La prestigiosa Fundación Río de la Plata tuvo el acierto de traer a nuestra ciudad a don Eduardo Frei Ruiz Tagle, ex presidente de Chile y patrocinar una conferencia pública a la que asistieron varios centenares de salteños que, a juzgar por los aplausos, quedaron muy a gusto con las ideas del líder de la democracia cristiana.
Asistieron al acto el señor Gobernador de Salta, acompañado de su séquito habitual y de casi todo su equipo, así como un variopinto elenco de dirigentes políticos y sociales locales.
Antes de referirme a algunos de los conceptos del ex mandatario chileno, quisiera destacar el acierto de don Juan Manuel Urtubey al no ocupar la tribuna y guardar un silencio que se agradece, dejando todo el protagonismo a tan ilustre visitante.
Puede además que nuestro Gobernador no hubiera sabido qué decir ante las afirmaciones centrales de don Eduardo Frei que cuestionaron sin decirlo a buena parte de las prácticas políticas que despliegan el matrimonio presidencial (en el orden nacional), y el mismo señor Urtubey (en el ámbito provincial).
Debió sentirse incómodo don Juan Manuel al oír críticas severas al clientelismo, o al escuchar la reivindicación del rol institucional de los partidos políticos en demérito de los caudillos, o la defensa de la independencia de los poderes como expresión del republicanismo democrático.
Probablemente se habrá revuelto discretamente en su asiento cuando Frei advertía sobre los efectos perniciosos del dinero privado en el financiamiento de la política, cuando denostó a la lógica del poder por el poder, cuando reivindicó el diálogo como condición de civilización, o cuando descalificó a aquellos que se sienten “salvadores de las patrias” y a quienes, cual Adanes, se pretenden iniciadores de ciclos históricos.
Siendo que el señor Urtubey opina que su gestión es ejemplar, excelente y única, en tanto está haciendo realidad nada menos que todas las esperanzas de cada uno de los salteños, se le habrán atragantado las medialunas al escuchar a don Eduardo Frei criticar la autocomplacencia como un factor que degrada la vida política en esta parte del mundo.
De no haber sido por las exigencias del protocolo, es muy probable que nuestro Gobernador se hubiera marchado o interrumpido al orador en el preciso momento en que el ex Presidente de Chile descalificaba a quienes cambian las reglas políticas en beneficio propio, y añadía que no hay democracia sin luz en los asuntos públicos.
Pero por encima de probables incomodidades en la cima del poder local, lo cierto es que los salteños que asistimos al desayuno convocado por la Fundación Río de la Plata disfrutamos con una provechosa lección democrática a cargo de un orador excelso y riguroso.
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