Las ciudades suelen evolucionar o retroceder siguiendo la voluntad de su gente y el talento o los caprichos de los intendentes de turno que, en principio, se mueven siguiendo pautas doctrinarias.
Sin embargo el caso de los bulevares salteños no resiste el análisis basado en las pertenencias ideológicas.
Veamos sino. Como recuerdan los memoriosos, nuestras avenidas Belgrano y Sarmiento atravesaron diversas etapas. Primero fueron improvisados tagaretes y cloacas informales; más tarde se transformaron en pretenciosos bulevares. Hasta que un buen día, un atildado Intendente conservador decidió derribar árboles y veredas centrales, para favorecer a su majestad el automóvil.
Por aquel tiempo refundacional, nadie rechistó, pues cualquier oposición estaba prohibida y las finas maneras del Intendente, emblema de progreso y del buen gusto, disuadían incluso a los más avispados vecinos.
Contrariando lo que su supone mandan las ideologías, un Intendente peronista, nacido en la Colonia Santa Rosa, decidió rectificar el erróneo progresismo de su lejano antecesor y tuvo la feliz idea de reponer el bulevar en la avenida Sarmiento.
Esta hermosa calle, que albergó al Ché Guevara de paso por Salta, que acunó a bellas maestras sesentistas poetas de la inmensidad, y en cuyo extremo menos iluminado se desarrollaron audaces romances juveniles, recupera su antiguo esplendor, adornada de árboles incipientes, de adoquines primitivos y de farolas coloniales.
Como faltar, faltan muchas cosas. Por ejemplo soterrar las vías del ferrocarril, completar su semaforización y mejorar la señalética urbana. También, repetir la idea en la no menos bella avenida Belgrano. Y, como no, regenerar la avenida Entre Ríos eliminando malos olores y saneando el pavimento.
Pero todo el inagotable inventario de carencias urbanas no alcanza para retacear una calurosa felicitación al señor Miguel Isa. Por adoptar una buena idea, por su capacidad para llevarla a cabo, por haberla supervisado personalmente, y por desmentir a quienes piensan que peronismo es siempre sinónimo de mal gusto.
(Para FM Aries)
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