Los Pactos de la Moncloa, firmados en 1977, permitieron a España superar una grave crisis económica y consolidar la democracia que nacía. Reflejaron un amplio consenso ciudadano acerca de la necesidad de restañar las heridas de la guerra civil, mirar al futuro e integrarse al mundo.
Por estos días, en la Argentina han comenzado a surgir voces que reclaman un acuerdo de gran envergadura, una suerte de Pactos de la Moncloa a la criolla. La iniciativa nace en sectores de la oposición y despierta sospechas en el Gobierno.
Soy de los que piensan que el deterioro de las instituciones de la República, la crisis económica latente, los conflictos que dividen a la ciudadanía (incluidos los que se derivan de la violencia política de los años setenta), la inseguridad y la pobreza, no pueden afrontarse exitosamente con la metodología crispada y unilateral que prefiere el Gobierno Kirchner.
Sin embargo, no parecen existir las condiciones mínimas para un acuerdo de este calado. Bastaría con comparar los discursos de Adolfo Suárez con los de nuestra Presidenta y su esposo, para advertir la distancia que separa nuestro clima político del clima que rodeó a los Pactos españoles.
La destrucción del sistema argentino de partidos políticos conspira contra la celebración de grandes pactos. Un Gobierno empecinado en confrontar y férreamente unitario no parece en condiciones de transitar el camino del consenso.
Una oposición fragmentada y sin ideas consistentes acerca de lo que hay que hacer para reconstruir la república y la paz interior, completan un panorama político poco alentador.
En realidad, por su talante el matrimonio gobernante en la Argentina se parece mas a la dupla extremista Blas Piñar/Girón de Velasco que al eje consensual Suárez/González/Carrillo.
Volveré sobre este asunto.
(Para FM Aries)
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