Para colmo
de males, este ciclo coincidirá con una nueva crisis fiscal del Estado. Una
crisis que impactará sobremanera en los presupuestos municipales que tendrán
dificultades para mantener las prestaciones sociales y atender a los nuevos
demandantes de ayudas.
En Salta,
donde los indicadores sociales muestran una situación especialmente delicada,
esta combinación de desempleo, pobreza e inflación provocará un incremento de
los problemas sociales, sin que el Estado disponga del dinero necesario.
Un breve
balance de la década anterior muestra los límites de las prácticas clientelares
y de las ayudas centradas en prestaciones económicas. Ambas modalidades, si
bien sirven para ganar elecciones, no
reducen la pobreza ni la exclusión. Lo que permite hablar del fracaso de las
políticas de inserción.
Así las
cosas, pienso que el escenario hacia el que caminamos exigirá descubrir o
potenciar fuentes alternativas de lucha contra la pobreza y la exclusión
social. Y una de esas fuentes, la que resulta humanamente más eficaz, es -precisamente-
la solidaridad.
En nuestra
Provincia, aunque la propaganda oficial pretenda hacernos creer que los pobres subsisten
merced a la bondad del Gobernador o del Intendente, la solidaridad nunca dejó
de estar presente, sobre todo en los barrios mas humildes, en donde los vecinos
se organizan para atender a los niños, a los ancianos, a los enfermos y a las
madres que salen a trabajar.
Lo he
comprobado visitando un comedor infantil en el barrio Finca Independencia, que
funciona gracias a la capacidad de los propios vecinos de organizar la
solidaridad.
Sin embargo,
nuestra sociedad provinciana carece de canales idóneos para hacer posible que
el espíritu solidario de muchos se transforme en acciones concretas. Entre
otras cosas, porque las organizaciones no gubernamentales están sometidas a
requisitos extenuantes que les marca la administración pública.
Pienso que
la vocación de las personas solidarias está trabada por varios factores: La
falta de estímulos estatales, la politización de la acción social, la ausencia
de cauces y, sobre todo, por la desconfianza que experimentan quienes quieren
realizar aportes solidarios respecto de quienes administran las redes
informales de ayuda a los necesitados. (Para FM ARIES)
No hay comentarios:
Publicar un comentario