Al hilo de mis dos columnas anteriores y ante la proximidad de las elecciones nacionales, me he dado a la tarea de pensar mi voto.
Y parto de la siguiente premisa: El poder central, o sea el Gobierno de la Nación, viene expropiándonos, abierta o silenciosamente, recursos económicos que pertenecen legítimamente a los salteños.
Me refiero, por ejemplo, a las regalías petroleras y gasíferas que disminuyen a causa de las decisiones nacionales orientadas a manipular precios. Sin olvidar el desaliento a la inversión para explorar y explotar nuevos yacimientos, ni los impuestos absurdos que gravan el consumo de gas de nuestro hogares.
Me refiero también a los impuestos que la Nación no coparticipa a las provincias, como es el caso de las retenciones sobre la riqueza agrícola salteña. Tributos que, por lo demás, distorsionan nuestro mapa productivo impulsando el exceso de producción de soja.
Me refiero, como no, al dinero que la ANSES niega a los jubilados de la ex Caja Provincial de Jubilaciones, desconociendo su derecho al 82% móvil, que el Convenio de Transferencia de la Caja respeta.
Me refiero, por último y sin ánimo de agotar este inventario, al 15% del total recaudado por impuestos coparticipables que la Nación continua reteniendo pese a la disolución de las AFJP. O sea, a la enorme masa de dinero que las provincias resignaron en su día para ayudar a financiar la reforma previsional de 1993 y que hoy debe regresar a esas mismas provincias.
Tampoco deberíamos olvidarnos de la inequitativa distribución de la obra pública y de los planes asistenciales orientados a favorecer a la clientela bonaerense en detrimento de las provincias que, como Salta, luchan por superar su presunto destino de región inviable.
En conclusión: Los diputados que Salta necesita son aquellos intelectual y políticamente capaces de defender nuestros derechos y de posicionarnos bien en el concierto de la Nación argentina.
(Para FM Aries)
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