martes, 15 de septiembre de 2009

"El secreto de sus ojos"

Me atrevería a sostener que, con “El secreto de sus ojos”, el cine argentino entra de lleno en una etapa de espléndida madurez. Me refiero, claro está, a la reciente película dirigida por Juan José Campanella y que por estos días está atrayendo a muchos salteños.

Mas allá de sus relevantes méritos cinematográficos y del atrayente guión basado en una novela de Eduardo Sacheri, me interesó profundamente uno de los dilemas morales que ambas obras desarrollan.

Frente a la ineficacia y a la corrupción que atenazan, de un tiempo a esta parte, a amplios estratos de la justicia argentina, frente a la impunidad que la mala política garantiza a notorios delincuentes, ¿es un remedio legítimo la venganza privada?

Mi respuesta personal es claramente negativa. Pienso sinceramente que admitir la venganza como respuesta al crimen (por horrendo que este sea) es retroceder hacia la barbarie.

Si bien no puede decirse que la película contenga una apología de la venganza, es muy probable que muchos espectadores salgan del cine con la sensación de que el vengador hizo justicia y que dejó en evidencia las lacras del Estado argentino contemporáneo.

Se trata de una sensación espiritual, de una valoración superficial, que entiendo criticables. Justificar la venganza (sea en tertulias o en el fuero íntimo) es conectar con lo peor de nuestra historia cultural; aquella que dispensó crímenes contra la humanidad a través de frases negligentes como esa que decía “por algo será”.

Con el añadido de que la venganza que muestran la película y la novela, es sencillamente atroz. Tan atroz como los secuestros de personas que en los años setenta protagonizaron los guerrilleros de la izquierda bárbara y los agentes del terrorismo de Estado.

(Para FM Aries)

domingo, 13 de septiembre de 2009

Sobre un Pacto de la Moncloa "a la criolla"

El diario LA NACION de Buenos Aires publica hoy una interesante nota sobre los "Pactos de la Moncloa" y las discretas gestiones que realizan algunos líderes políticos para reeditarlos en "versión criolla". Pero, en mi opinión, Lomas de Zamora y Olivos (2009) quedan a siglos del Palacio de la Moncloa (1977).

¿Qué fueron los “Pactos de la Moncloa”?

Un gran acuerdo político, económico y social firmado, en octubre de 1977, por los Partidos Políticos españoles con representación parlamentaria, incluida la Unión de Centro Democrático (UCD) fundada por Adolfo Suárez, el entonces Presidente del Gobierno.

La grave crisis económica española (1973/78), la necesidad de consolidar la democracia que nacía, y el creciente consenso nacional sobre los objetivos de pacificación interior, integración en Europa y desmontaje del Estado corporativo, integraban el contexto que rodeó la negociación y firma de los Pactos.

En esa oportunidad, Gobierno y oposición coincidieron en la necesidad de pactar un Programa de Saneamiento Económico y un Programa de Actuación Política con eje en las libertades fundamentales. La ciudadanía convalidó y acompañó tanto las medidas como el método.

Los “Pactos de la Moncloa” inauguraron, además, un largo ciclo durante el cual las principales decisiones políticas (incluida la Constitución Española de 1978) se adoptaron generalmente por consenso entre sus firmantes.

Tanto el Gobierno como los Partidos cumplieron acabadamente sus compromisos y el éxito coronó sus esfuerzos.

La Argentina necesita un acuerdo al estilo de los “Pactos de la Moncloa

El deterioro de las instituciones de la República, la crisis económica latente, los conflictos que dividen a la ciudadanía (incluidos los que se derivan de la violencia política de los años setenta), la inseguridad y la pobreza, no pueden afrontarse exitosamente con la metodología crispada y unilateral que prefiere el Gobierno Kirchner.

Sin embargo, lamentablemente y por el momento, no parecen existir las condiciones mínimas para un acuerdo de esta envergadura. Bastaría con comparar los discursos del Presidente español Adolfo Suárez con los de la Presidenta argentina y su esposo, para advertir la distancia que separa nuestro clima político del clima que rodeó a los “Pactos de la Moncloa”.

La destrucción del sistema argentino de partidos políticos conspira también contra la celebración de grandes pactos. Un Gobierno montado sobre el discurso de la confrontación y con férrea vocación hegemónica y unitaria no parece en condiciones de transitar el camino del consenso.

Una oposición fragmentada y sin ideas consistentes acerca de lo que hay que hacer para reconstruir la república y la paz interior, completan un panorama político poco alentador.

Aún así, es posible pensar que ni bien esta oposición logre expresarse a través de un programa mínimo y pueda armonizar muchas de las demandas sectoriales, estará en condiciones de forzar al Gobierno a sentarse en una mesa de diálogo efectivo.

La construcción de un nuevo modelo de producción (con eje en la agroindustria, en la productividad y en la reinserción de la Argentina en el mundo), la independencia del Poder Judicial, la libertad de expresión y el federalismo, deberían ser contenido inexcusable de unos hipotéticos “Pactos de la Moncloa” a la Argentina.

La iniciativa del ex Presidente Duhalde

Si bien Duhalde acierta al invocar el ejemplo de los “Pactos de la Moncloa”, su afirmación está vacía de contenido y parece aludir solamente a un acuerdo entre fuerzas opositoras del que quedaría excluido el Gobierno Kirchner.

Estaríamos, entonces, ante una nueva edición del método del que se valió el señor Duhalde para articular el consenso parcial que derrocó al Presidente de la Rua en 2001. Aquella imprecisión y este precedente explican mi desconfianza acerca de esta iniciativa.

En realidad, y dicho esto con todos los respetos, el matrimonio gobernante en la Argentina se parece mas a la dupla Blas Piñar/Girón de Velazco que al eje Suarez/Gonzalez/Carrillo.