viernes, 17 de septiembre de 2010

Reconocimiento y desagravio a Julio C. Strassera

DR EDUARDO ALFREDO FELLNER
Señor Presidente de la Honorable Cámara de Diputados:

En mi carácter de ciudadano libre me comunico a Usted con el fin de solicitar el tratamiento y aprobación del expediente N° D-6563-10 en el cuál se propone un desagravio público al Ciudadano Julio César Strassera, símbolo de la lucha permanente por la causa de los Derechos Humanos.

Saludo atentamente.

José Armando Caro Figueroa

Religiones y Enseñanza

En este año, el tiempo del Milagro coincide con un debate –diría que superficial- acerca de la enseñanza de las religiones en las escuelas públicas.

Dejando para otra oportunidad las consideraciones acerca de su encuadre constitucional, me centraré en aspectos que estimo pueden ayudar a clarificar el debate. Entrando de lleno en la cuestión, me formulo la siguiente pregunta: ¿Es necesaria la enseñanza religiosa en una sociedad como la salteña contemporánea?

Creo que hay abundantes motivos para responder positivamente. La existencia de un ejército de excluidos, en su mayoría jóvenes, que viven en unidades que poco y nada tienen que ver con la institución familiar, es uno de estos motivos. La enseñanza de las religiones sería, entonces, uno de los modos de procurar la integración de las personas que el actual modelo productivo margina.

En este sentido, creo que es un deber del Estado provincial garantizar esto que me atrevería a calificar de servicio esencial. Al hacerlo, poniendo al alcance de las iglesias los medios necesarios, debería preservar los derechos que emanan del pluralismo y del principio de no discriminación, así como garantizar la objeción de conciencia.

Esta actuación promocional del Estado vendría acompañada del lógico control orientado a garantizar que aquella enseñanza sea compatible con los valores republicanos y democráticos; valores que, dicho sea de paso, poco entusiasman al fundamentalismo que parece inspirar algunas posiciones oficiales.

Entiendo que no hay ningún motivo para sostener que la enseñanza religiosa haya de brindarse inexorablemente en las escuelas y dentro del horario escolar. Para garantizar el acceso a este servicio esencial, la Provincia podría poner a disposición de las comunidades religiosas legalmente reconocidas, aulas o subvencionar el establecimiento de centros privados de enseñanza de las religiones que funcionen dentro de los principios constitucionales.

Discrepando de la línea argumental del Gobierno del señor Urtubey, centrada en la impostura, no me parece atinado encerrarnos en un debate que enfrente a las diversas confesiones entre sí, a los creyentes con los ateos, o a los tradicionalistas con los librepensadores.

Es preciso tener en cuenta que lo que parece atractivo para una cierta clase media agnóstica y anticlerical, no necesariamente resulta positivo para aquellos que no pueden acceder a los beneficios de la libertad. Los marginados del trabajo, del bienestar y de la dignidad, tienen el derecho a la integración. Un derecho que no se circunscribe a la recepción pasiva de bienes materiales (que llegan de la mano manipuladora de los gobiernos), y que exige la atención de las necesidades espirituales. Dicho en otros términos: La enseñanza de las religiones más que un derecho es un deber de las iglesias que deben ser convocadas a reforzar su compromiso contra la exclusión social.

(Para FM Aries)

martes, 14 de septiembre de 2010

Salta: Tiempo del Milagro

Imaginemos por un momento que las fiestas del Milagro se celebraran en pleno invierno. Es muy posible que tal circunstancia disminuyera el brillo exterior del homenaje que los salteños rendimos a nuestros santos patronos, aun cuando el frio ambiente no llegara a afectar los sentimientos de piedad, contrición y religiosidad que convocan las imágenes y el culto.

Pero, afortunadamente, las fiestas del Milagro coinciden con las cercanías de la primavera, un tiempo en donde la naturaleza comienza a desperezarse, donde emergen todos los verdes imaginables, y durante el cual la vida animal siente el inicio de un nuevo ciclo. Bien es verdad que, como lo muestra la historia salteña, se trata también de un tiempo sísmico que no deja de preocupar a los habitantes de estos valles que guardan en su memoria los temores inevitables.

El tiempo del Milagro no es solamente ocasión de recogimiento, de meditación y de rezos. Es también un tiempo donde reverdecen los vínculos familiares y tienden a prevalecer los buenos sentimientos. En este sentido es bueno recordar que la fiesta del Milagro convoca a parientes residentes en otras ciudades, de modo que quién más quién menos descubre primos de hablar acelerado, tíos obsequiosos o se reencuentra con vecinas pícaras.

Mi niñez, como la de casi toda mi generación, está marcada por las alegrías milagreñas. Recibí la primera comunión en compañía de los alumnos de la Escuela Urquiza, tras ser advertido por la delicada catequista de que uno de los pecados carecía de definición accesible a los niños.

