Aunque aprendemos en la escuela que el agua es un recurso escaso, actuamos como si fuera infinito. El común de los salteños derrocha agua y cree que las campañas de ahorro exageran defendiendo oscuros intereses.
Abusa del agua quién llena su pileta de natación en tiempos de sequía. Quien no arregla sus grifos y cañerías. El caballero que lava los platos y deja la canilla abierta mientras habla por teléfono. Las parejas que se sumergen en los jacuzzis de los lujosos hoteles por hora. O aquel que riega la cancha de futbol para perjudicar al adversario.
Abusan, desde luego, los así llamados “señores del agua” que disfrutan de generosas concesiones hechas antaño por el Estado para regar sembradíos hoy inexistentes.
Pero también la empresa de aguas cuando no repara las averías o no invierte en acueductos y redes. O cuando no define un régimen de tarifas compatibles con el buen uso y con el interés colectivo.
Y, como no, los gobiernos que, pese a las evidencias de escasez, no promueven la construcción de diques y embalses que recojan las generosas lluvias de la región para ponerlas luego al servicio de la producción y de los hogares.
Frente a una “pertinaz sequía” el comandante Hugo recomienda enfáticamente a los venezolanos ducharse en tres minutos y abandonar la perniciosa costumbre de cantar bajo el agua.
Semejante orden bolivariana ha sido vista, por muchos cronistas argentinos, como una manifestación más de un régimen que sofoca las libertades.
Sin embargo, debo coincidir esta vez, y sin que sirva de precedente, con el comandante Hugo. Más allá de las ideologías, comprobé que una ducha de 3 minutos es suficientemente higiénica.
Haga usted la prueba, al menos en tiempos de sequía.
(Para FM Aries)
1 comentario:
Estimado Dr. Caro Figueroa,
Es asombrosa la lucidez de sus artículos. Fue una gratísima sorpresa descubrir su blog. Espero pueda Ud. inspirar a mucha gente. Felicitaciones desde Córdoba!
Publicar un comentario