Nuestro Gobernador, dejando de lado prejuicios antieuropeos, abandonó por un momento sus desvelos por construir un poder sin contestatarios a la vista y viajó a Francia.
Puede que la visita, algún día, se traduzca en provechos palpables para Salta. Que todo puede ser.
Pero lo que no parece tener una explicación sólida es que haya viajado en compañía de 4 Intendentes del Valle de Lerma.
Si nos atenemos al parte oficial de prensa, todo lo que hicieron los agraciados Intendentes en la vieja Francia, pudo haberse hecho por Internet, con lo cual los ciudadanos (franceses y salteños) nos hubiéramos ahorrado unos pesitos.
Las interpretaciones acerca del viaje transoceánico son muchas. Algunos sostienen que el Gobernador aprovechó la oportunidad para tomarse un respiro. Otros sospechan que, en realidad, el viaje sirvió para atar lealtades con vistas a las futuras pujas políticas.
Por encima de estas críticas, estoy inclinado a pensar que el viaje de los 4 magníficos intendentes bien pudiera inaugurar una etapa de mejoras en la gestión municipal.
El Intendente de Vaqueros, por ejemplo, habrá tenido oportunidad de ver las ventajas de contar con un servicio de recogida de basuras que preserve nuestras calles polvorientas de la suciedad.
Al pasar por los ríos de la campiña francesa, el de San Lorenzo habrá meditado acerca de la conveniencia de evitar la depredación de los bellos ríos que ruedan por su demarcación municipal.
A su vez, el de Cerrillos, habrá comprobado que los sitios de diversión funcionan sin molestar a los vecinos y muy probablemente regresará con la inquietud de poner un límite a los atronadores ruidos que emiten, para desazón de los habitantes de la otrora Villa veraniega, las bailantas cerrillanas, monumentos a la vulgaridad y el desenfreno.
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