Abandonando mi fidelidad a los carritos heladeros, disfruté de mi primer ice-cream en la heladería CERCENA del Pasaje la Continental. Descubrí los sabores simples de los sándwiches de La Castiza, junto con el encanto de la Plaza 9 de Julio y sus aromas insinuantes. En setiembre de 1952 tuve mi primer reloj de muñeca. Vi de cerca a Monseñor Tavella y escuché deslumbrado sus sermones y admoniciones. Me atreví en un bote por el lago del parque San Martín. Y, una vez concluido el rezo de la novena, cumplí casi siempre con la rutina de pasar por la Pizzería Belgrano acompañado por Sapito Medrano y los demás amigos del barrio.

A su debido tiempo alargué los pantalones y descubrí que el del Milagro es un tiempo propicio también para el primer amor, que solía surgir de intercambios de lánguidas miradas en la Plaza, en las fiestas familiares, en los juegos intercolegiales, o en una desabrida vereda de la Avenida Belgrano al 800, al lado de una academia de mecanografía .

Si exceptuamos el conflictivo año 1955, el Milagro en Salta fue y es un tiempo propicio a la reconciliación, que invita a poner entre paréntesis las querellas sobre todo políticas.
Esperemos que este añejo espíritu, al que se han sumado de buen grado los descendientes de los pueblo originarios, se mantenga por los siglos de los siglos. Esperemos también que DonDavid pueda retornar a su hermosa costumbre solidaria con los peregrinos.

(Para F.M. Aries)

lunes, 13 de septiembre de 2010

Buenos Aires en positivo

En mi anterior columna aludí a las dificultades del vivir en Buenos Aires. Sobre todo para salteños acostumbrados a la naturaleza y a una cierta paz social no exenta de tensiones. Quisiera hablar hoy de algunas de las ventajas de Buenos Aires. Más precisamente, de un par de acontecimientos positivos que me tocó vivir.

El primero, tiene que ver con una conferencia que en la Escuela de Posgrado Ciudad Argentina diera José Manuel de la Sota, ex gobernador de Córdoba y ex embajador argentino en Brasil.

Sin pretender reproducir ni glosar aquí todas sus ideas, me limitaré a comentar su exposición acerca del futuro de las relaciones entre la Argentina y Brasil, centrada en la emergencia de nuestro vecino como una potencia mundial que, además, ha logrado reducir sustancialmente la pobreza y la exclusión.

Tan auspiciosa emergencia constituye una fuente de grandes oportunidades para la Argentina.

Como sabemos, la historia mundial está llena de ejemplos de países que supieron engancharse a locomotoras vecinas para crecer y ganar en cohesión social. Dicho en otros términos: Contar con un vecino poderoso ayuda a progresar, a condición de que ambas naciones quieran cooperar y tracen vías para recorrer juntos el futuro inmediato. Fue, por ejemplo, el caso del ingreso de España al espacio económico y político liderado por el eje franco-alemán.

El amplio conocimiento que José Manuel de la Sota tiene del mundo y de nuestra América, le sirvió para deslizar una fuerte advertencia. Si de aquí en más la Argentina hace bien las cosas, podrá tejer con Brasil una relación parecida a la que tienen Canadá y los EEUU, y obtener beneficios mutuos similares.

Por el contrario, si perseveramos en los errores, nuestro destino se parecerá más al del México contemporáneo amenazado hoy por tragedias de diverso signo.

Vale decir que nuestra vecindad con la locomotora brasileña puede ser fuente de oportunidades de bienestar colectivo. No obstante, podríamos también perdernos en el camino de la irrelevancia. En este sentido, se abren entonces ante nosotros tres caminos alternativos: Generar relaciones constructivas con Brasil; Perseverar en el aislacionismo y en la autarquía; o elegir aliados internacionales con los cuales solo podemos compartir conflictos y la decadencia de las formas republicanas.

El segundo de los acontecimientos positivos a los que quiero hoy referirme, tiene que ver con lo que podría llamar el descubrimiento intelectual de Edgar Morín y de su obra acerca del pensamiento complejo. Una obra que, sin duda, ha revolucionado ya la forma de pensar los fenómenos sociales y, también, la política: Permítanme recomendar aquí a quienes en Salta se interesan por la política y por el futuro la lectura de su libro “¿Hacia el abismo?” que recoge breves ensayos de enorme actualidad y de provecho para los pensadores salteños.

Para aquellos que pregonan la bondad invariable de los jóvenes políticos y, de paso, alientan la jubilación forzosa de los mayores, permítanme recordar que Edgar Morín acaba de cumplir 89 años y sigue asombrando al mundo con su producción intelectual.

(Para FM Aries)