La señora
Presidenta y nuestro Gobernador comparten una singular y pobre idea de la
democracia. Militan en favor de un régimen sin partidos políticos, sin
controles, y protagonizado por clientes y no por ciudadanos. Prefieren un
sistema que arrincone a las minorías y esté dominado por Césares
providenciales, dueños de la verdad y de los recursos del Estado. Ambos
coinciden también en prohijar, por encima de proclamas justicieras, el
capitalismo de amigos; aun cuando el señor Urtubey, fiel a ciertas tradiciones,
reserva sus favores también para los parientes.
Las
Primarias Abiertas, Simultáneas y Obligatorias (PASO) son funcionales a estas
estrategias. Buscan, sin mirar costos económicos, legitimar a un régimen en
donde los “aparatos” (la mayoría de ellos financiados con dinero público)
remplazan a los partidos políticos autónomos.
En Salta,
las PASO son, salvo honrosas excepciones, luchas entre caudillos, aspirantes a
caudillos y parientes de caudillos. Las citas electorales se convierten
entonces, en un estallido de carteles multicolores, de fotos oportunistas, y de
frases vacías que rozan el ridículo. En este escenario, las propuestas y
programas son reemplazados por los dictados de los licenciados en marketing; a
su vez, la responsabilidad cívica es remplazada por los licenciados en
logística.
Es la
inexistencia de partidos políticos la que motoriza este modo de gobernar
altanero y ensimismado. Es el cesarismo, cuando conecta con las ancestrales
visiones oligárquicas, el que genera este modo de gobernar que prefiere a
quienes el tango “Pucherito de gallina” llama “chicos mal de casas bien”;
personajes que, despreciando la política y amando la simulación, llegan a los
altos cargos pensando que su acceso responde a una ley divina que les habilita
a usar como propios los bienes del Estado.
Es esta idea
del poder y no los resultados electorales la que explica el clientelismo, el
transfuguismo, la corrupción, las maniobras dinásticas y los afanes por
controlar jueces, medios de comunicación, colegios profesionales, sindicatos o
centros vecinales.
Resultados alentadores
Sin embargo,
el pasado ensayo electoral mostró varios aspectos positivos.
La
normalidad del acto electoral es el primero de ellos. La desaparición del robo
de boletas, la celeridad de los escrutinios y la paz, muestran un panorama solo
empañado por el uso de vehículos municipales para trasladar votantes
aleccionados.
La
emergencia del Partido Obrero como fuerza política organizada y en condiciones
de consagrar al primer Diputado Nacional de izquierdas, es la segunda
manifestación a destacar. Salvando las distancias, la eventual elección del
señor Pablo López podría emparentarse con el triunfo, en 1904, del socialista porteño
Alfredo Palacios.
Dentro de
este inventario de aspectos positivos, merecen especial mención los resultados
de las PASO en la ciudad de Salta. En este sentido, el pobre desempeño de la
jovencísima heredera del actual Intendente muestra la declinación de los
“aparatos” en los barrios pobres y, también, los límites del clientelismo
político.
Muchas
personas que arrastran situaciones de necesidad o exclusión han comenzado a
recordar lo que Juan Domingo Perón recomendaba en 1944, “Acepten todo lo que
les den, pero en el cuarto oscuro hagan su voluntad”. Ni la poblada red de
militantes pagados por la Municipalidad, ni los bolsones, ni las chapas han
bastado para reconstruir una situación favorable al poder.
A mi modo de
ver, hubiera sido decepcionante que los votantes de la ciudad de Salta
premiaran a quién es el responsable de la degradación del centro histórico, de
la brutal suba de impuestos municipales para financiar boato y burocracia,
tanto como de la especulación y del fraude inmobiliario que expresan los edificios
de altura irregulares. En realidad, los vecinos de Salta han castigado una
gestión caracterizada por la incapacidad para resolver problemas tales como el
abastecimiento de agua potable o los asentamientos en condiciones infra humanas.
Muchos
salteños saben que hay negligencia detrás de la contaminación del río Arenales
o del ambiente putrefacto que castiga a algunos barrios del sur.
Si bien no
hay todavía en el horizonte un modelo de desarrollo urbano alternativo, parece
evidente que la mayoría de los salteños repudia una gestión centrada en los
negocios e insensible a los reclamos ambientales y urbanísticos.
La Salta que
está sola y espera
Mientras este espectáculo político se
desenvuelve a la vista de todos y acapara la atención de algunos, la Salta
profunda y real se rebela o asiste impotente a los problemas de siempre
(pobreza, exclusión, deficiencias en los servicios públicos), y a los nuevos y
graves desafíos como el comercio local de drogas, la mora judicial (exacerbada
por una errática política de subrogancias) o la gravísima crisis agropecuaria
derivada de la sequía y las heladas.
Este Gobierno, que persigue la consolidación
de un César hereditario, no parece preocupado ni en condiciones de resolver
estos asuntos que hacen al bienestar, la seguridad y las libertades de los
salteños.
2 comentarios:
Muy Bueno lo suyo doctor!
Ojalá la sociedad pueda reconstruir una mirada sensata hacia nuestra provincia, y que los jóvenes maduren pensando en el bien de todos y no en las ventajas económicas de la política y del goce del poder.
Atentamente,
Carlos
Muy Bueno lo suyo doctor!
Ojalá la sociedad pueda reconstruir una mirada sensata hacia nuestra provincia, y que los jóvenes maduren pensando en el bien de todos y no en las ventajas económicas de la política y del goce del poder.
Atentamente,
Carlos
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