Sin ánimo de reemplazar a los encuestadores de opinión, creo que una ola de pesimismo se extiende entre los salteños. Muchos comienzan a pensar que sus esperanzas no se están haciendo realidad.
Me propongo reflexionar hoy sobre las esperanzas colectivas que se esfuman.
Déjenme decirles que aquel pesimismo está en relación directa con las exageradas esperanzas que depositamos en líderes políticos y gobiernos.
Este depósito de anhelos es, en realidad, una inmensa delegación de poderes que los ciudadanos hacemos a gobiernos y gobernantes. Se trata de una delegación acompañada de una virtual renuncia a los espacios de autonomía que los ciudadanos debemos preservar en toda sociedad democrática.
Con el agravante de que, cuando delegamos poderes, omitimos reservarnos funciones de control y vigilancia sobre nuestros representantes.
Lamentablemente muchos candidatos, que conocen esta debilidad institucional y cultural, crean esperanzas desmesuradas y prometen hacernos felices ni bien el candidato se alce con la mayoría. A sabiendas de que el ciudadano carece de herramientas para velar por el cumplimiento de las promesas.
Por otra parte, por mucho que el elegido proclame estar haciendo realidad las esperanzas (1) en él depositadas, la dura realidad muestra a muchos un horizonte alejado de aquella euforia propagandística.
Esta dialéctica perversa entre esperanzas y realidad no se quiebra depositando idénticos poderes en un nuevo candidato.
Se quiebra cuando la ciudadanía es capaz de imponer mecanismos de control democrático, de meditar su voto, y de organizarse incluso para el autogobierno.
En vez de esperar que el Intendente de mi pueblo diseñe un servicio de recogida de basura o cuide los ríos, puedo organizarme con mis vecinos y resolver el problema. Sin perjuicio de que, llegada la cita electoral, castiguemos al inepto.
En vez de soportar resignados la ola de delitos o el exterminio de bosques, podemos asociarnos para participar y controlar a los organismos estatales.
Constituir o participar en organizaciones no gubernamentales facilita el control, acerca la seguridad y la buena vecindad, y da fuerzas a las acciones solidarias.
(1) Este es el lema que usa, hasta la saciedad, el actual Gobernador de Salta.
(Para FM Aries)
1 comentario:
Estoy de acuerdo con lo que dices, delegar el poder en los políticos es peligroso, habría que avanzar en los mecanismos de regulación para evitar los abusos de poder, incluso revisar el propio funcionamiento del sistema para poder gobernar nosotros mismos, ahora que la tecnología lo hace posible.
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