lado los recursos de las obras sociales son administrados con un control cercano a cero.

–¿La CGT no legitima su actuación en su representación de los trabajadores?

–Eso es una ficción. En un sistema con monopolio sindical centralizado los trabajadores no pueden votar la conducción de las obras sociales ni participar de la gestión, incluso el sindicato maneja recursos de dependientes no afiliados. Y sólo está afiliado a los gremios que integran la CGT el 35% de los asalariados. Además, los sindicatos no son un modelo de democracia interna.

–El kirchnerismo se había comprometido ante la CTA a conceder la libertad sindical, reconociendo su personería jurídica en igualdad de condiciones. Hay un fallo de la Corte Suprema, ¿por qué no se avanza?

–El sistema judicial argentino avanzó en un caso, pero el gobierno no va a ir más allá porque está muy cómodo con este esquema que le permite controlar a los sindicatos.

–¿Cuál es la principal característica del unicato sindical?

–El sindicalismo argentino es monolítico y homogéneo, con una especie de pacto consistente en reconocer a un sindicato oficial por industria, aunque con cobertura del gobierno Moyano pudo romper el esquema quitándoles afiliados a otros sectores. En esos casos no le preguntaron al trabajador si quiere pertenecer a camioneros, al gremio de comercio o a otro, sino al Ministerio de Trabajo.

–¿Considera que Moyano va a continuar al frente de la CGT hasta el fin de su mandato (julio del 2012)?

–Sí, mientras siga siendo funcional al gobierno. La presidenta no le tiene simpatía, pero por ahora no va a romper sino a administrar el conflicto.

–En el caso de un reemplazo se barajaron varios nombres...

–El reemplazante de Moyano puede o no ser cercano al moyanismo. Lo "importante" es que sea cercano a la presidenta. Recuerde que Perón, en 1953, eligió como secretario general de la CGT a José Espejo, portero del edificio donde vivía con Eva Perón. Quien quiera reemplazar a Moyano deberá demostrar que para una nueva etapa es más útil para el gobierno.

–En su época de ministro de Menem, ¿cómo se manejaba?

–Tuve varios interlocutores, como (Antonio) Casia o (Rodolfo) Daher. Pero cada vez que había un conflicto importante el presidente me pedía que hablara con (Jorge) Anzorregui (entonces titular de la SIDE). Anzorregui tenía una relación especial con Juan Manuel Palacios (UTA) y creo que fue su abogado. Menem, ante los reclamos de la OIT, intentó enviar un proyecto de desregulación sindical, pero finalmente todo se resolvía "políticamente".

–¿La CGT no es aliada de los gobiernos sólo cuando son de sesgo peronista?
–Hay tendencias contestatarias y la historia registra momentos de generalizada oposición (que coinciden con agudas crisis políticas), pero el modelo sindical argentino es, por definición, oficialista.

–¿El sistema de paritarias no significó un avance para los trabajadores?

–Sin duda, lo que ocurre es que el mecanismo se renovó a raíz de la devaluación, lo cual provocó que, al caer la estabilidad de precios, se tuvieran que renegociar salarios. Empero los salarios se pactan para una minoría ya que de 12 millones de asalariados menos de cuatro millones cuentan con convenios colectivos, el resto no tiene quién lo represente. Por otra parte, la negociación colectiva es solamente salarial. A las empresas no les interesa tener buenos convenios colectivos porque saben que si el sistema llega a un tope el gobierno devalúa; es un pacto no escrito. En cualquier lugar del mundo si a los empresarios les dicen que tienen que negociar sólo la pauta salarial, no las condiciones de trabajo (que se rigen por pautas de 1975), brindan con champagne...

–¿Qué pasa con la franja de desocupados y trabajadores en negro?

–El sindicalismo argentino, salvo la CTA, se desentendió de los desocupados. Le adjudicaron el "problema" al gobierno (así surgieron los piquetes), que va tapando las cosas con planes asistenciales. Se trata de planes transitorios, pero lo cierto es que el sistema funciona casi sin voces críticas.

–En la CTA parece haberse impuesto el ala oficialista de la mano de Hugo Yasky.

–Lo más penoso de los últimos años es que una experiencia de autonomía sindical terminara en manos del gobierno, el cual interfirió para dividirla cuando era un modelo de avanzada de acción sindical, más transparente y que pese a su representatividad fue excluida de las obras sociales.

–¿No existe el temor de que la CTA actué de modo descontrolado?

–En los gremios en que tiene predicamento se ha mostrado razonable, fue dura cuando peleaba por derechos como la personería.

–En definitiva, todos los sectores defienden el statu quo.

–En el monopolio gremial están de acuerdo los jefes sindicales actuales, desde Moyano, pasando por "los Gordos" como Luis Barrionuevo, así como el presidente de la Unión Industrial Argentina Ignacio De Mendiguren, porque el empresario puede moviendo los precios absorber demandas salariales, y desde luego el gobierno, que puede negociar entre bambalinas mencionando un índice de inflación manipulado pero manejando un techo hasta el cual puede acordar con Moyano y los industriales.

– ¿Observa que algún partido de la oposición cuestione este modelo cerrado?

–No lo he visto salvo en Hermes Binner, quien debería tener un proyecto de apertura ya que está acompañado por dirigentes como Víctor De Gennaro, uno de los pocos que todos estos años lucharon contra el monopolio sindical.

LA FLEXIBILIDAD LABORAL ANTES Y AHORA

Caro Figueroa, autor de numerosas obras (está por publicar un libro sobre derecho de huelga), se refirió a la flexibilización laboral que estuvo tan en boga en la década del 90 y en parte de la cual el entrevistado participó en la función pública siendo muy cercano a Domingo Cavallo, de quien fue candidato a vicepresidente.

–¿Cómo se explica el auge que a fines del siglo pasado tuvieron las ideas de flexibilización laboral? (contratos de trabajos temporarios con alta rotación).

–El sistema de flexibilización de los 90 era una consecuencia de la paridad cambiaria con alto costo laboral. Actualmente los países que se enfrentan con la estabilidad del euro atraviesan una situación similar. En nuestro caso la devaluación (y la inflación) es una flexibilización de hecho.

– ¿En los 90, desde el área laboral, se podía haber contado con alguna herramienta para frenar la alta desocupación o la misma fue un inevitable efecto de la política económica?

–Los programas de empleo que pusimos en marcha en los años 90 eran los que los expertos socialdemócratas recomendaban. Por supuesto la evolución del empleo dependía (y depende) de la marcha de la economía. Sobre todo de las reglas de la convertibilidad que la inmensa mayoría de los argentinos quería, por ese entonces, preservar. Discrepando de los abogados laboralistas locales (y de la "historia oficial" escrita por el kirchnerismo), pienso que la primera ley laboral es la ley monetaria. Una moneda devaluable permite "alegrías" en materia de negociación colectiva. Un tipo de cambio fijo exige disciplina y productividad. Lo están descubriendo los países mediterráneos adheridos al euro. La última reforma laboral del PSOE es muy parecida a la que intentamos en 1996 después del Acuerdo Marco.

CLAUDIO RABINOVITCH
crabinovitch@rionegro.com.ar