viernes, 12 de junio de 2009

La inflación que "fabrica" pobres

La inflación, esa vieja conocida de los argentinos, acentúa los desequilibrios sociales, desata temores y fabrica pobres.

Es por eso que el Gobierno nacional, impotente o tolerante con la escalada de precios, decidió -hace dos años- cortar por lo sano y matar al emisario de las malas noticias. Es decir, resolvió manipular o falsificar las cifras, con el fin de esconder la realidad y engañar al público.

Pero la inflación es un hecho inocultable. La percibimos en los almacenes de barrio y en los supermercados; en las facturas de los servicios; en las panaderías y en las farmacias; al comprar empanadas o pizzas; al ir a bailar los sábados o en los hoteles de trasnoche.

Afortunadamente, la dependencia -notoria y penosa- del Poder Ejecutivo local respecto del Gobierno de la Nación no ha logrado, al menos por ahora, hacer de la Dirección Provincial de Estadísticas un nuevo INDEC.

Por consiguiente, los salteños sabemos de la inflación real como consumidores, y también gracias a las mediciones independientes del ente local.

Sabemos entonces que, en el último año, los precios han crecido alrededor del 15% y no el engañoso 5% del que habla el INDEC para tranquilizar al irritable Secretario de Comercio de la Nación, un soldado.

Cuando esta inexorable realidad de los precios se compara con los salarios o con los importes de las jubilaciones y de los subsidios a desempleados y pobres, es fácil concluir que la situación social de Salta se deteriora día a día.

El auge del trabajo en negro, el atraso salarial en el sector público provincial, la degradación de los servicios y prestaciones asistenciales configuran un mapa que acentúa sus peores perfiles ante la impotencia de las autoridades y el silencio de los candidatos.

(Para FM Aries)

jueves, 11 de junio de 2009

Salta necesita formar dirigentes

La democracia participativa, a la que hice ayer una breve alusión, demanda y genera grandes cantidades de lo que se ha dado en llamar “capital social”.

Es este un concepto sociológico, relativamente novedoso, que permite conocer mejor a nuestras modernas sociedades, en tanto facilita la medición de comportamientos individuales y colectivos, así como el análisis de valores e instituciones.

Diré, para avanzar en el tema de hoy, que una determinada sociedad es más sólida, libre y equitativa, en función de la cultura de sus miembros, pero también de la calidad de sus dirigentes y líderes y de sus redes asociativas.

A partir de esta reflexión, me atrevería a sostener que Salta muestra un apreciable déficit de capital social. Al menos en el sentido de que nuestras redes asociativas son poco densas y aparecen lastradas unas veces por el intervencionismo estatal y, otras, por una cierta apatía cívica, compatible con el fervor político-electoral.

Existen, sin embargo, indicios de que han comenzado a surgir (aun de manera informal) asociaciones vecinales, organizaciones no gubernamentales, foros culturales, centros solidarios y agrupamientos de “objeto único” que completan (o compiten) con los tradicionales partidos, sindicatos y cámaras empresarias.

Este incipiente desarrollo reproduce, a mi modesto entender, las conocidas carencias en materia de dirección y liderazgo.

Dicho de otro modo: Salta precisa de iniciativas tendientes a promover la creación de asociaciones y de acciones encaminadas a mejorar continuamente la formación de dirigentes y líderes.

O sea, de programas que, aprovechando las cualidades naturales de nuestros ciudadanos (activistas empecinados, buenos oradores, mejores polemistas), las complementen con el acceso a técnicas de dirección, comunicación, gestión y liderazgo.

(Para FM Aries)

miércoles, 10 de junio de 2009

La Argentina y el mundo

Aludi en mi anterior columna a los intercambios de ideas que, bajo los auspicios de la Universidad del Salvador, tienen lugar en Buenos Aires en el Postgrado Internacional sobre políticas públicas.

Invitado por los organizadores y ante un distinguido auditorio diseminado por todo el país, expuse durante tres horas mi ponencia acerca de las relaciones de la Argentina con el mundo.

Permítanme presentar aquí las principales conclusiones políticas:

Primera: Soberanía, Globalización y Democracia son conceptos en procesos de construcción o de reconstrucción.

Segunda: La regionalización, la internacionalización y la globalización han puesto en crisis la soberanía externa de los Estados. Una crisis potenciada por los desequilibrios de poder presentes en la escena mundial.

Tercera: La soberanía interna resulta erosionada por el federalismo, el corporativismo y las nuevas demandas cívico-autonomistas

Cuarta: La visión economicista de la globalización precisa ser reemplazada por la mirada cosmopolita que propone U. BECK.

Quinta: La democracia moderna sólo puede ser participativa. Siendo sus señas de identidad las libertades, el Estado de Derecho, la autonomía cívica, el federalismo y la búsqueda de consensos.

Cuando estas conclusiones se trasladan al caso argentino, se advierte que, a raíz de la baja calidad de nuestras instituciones, estamos lejos de la democracia participativa. También que nuestra política exterior actual acentúa nuestra insignificancia internacional.

Al finalizar escuché interesantes aportaciones de Roberto DROMI, Jorge VANOSSI y Juan Pablo BAYLAC, entre otros.

Una me pareció relevante: la Argentina adolece de graves desequilibrios institucionales, territoriales y sociales. Los caminos para superarlos integran la agenda de una verdadera política de Estado basada en el consenso.

(Para FM Aries)

martes, 9 de junio de 2009

Bicentenario: Ideas, documentos y cenáculos

La Argentina se acerca al bicentenario de su nacimiento como nación. Siguiendo la rutina de siempre, los discursos escolares y las arengas agotarán las evocaciones patrióticas.

Nuestra ciudad se poblará de escolares y de gauchos engalanados. Las autoridades, magníficas y sonrientes, se exhibirán ante el pueblo llano. Las colectividades desfilarán con sus banderas y trajes típicos. Las fuerzas armadas y de seguridad mostrarán su bizarría. Los vendedores de escarapelas harán su agosto.

Mientras todo esto sigue un guión resabido, los argentinos reflexionamos sobre nuestro futuro. Desordenadamente en la campaña electoral. Serenamente en el interior de nuestra conciencia cívica, en familia, en círculos o leyendo.

Por estos días he revisado dos documentos históricos, y asistido a tres interesantes intercambios de alto valor intelectual.

Los documentos, de sorprendente utilidad presente y futura, son: el “Modelo argentino para el proyecto nacional” escrito por Juan Domingo Perón en 1974; y, los trabajos del “Consejo para la Consolidación de la Democracia” que -a mediado de los ochenta- alentó Raúl Alfonsín.

Los intercambios de ideas a los que me refiero tienen sus sedes en el Posgrado Internacional que organizan en Bueno Aires las Universidades del Salvador y Carlos III (Madrid); en la Mesa para el Consenso Republicano, que acaba de publicar coincidencias llamadas a influir en nuestro inmediato futuro; y, por último, en la Fundación COPAIPA, donde se reflexiona acerca de un proyecto estratégico para Salta y su región.

O sea, que no todo sucede en los programas cómicos de la televisión.