Aunque muchos jóvenes no lo crean así, los sucesos de la terrible década de los setenta siguen influyendo en nuestro presente. Pese a lo esporádicos esfuerzos de algunos y merced al empecinamiento de otros, no logramos saber con el detalle necesario qué sucedió en aquellos años y cuáles fueron sus causas profundas.
Tampoco hemos podido, y han pasado casi 40 años, solventar las responsabilidades por los crímenes ocurridos y asentar una paz duradera entre víctimas y victimarios.
No obstante, mucho es lo que se ha escrito y se escribe por historiadores y actores de la Argentina setentista. Existen investigaciones más o menos independientes, y también memorias nostálgicas y encendidos alegatos de protagonistas que intentan obtener la benevolencia de la historia.
Esta breve introducción sirve para presentar dos obras que estimo de interés. La primera es la revista “Repensar” que relata la visión y proyección de la experiencia montonera. La segunda, es el libro de Julio Bárbaro, “Juicio a los 70”, al que me referiré el próximo lunes.
Montoneros fue, como se sabe, una organización político-militar, célebre por haber asesinado al general Eugenio Aramburu y por la feroz violencia que sobre ella desataron las Fuerzas Armadas.
Pues bien, “Repensar” muestra una faceta, diríase que intelectual, del señor Firmenich, antiguo numero uno de Montoneros, cuyas reflexiones aparecen, a mi entender, influidas por sus recientes estudios de economía y lastradas por antiguos dogmas ideológicos.
Pero lo que llamó mi atención, fue la pretensión de los Montoneros setentistas de proclamarse hijos simbólicos de los caudillos del siglo XIX, a través de una curiosa serie de caricaturas intencionadas que adorna la página central de la revista.
Entre otras filiaciones imaginarias sobresalen la de Norma Arrostito (a la que se pretende hija de Juana Azurduy) y la de Carlos Pereyra Rossi (que aparece en brazos de, nada menos, Martín Miguel de Guemes, su padre conjetural, según la iconografía montonera).
Una idea que, además de disparatada, bien podría incomodar a muchos salteños.
(Para FM Aries)
Tampoco hemos podido, y han pasado casi 40 años, solventar las responsabilidades por los crímenes ocurridos y asentar una paz duradera entre víctimas y victimarios.
No obstante, mucho es lo que se ha escrito y se escribe por historiadores y actores de la Argentina setentista. Existen investigaciones más o menos independientes, y también memorias nostálgicas y encendidos alegatos de protagonistas que intentan obtener la benevolencia de la historia.
Esta breve introducción sirve para presentar dos obras que estimo de interés. La primera es la revista “Repensar” que relata la visión y proyección de la experiencia montonera. La segunda, es el libro de Julio Bárbaro, “Juicio a los 70”, al que me referiré el próximo lunes.
Montoneros fue, como se sabe, una organización político-militar, célebre por haber asesinado al general Eugenio Aramburu y por la feroz violencia que sobre ella desataron las Fuerzas Armadas.
Pues bien, “Repensar” muestra una faceta, diríase que intelectual, del señor Firmenich, antiguo numero uno de Montoneros, cuyas reflexiones aparecen, a mi entender, influidas por sus recientes estudios de economía y lastradas por antiguos dogmas ideológicos.
Pero lo que llamó mi atención, fue la pretensión de los Montoneros setentistas de proclamarse hijos simbólicos de los caudillos del siglo XIX, a través de una curiosa serie de caricaturas intencionadas que adorna la página central de la revista.
Entre otras filiaciones imaginarias sobresalen la de Norma Arrostito (a la que se pretende hija de Juana Azurduy) y la de Carlos Pereyra Rossi (que aparece en brazos de, nada menos, Martín Miguel de Guemes, su padre conjetural, según la iconografía montonera).
Una idea que, además de disparatada, bien podría incomodar a muchos salteños.
(Para FM Aries)
1 comentario:
Creo que Usted conocía a mi abuelo Carlos Casale, minero y ex-ministro de la nación. Qué paso con las épocas donde los ideales forjaban el acero y templaban a los hombres de bien Argentinos...? ahora todos los de fuera vienen a por nuestro oro...gracias a la facilidad de endulzar a los políticos de turno faltos de ideología patriota alguna. Manos mal que mi abuelo no vive para ver tremenda desmesura. Saludos. Pablo Casale
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