jueves, 8 de abril de 2010

Voto contra la dictadura cubana

En 1961 acababa yo de ingresar a la Universidad Nacional de Tucumán, más precisamente a su Facultad de Derecho. Como todos recordarán, eran tiempos con un escenario mundial políticamente tormentoso, marcado por la “guerra fría” y por la irrupción de Fidel Castro y de Ernesto Che Guevara.

El desembarco de fuerzas anticastristas en Bahía de los Cochinos, producido en Abril de ese año, movilizó al estudiantado argentino, seguramente incentivado por la fuerte presencia que en los claustros tenían la Federación Juvenil Comunista y los partidos de izquierda.

En un acto clásico de corte antiimperialista celebrado en el patio de la Facultad, tuve la oportunidad de conocer y admirar desde entonces a Guillermo Garmendia, el líder de los estudiantes reformistas, que nos arengó -con inusual brillo oratorio- contra la invasión a la isla.

En ese tiempo, la incipiente revolución cubana provocaba reacciones encontradas en el conjunto de la sociedad argentina, pero concitaba el apoyo era mayoritario en los ámbitos juveniles y universitarios. La inicial aureola romántica que rodeó a los guerrilleros confundió incluso a una de nuestras mejores poetisas que, pese a su conservadurismo, escribió bellas palabras en honor del Comandante barbado.

Más adelante, sobre todo en el seno del peronismo diríamos “oficial”, ese entusiasmo fue atenuándose hasta desaparecer, pese el empeño de John William COOKE, castrista convencido, quién fuera el primer delegado del Perón exiliado.

Me atrevería a decir que, entre otros ensayos y crónicas, fue un artículo de Mario Vargas Llosa alertando sobre la existencia de un fascismo rojo, corporizado en las dictaduras comunistas, el que dio fundamentos racionales y políticos a muchos jóvenes para alejarse de esta izquierda totalitaria y volver su mirada y sus esperanzas a los principios y a las formas democráticas.

En la Argentina contemporánea sobrevive una izquierda castrista que complementa su ideario con los exaltados discursos del comandante Hugo Chávez. Una fuerza política, ciertamente minoritaria, que convive con otros entusiasmos más discretos pero igualmente admiradores de ambas dictaduras.

En el hemisferio norte, vale decir en Europa y en EEUU, los defensores de este tipo de dictaduras ejercen hoy una ínfima influencia en el panorama político.

Pero han sido las recientes manifestaciones de la resistencia democrática cubana que reside en el interior de la isla y la brutal represión ordenada por el régimen, lo que ha movido a intelectuales y artistas, no precisamente de derechas, a expresarse abiertamente contra la dictadura cubana y sus personeros.

Quiero, desde esta modesta columna, sumarme a las voces que piden el restablecimiento de las libertades en favor de los cubanos y el inicio de una urgente, limpia y pacífica transición que consagre la democracia en este país hermano.

(Para FM Aries)

martes, 6 de abril de 2010

Engaña Pichanga

Según la Real Academia de la Lengua el término “engaña pichanga” describe a aquellas cosas que defraudan con su apariencia. En el terreno de las prácticas políticas la frase nombra a ciertas medidas que aparentan ir en una dirección pero encubren los reales propósitos de las autoridades.

El publicitado anuncio hecho por el señor Gobernador de la Provincia de transferir a los Intendentes Municipales la gestión de las ayudas sociales es una verdadera engaña pichanga. Lo es, al menos cuando se presenta la medida como “el no va más” de la transparencia; como el golpe de muerte al clientelismo.

En realidad, lo que ha hecho don Juan Manuel Urtubey no es sino retocar o reestructurar su ahora poderoso aparato político-electoral, movido como se sabe con recursos que directa o indirectamente salen del Estado.

Decir que el clientelismo acaba cuando la distribución de las ayudas sociales pasa a manos de los Intendentes es una afirmación pensada para engañar a los pocos bobos que aún quedan en Salta.

Pues como todo el mundo sabe, son precisamente los Intendentes los más eficaces y directos agentes del clientelismo. Son ellos, sobre todo en las localidades chicas y medianas, quienes conocen a los pobres; saben dónde viven y qué hacer para movilizarlos a votar o a vivar al Gobernador de turno.

Son ellos, los Intendentes, quienes administran premios y castigos dentro del universo de pobres. Los que confeccionan listas negras y fidelizan hasta límites insospechados a quienes dependen de un subsidio, de una bolsa de alimentos, de una beca o del acceso a un plan social.

