viernes, 10 de abril de 2009

Falsas esperanzas y autogobierno

Sin ánimo de reemplazar a los encuestadores de opinión, creo que una ola de pesimismo se extiende entre los salteños. Muchos comienzan a pensar que sus esperanzas no se están haciendo realidad.

Me propongo reflexionar hoy sobre las esperanzas colectivas que se esfuman.

Déjenme decirles que aquel pesimismo está en relación directa con las exageradas esperanzas que depositamos en líderes políticos y gobiernos.

Este depósito de anhelos es, en realidad, una inmensa delegación de poderes que los ciudadanos hacemos a gobiernos y gobernantes. Se trata de una delegación acompañada de una virtual renuncia a los espacios de autonomía que los ciudadanos debemos preservar en toda sociedad democrática.

Con el agravante de que, cuando delegamos poderes, omitimos reservarnos funciones de control y vigilancia sobre nuestros representantes.

Lamentablemente muchos candidatos, que conocen esta debilidad institucional y cultural, crean esperanzas desmesuradas y prometen hacernos felices ni bien el candidato se alce con la mayoría. A sabiendas de que el ciudadano carece de herramientas para velar por el cumplimiento de las promesas.

Por otra parte, por mucho que el elegido proclame estar haciendo realidad las esperanzas (1) en él depositadas, la dura realidad muestra a muchos un horizonte alejado de aquella euforia propagandística.

Esta dialéctica perversa entre esperanzas y realidad no se quiebra depositando idénticos poderes en un nuevo candidato.

Se quiebra cuando la ciudadanía es capaz de imponer mecanismos de control democrático, de meditar su voto, y de organizarse incluso para el autogobierno.

En vez de esperar que el Intendente de mi pueblo diseñe un servicio de recogida de basura o cuide los ríos, puedo organizarme con mis vecinos y resolver el problema. Sin perjuicio de que, llegada la cita electoral, castiguemos al inepto.

En vez de soportar resignados la ola de delitos o el exterminio de bosques, podemos asociarnos para participar y controlar a los organismos estatales.

Constituir o participar en organizaciones no gubernamentales facilita el control, acerca la seguridad y la buena vecindad, y da fuerzas a las acciones solidarias.

(1) Este es el lema que usa, hasta la saciedad, el actual Gobernador de Salta.

(Para FM Aries)

miércoles, 8 de abril de 2009

Contaminación plástica


Algo deberíamos hacer para frenar el poder contaminante de los plásticos. Un poder que avanza de la mano del comportamiento irresponsable de los ciudadanos y de la pasividad de las autoridades.

Calles, caminos, cunetas, ríos, playas, veredas están infectados de este horrible material que resiste el paso del tiempo y las adversidades climáticas.

Nuestros paisajes urbanos y rurales sufren las heridas de botellas, recipientes, láminas y embalajes de plástico, a los que se suman pañales descartables, cartones, papeles y ciertos viles accesorios higiénicos usados por desaprensivos.

Los nuevos envases de bebidas (me refiero a las cajas de cartón plastificado que acogen vinos de baja calidad y al vidrio de las botellas de ferné), y de alimentos populares como papas fritas o chisitos, añaden agresiones al medioambiente y a su belleza.

Además de daños estéticos, estos residuos provocan contaminación, taponan desagües, facilitan la propagación de insectos asesinos, e impiden el buen uso de los espacios públicos.

Piénsese sino en los amantes bucólicos que buscan intimidad y solaz en las playas de nuestros ríos, cuando no en los acogedores yuyos, a los que condenamos a tropezar con la agresiva presencia de botellas vacías, forzándolos a concurrir a hoteles por hora.

¿Qué hacer frente a este desagradable panorama de nuestro suelo regado de plásticos?

Una primera solución apunta a exigir a nuestros Intendentes mayor dedicación y prolijidad en las tareas de recolección de basura. Pero ya sabemos que es muy poco lo que se obtiene de este tipo de reclamos.

Una segunda vía consiste en proponer a los ciudadanos un comportamiento más responsable, sugiriéndoles no abandonar en sitios públicos residuos contaminantes. Vale decir: a los bebedores de fin de semana, que se lleven los tetabrik a sus casas; a los domingueros, que carguen en sus motos y coches los envases de gaseosas; a las mamás, que guarden en sus bolsos los pañales usados por sus bebés. Y cosas por el estilo.

Es probable que por esta vía obtengamos mejores resultados que por la primera, dada la conocida negligencia de nuestras autoridades municipales.

Pero hay una tercera vía: Obligar a los fabricantes de objetos contaminantes, a que generen incentivos para conservar el medioambiente. Por ejemplo: insertar leyendas conservacionistas o pagar por el reintegro de envases.

(Para FM Aries)

lunes, 6 de abril de 2009

Raúl Alfonsín


La muerte, esta vez, nos ha privado de una persona de relevante calidad humana. Porque eso, además de un demócrata, fue el doctor Raúl Alfonsín, a quién conocí y traté en largos y difíciles momentos de nuestra vida política.

La muerte del hombre que lideró nuestra transición apostando por la vida, la paz cívica y el consenso, provocó infrecuentes emociones colectivas y nos invitó a reflexionar sobre el pasado y el futuro de la República.

En un sano ejercicio de autocrítica, muchos de quienes trabaron su accionar y desoyeron sus apelaciones al diálogo, han vuelto sigilosamente sobre sus pasos sumándose al coro de elogios.

Raúl Alfonsín procuró democratizar la vida sindical y reformar las relaciones laborales.

Impulsó el juzgamiento de los altos responsables de la última dictadura militar, buscó reinstalar a las Fuerzas Armadas dentro del concierto institucional, y dio los primeros pasos para cerrar las heridas abiertas en los años setenta.

Logró que un país habituado a pensar la región en términos de conflicto, sellara acuerdos limítrofes y de cooperación, mostrándonos las ventajas de vivir en paz e integrados al mundo.

Tropezó con la incomprensión y la cicatería de buena parte del peronismo político y sindical de entonces, que sólo lo acompañó durante el levantamiento militar de aquella Semana Santa de los años 80.

Más allá de estos apuntes generales, quisiera reseñar aquí mis relaciones con el doctor Alfonsín a quién conocí merced a la intermediación de Felipe González.

En 1985, para escándalo del peronismo tradicional, decidí incorporarme a su equipo con el encargo de contribuir a la modernización laboral primero, y de diseñar políticas de desarrollo regional después.

Mas adelante y a través del Partido Tres Banderas, me sumé a la propuesta de Convergencia y a su frente electoral.

En 2001, año de extrema gravedad institucional, hablé con él intentando acercar a líderes separados por ideologías y desconfianzas.

Alfonsín, trabajando o dialogando, generaba un clima de calidez humana. Sus modos reposados y elegantes aproximaban. Estuvo a mi lado en dolorosos momentos familiares y confortó a mis pequeños hijos. En resumen, saludo y evoco desde aquí a Raúl Alfonsín, un caballero y un hombre de bien.

(Para FM Aries)