Nuestro Gobernador va mostrándose un experto en el difícil arte de excluir y tumbar presuntos o reales adversarios políticos.
Para ello y como sus antecesores, recurre al poder disciplinante y a la seducción que acompañan el ejercicio de la Primera Magistratura, máxime cuando ella manda desde el embrujado sitio de Las Costas, invadido hoy por caimanes, moderna sede del Poder y de la Corte.
Por este trillado camino reconvirtió antiguos incondicionales, mostrándose magnánimo a la hora de exigirles pruebas de pureza retrospectiva. No puede decirse que en esto haya sido original.
Don Juan Manuel Urtubey, se muestra además como un consumado ejecutor del antiguo arte del ninguneo. Un poco por herencia, y otro poco porque así lo proponen las modernas técnicas del márquetin político.
Aun cuando probablemente no figure entre sus lecturas preferidas, es evidente que el Gobernador aprecia la célebre frase de Mao: “Al amigo, todo. Al enemigo, ni justicia”.
De allí, por ejemplo, que en Cafayate disuadiera al Vicepresidente Cobos de su idea de saludar a un encumbrado adversario político. Es que los buenos modales no siempre son compatibles con los intereses electorales.
Cuando, por esos imponderables, el ninguneo fracasa, nada mejor que apelar a la descalificación de quién se atreva a manifestarse sin sujeción a los cánones oficiales. Aunque se trate de antiguos compañeros de ruta.
A consecuencia quizá de la gallinácea costumbre de firmar decretos, los Gobernadores de provincias, suelen estar tentados a decretar el fin de las carreras políticas de otros, de paso que despliegan ingenio y dinero para eternizarse y envejecer en el poder.
Precisamente en donde el señor Urtubey ha mostrado su fuerza innovadora es en la decisión de condenar al infierno del retiro político a las personas mayores de edad.
Sintiéndose joven y arrollador, Gobernador descalifica a las personas mayores como eventuales actores políticos.
Si bien la política argentina está necesitada de una profunda renovación, no es bueno “tirar un viejo por la ventana” todos los días. Pienso que este necesario cambio es tan generacional como metodológico.
Porque de nada vale ser joven si se está prisionero de las malas prácticas, de los fantasmas o de los odios del pasado.
El gobernador Urtubey, de reconocida sagacidad jurídica, en un ejercicio de modestia debería advertir que así como hay personas más jóvenes que él, los hay más formados, mas cultos y mas capaces.
Y sobre todo, debería hacer honor al respeto que se merecen todas las personas con independencia de su edad.
(Para FM Aries)
No hay comentarios:
Publicar un comentario