En la Dirección de Rentas de la Provincia se han registrado avances notorios.
Se atienda al público en horario extenso y corrido; los salones lucen limpios y luminosos; la informatización de trámites avanza a buen ritmo; sus empleados parecen amables y bien formados.
Sin embargo, a simple vista de cualquier contribuyente atento, queda mucho por hacer.
En primer lugar, completar el proceso de informatización de modo que los contribuyentes puedan hacer todos los trámites, incluso los pagos, a través de Internet. Como sucede en otras provincias y, desde luego, en la AFIP.
Además, la repartición precisa impartir, y hacer cumplir, normas que eviten los tratos de favor y el amiguismo en ventanillas y oficinas.
Habrá que mejorar los servicios de información al público, incluida la página Web del organismo.
Pero donde las deficiencias son abrumadoras es en todo aquello que tiene que ver con la organización y los métodos.
Las rutinas administrativas son sencillamente absurdas por lo repetitivas. Unas veces obligan al contribuyente a volver una y otra vez para trámites simples, y otras establecen controles mensuales que bien podrían ser reemplazados por controles semestrales o anuales.
Si esta Dirección, clave tanto para el Estado recaudador como para el ciudadano contribuyente, ha sido capaz de llevar adelante una sorprendente reforma en el área de los Recursos Humanos, bien podría encarar un esfuerzo similar en las áreas de Organización y Métodos.
Pero si la Dirección de la Provincia merece reparos, se sitúa a años luz de la Dirección Municipal de Rentas, verdadero arquetipo del desorden, la negligencia, el amontonamiento y el atraso burocrático.
(Para FM ARIES)
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