El diario LA NACION de Buenos Aires publica hoy una interesante nota sobre los "Pactos de la Moncloa" y las discretas gestiones que realizan algunos líderes políticos para reeditarlos en "versión criolla". Pero, en mi opinión, Lomas de Zamora y Olivos (2009) quedan a siglos del Palacio de la Moncloa (1977).
¿Qué fueron los “Pactos de la Moncloa”?
Un gran acuerdo político, económico y social firmado, en octubre de 1977, por los Partidos Políticos españoles con representación parlamentaria, incluida la Unión de Centro Democrático (UCD) fundada por Adolfo Suárez, el entonces Presidente del Gobierno.
La grave crisis económica española (1973/78), la necesidad de consolidar la democracia que nacía, y el creciente consenso nacional sobre los objetivos de pacificación interior, integración en Europa y desmontaje del Estado corporativo, integraban el contexto que rodeó la negociación y firma de los Pactos.
En esa oportunidad, Gobierno y oposición coincidieron en la necesidad de pactar un Programa de Saneamiento Económico y un Programa de Actuación Política con eje en las libertades fundamentales. La ciudadanía convalidó y acompañó tanto las medidas como el método.
Los “Pactos de la Moncloa” inauguraron, además, un largo ciclo durante el cual las principales decisiones políticas (incluida la Constitución Española de 1978) se adoptaron generalmente por consenso entre sus firmantes.
Tanto el Gobierno como los Partidos cumplieron acabadamente sus compromisos y el éxito coronó sus esfuerzos.
La Argentina necesita un acuerdo al estilo de los “Pactos de la Moncloa
El deterioro de las instituciones de la República, la crisis económica latente, los conflictos que dividen a la ciudadanía (incluidos los que se derivan de la violencia política de los años setenta), la inseguridad y la pobreza, no pueden afrontarse exitosamente con la metodología crispada y unilateral que prefiere el Gobierno Kirchner.
Sin embargo, lamentablemente y por el momento, no parecen existir las condiciones mínimas para un acuerdo de esta envergadura. Bastaría con comparar los discursos del Presidente español Adolfo Suárez con los de la Presidenta argentina y su esposo, para advertir la distancia que separa nuestro clima político del clima que rodeó a los “Pactos de la Moncloa”.
La destrucción del sistema argentino de partidos políticos conspira también contra la celebración de grandes pactos. Un Gobierno montado sobre el discurso de la confrontación y con férrea vocación hegemónica y unitaria no parece en condiciones de transitar el camino del consenso.
Una oposición fragmentada y sin ideas consistentes acerca de lo que hay que hacer para reconstruir la república y la paz interior, completan un panorama político poco alentador.
Aún así, es posible pensar que ni bien esta oposición logre expresarse a través de un programa mínimo y pueda armonizar muchas de las demandas sectoriales, estará en condiciones de forzar al Gobierno a sentarse en una mesa de diálogo efectivo.
La construcción de un nuevo modelo de producción (con eje en la agroindustria, en la productividad y en la reinserción de la Argentina en el mundo), la independencia del Poder Judicial, la libertad de expresión y el federalismo, deberían ser contenido inexcusable de unos hipotéticos “Pactos de la Moncloa” a la Argentina.
La iniciativa del ex Presidente Duhalde
Si bien Duhalde acierta al invocar el ejemplo de los “Pactos de la Moncloa”, su afirmación está vacía de contenido y parece aludir solamente a un acuerdo entre fuerzas opositoras del que quedaría excluido el Gobierno Kirchner.
Estaríamos, entonces, ante una nueva edición del método del que se valió el señor Duhalde para articular el consenso parcial que derrocó al Presidente de la Rua en 2001. Aquella imprecisión y este precedente explican mi desconfianza acerca de esta iniciativa.
En realidad, y dicho esto con todos los respetos, el matrimonio gobernante en la Argentina se parece mas a la dupla Blas Piñar/Girón de Velazco que al eje Suarez/Gonzalez/Carrillo.
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