Mientras nuestro Gobernador naufraga en un mar de lealtades inadecuadas y de inconsecuencias que apabullan, Salta es un barco a la deriva donde cada cual intenta salvarse aun a costa de abandonar valores e ilusiones.
Quienes producen riquezas, no logran desplegar todo su potencial a causa de las políticas unitarias y anti-agrícolas que despliega la señora de Kirchner ante la pasiva mirada del señor Urtubey.
La creciente legión de pobres continúa sin más horizonte que la dádiva estatal. Los prisioneros de las drogas siguen sin contar con servicios adecuados.
Los empleados públicos jubilados o próximos a jubilarse sufren el expolio del ANSES. Un daño que el señor Gobernador convalida al no ejercer las acciones legales para garantizar derechos adquiridos.
Los empleados del Poder Judicial contemplan atónitos cómo se resuelven los problemas de jubilación de jueces, mientras ellos son marginados.
Las preocupaciones del señor Gobernador apuntan a dirimir el pulso que tiene planteado a su antecesor. Allí están puestas sus energías, aun a costa de dividir familias políticas y familias a secas.
Piensa que Salta tiene un tiempo infinito para aprovechar las oportunidades que hoy le brinda un mundo que se reconstruye a pasos agigantados. Un mundo que puede comprar nuestros alimentos, nuestra energía y nuestros minerales.
Ignora, quizá, que los grandes consumidores (China, India, por ejemplo) construyen nuevas alternativas de producción en África, en donde compran y alquilan tierras que producirán lo mismo que producen Salta y otras regiones argentinas.
En lugar de estériles debates en la Justicia Electoral, el señor Urtubey debería dedicar unos minutos a pensar cómo competir ante esta nueva estrategia de nuestros potenciales clientes.
(Para FM Aries)
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