Nuestra cultura política media y los liderazgos existentes están, lamentablemente, muy lejos de hacer posibles acuerdos similares a los españoles Pactos de la Moncloa.
Para avanzar en la dirección del consenso debería antes verificarse un giro en las opiniones dominantes, muy centradas todavía en la confrontación, en las querellas y en la voluntad de aplastar a quién piensa diferente.
Aún así, es posible imaginar que cuando la oposición coordine sus esfuerzos, se exprese a través de un programa mínimo y armonice las demandas sectoriales, estará en condiciones de forzar al Gobierno a sentarse en una mesa de diálogo efectivo.
En ese momento, la definición de un nuevo modelo de producción (con eje en la agroindustria, la productividad, la equidad social y la reinserción de la Argentina en el mundo), tanto como la construcción de un Estado efectivamente federal, con un Poder Judicial independiente, y donde la libertad de expresión esté garantizada, serán contenido inexcusable de unos Pactos Criollos.
Uno de los líderes que motoriza esta versión local de los acuerdos españoles es el ex Presidente Duhalde. Pero sus declaraciones, vacías de contenido, aluden solamente a un acuerdo entre fuerzas opositoras del que quedaría excluido el Gobierno Kirchner. Estaríamos, entonces, ante una redición del método perverso que utilizó Duhalde para derrocar al Presidente de la Rua en 2001.
Nada más lejano de los “Pactos de la Moncloa” que este tipo de maniobras de miras estrechas que, como sucedió en diciembre de 2001, sirven para alterar los circuitos democráticos en beneficio de la Provincia de Buenos Aires, de los industriales que viven de las devaluaciones y del proteccionismo y de las corporaciones que desean cambiar gobernantes sin pasar por las urnas.
Vale decir, en perjuicio del federalismo, de los trabajadores, de los jubilados, de nuestra democracia y de nuestro futuro.
(Para FM Arires)
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