De modo que la medida de nuestro Primer Mandatario, lejos de la intención que pregona, apunta a consolidar la pirámide de poder que lo tiene en su vértice y cuya base son los Intendentes que, ahora más que antes, le guardarán transitoria fidelidad.

La distribución de las ayudas que hacen los Intendentes no sólo consolida las bases del clientelismo, sino que ratifica la condena a los pobres a peregrinar en oficinas donde reinan la discrecionalidad y las malas prácticas.

Como muestra de ineficacia, mencionaré el caso de un Municipio con 5.000 habitantes (el 40% de los cuales es pobre) cuya “oficina social” cuanta con un único asistente que atiende 3 horas a la semana y que demora más de 6 meses para dar el número de expediente a los ancianos que procuran una pensión asistencial. Vale decir, Los servicios sociales municipales siguen siendo tan rudimentarios como arbitrarios.

Mal que le pese al señor Gobernador, en lo que va de su gestión, poco y nada han mejorado las políticas sociales. Su objetivo no ha variado: asistir a los pobres, pero manteniéndolos excluidos de la plena ciudadanía y de la dignidad del trabajo, cultivándolos como masa de maniobra electoral.

(Para FM Aries)

lunes, 5 de abril de 2010

La basura en Lesser: Un problema grave


El servicio municipal de recolección de residuos que opera en la zona de Lesser (mi barrio), bajo jurisdicción de la Municipalidad de Vaqueros, es una auténtica vergüenza.

A la precariedad de dicho servicio viene a sumarse la actitud irresponsable de algunos vecinos que arrojan desaprensivamente sus residuos domésticos en cualquier sitio, sin preocuparse siquiera por colocar en sus casas un tacho de basura.


Cuando hablamos de servicio precario, hablamos de un servicio con personal sin directivas claras para cumplir con su tarea; hablamos de una frecuencia insuficiente; hablamos de la ausencia de basureros colectivos y de carteles municipales que ordenen la conducta de los vecinos respecto de la basura hogareña; hablamos de la inexistencia de normas que obliguen a los propietarios a colocar tachos de basura acondicionados para atender a las especiales características de la zona.

Para colmo, la civilizada costumbre de separar los residuos para facilitar su reciclaje no ha llegado aún a nuestra villa.

Hoy el problema llegó a límites extremos pues la basura y sus miasmas comenzaron a contaminar la acequia que provee de agua a muchas familias situadas bien sobre el camino a Los Yacones, bien sobre el camino vecinal interior.

Hasta aquí, las autoridades municipales se muestran, una vez más, insensibles al problema.

Pienso, como vecino, que tendríamos que actuar en una doble dirección: De un lado, exigir al Intendente que mejore el servicio y, de otro, buscar formas autónomas que nos disciplinen (por ejemplo fijando días para sacar la basura o sugiriendo separarla con vistas a su reciclado) y alienten la participación de todos.

domingo, 4 de abril de 2010

Defendamos nuestro barrio


Lesser y Castellanos, situados en la órbita de las Yungas, son dos villas de casas bajas rodeadas de arboledas de verdes brillantes, de ríos y arroyos de montaña, de exóticos pájaros bellos y de pacíficos vecinos.

Sus tierras y sus bosques albergan especies animales y vegetales que, por su calidad y diversidad, toda sociedad humana que se precie de tal está obligada a preservar.

Aunque uno pertenece al municipio de Vaqueros y otro al de San Lorenzo, ambos territorios reciben de las autoridades comunales un trato desdeñoso y distante, seguramente a causa de su escaso peso electoral.

Pues bien, según la información disponible, alguien decidió que este hermoso lugar es el sitio más apropiado para elevar un hotel de 40 habitaciones, 3 plantas, extensas playas de estacionamiento y toneladas de hormigón.

Planificó tal desmesura sin reparar en los límites que impone el Código de Edificación de San Lorenzo. Lo hizo imaginando quizá poder burlar o modificar las normas, como burló y modificó la línea de rivera que separa su heredad del Río Castellanos.

Para erigirlo, derribará arboles añosos, agotará el agua que consumen los vecinos, expulsará a aves y animales nativos, dañará el precario camino, contaminará las napas subterráneas. Todo en nombre del falso “progresismo”, que tantas simpatías despierta en los círculos del poder provincial y nacional.

¿Se atreverán las autoridades municipales a legalizar un proyecto incivil y contrario a los equilibrios medioambientales y urbanísticos básicos?

¿Podrá más la prepotencia cortesana del poder o la serena resistencia de los vecinos?