viernes, 17 de abril de 2009

Lentitud y pereza

Los foráneos suelen achacarnos cierta lentitud. Se sorprenden o critican nuestro hablar cansino, nuestros pasos cuidadosos, nuestras morosas conversaciones de café, nuestros interminables saludos en las esquinas.

Hay quienes explican estas características de la salteñidad, en función de las montañas que rodean nuestros pueblos o de las alturas sobre las que están edificadas nuestras ciudades.

Otros las relacionan con la influencia cultural de las poblaciones originarias que disfrutaban de una idea del tiempo muy distinta a la de los conquistadores europeos.

En cualquier caso, que la altura imprime carácter y determinadas aptitudes físicas, lo acaba de comprobar el seleccionado argentino de fútbol en La Paz.

Lejos de una calificación en bloque, creo que aquella lentitud, cuando existe, merece consideraciones muy matizadas.

Muchos salteños y salteñas han hecho del hablar pausado y de la morosidad amorosa una verdadera virtud que provoca envidia ajena, y que ha llevado a varias de nuestras bellas mujeres a los altares en Europa y en la América del Norte.

La desconfianza congénita, unida a la lentitud a la hora de tomar decisiones, nos ha preservado, en ocasiones, de males mayores. Aun cuando, también es verdad, nos ha orientado a un cierto conservadurismo pernicioso.

Un buen amigo mío, salteño tradicionalista si los hay, pretende convencerme de las bondades unánimes de nuestra morosidad, citando un reciente libro de un periodista canadiense que elogia la lentitud contraponiéndola al vértigo de las sociedades desarrolladas.

Pero no es bueno trasvasar conclusiones. Ni terminar confundiendo lentitud con pereza. Ni menos justificar que un trámite que debe durar 10 minutos, demore una semana.

(Para FM Aries)

miércoles, 15 de abril de 2009

Esteco y el Dengue

Según la historia, hacia mediados del siglo XVII los salteños de Esteco vivían en la opulencia. La lujuria había calado hondo entre las familias mas acomodadas.

La soberbia, compañera de viaje de esos vicios, les hizo desatender los reclamos de moderación y las advertencias sobre la ira divina.

Cuentan que ciertas niñas agraciadas, burlándose, pedían “cintas color temblor” en los almacenes de ramos generales del pueblo.

El fin de Esteco es conocido por todos.

Nadie sostiene hoy que el dengue sea una plaga enviada desde los cielos para castigar nuestros excesos y nuestra impiedad.

Pero no es bueno desoír las advertencias de los científicos ni los datos de la realidad. Se equivocan pues quienes piensan que la epidemia es una creación de la prensa para perjudicar a los salteños y erosionar al progresista gobierno que supimos conseguir.

Desatender las señales de la enfermedad y negar su veloz propagación, es tan irresponsable como atribuirla a los pobres.

Desafortunadamente, hay un cierto sector de nuestra sociedad que tiende a atribuir todos los males (desde la delincuencia al dengue) a los pobres, cuando no a nuestros vecinos del norte.

La versión derechista los sindica como directos responsables. La izquierda también, aun cuando los exculpa en razón de su misma condición.

Sin embargo, compruebo a diario cómo, familias no pobres, arrojan basuras a las calles sin respeto por la ciudad y sus vecinos, e incumplen las normas de prevención.

Antes que buscar terceros culpables, bien podríamos revisar nuestros propios comportamientos y cerrar filas contra el mosquito asesino.

(Para FM Aries)

lunes, 13 de abril de 2009

El Boletin Oficial de Salta alimenta el pesimismo

A estas alturas, el optimismo es uno de los elementos que más valoro en las personas y en las relaciones sociales.

Sin embargo, cuando uno se arriesga a desayunar leyendo el Boletín Oficial de la Provincia, cede el optimismo mas empecinado.

Recuérdese que, pese a su carácter tedioso y al exasperante lenguaje burocrático que recarga sus páginas, se trata de una lectura obligada para ciertas profesiones.

En realidad, la consulta diaria de la gaceta oficial salteña destruye todo optimismo. Desmiente que estemos caminando hacia la realización de nuestras esperanzas colectivas, aún de las más modestas.

El nepotismo y el amiguismo continúan presidiendo la selección de contratados para ocupar puestos públicos.

En muchos actos administrativos persisten la discrecionalidad y la ausencia de fundamentos públicos.

La publicación parcial y recortada de resoluciones sigue impidiendo a los ciudadanos y sus organizaciones controlar al poder.

El frenesí de designaciones, estables o precarias, hace sospechar que las autoridades niegan que estamos viviendo una crisis.

El desempleo, la pobreza, la recesión, el crecimiento de los precios, el trabajo en negro, ni la inseguridad ocupan una sola línea en los Boletines Oficiales de los últimos meses, donde solo han tenido cabida tímidas medidas para hacer frente a las emergencias agropecuaria y sanitaria.

El desdén por el federalismo provincial y nacional permanece también como telón de fondo de actos y de omisiones políticas.

En síntesis, la lectura del Boletín Oficial parece dar la razón a quienes piensan que continúa ocurriendo “mas de lo mismo”.

(Para FM Aries)