En Salta no hay, o al menos no los conozco, servicios de educación que nos preparen para envejecer, para vivir una nueva vida después jubilados, que nos anticipen la evolución de nuestra sexualidad, que nos prevengan contra los riesgos de la soledad, que nos enseñen a organizar nuestra economía. Hay si, bien es verdad que para algunos generalmente pudientes, buenos consejos médicos para envejecer saludablemente y superar las expectativas de vida.
Hay también una cierta cultura de la vejez (por llamarla de alguna manera) que se empeña en que los mayores de 60 años deben abandonar sus impulsos románticos, recluirse para no exhibir calvas, arrugas ni achaques, deambular por mercados y plazas viendo pasar el tiempo, o jugar a las bochas y al solitario.
Cuando esa cultura hegemónica en Salta se refiere a las mujeres, las restricciones son aún mayores, si cabe. Soportan consignas que pretenden relegarlas al papel de cuida-nietos, objetos de adorno en las fiestas de fin de año, amasadora de tallarines, zurcidoras de calcetines decadentes, bebedoras clandestinas de alcohol u otros menesteres menores.
Sin embargo, todo hay que decirlo, cada vez son menos las señoras de edad avanzada que se someten a estos moldes, a juzgar por su irrupción en confiterías, restaurantes, tanguerías, y otros boliches de la modernidad salteña. O por el auge de señoras que dedican su tiempo libre a tareas solidarias o se empeñan en vincularse con el arte y la cultura.
Digo todo esto porque acaba de caer en mis manos un espléndido libro, de autores españoles, que lleva por subtítulo “Salud, dinero, amor, sexo y ocio a partir de los 60”. Lo he leído con provecho y me llenó de optimismo respecto del inmediato futuro de los nacidos en los años 30 y 40. Claro que el libro advierte acerca de la necesidad de comenzar a prepararse con tiempo para envejecer digna, sana y divertidamente.
Pienso, de mi cosecha, que siempre es bueno huir de conductas anacrónicas. Es decir, por ejemplo, de la fea costumbre de pretender pasar por jóvenes apelando a ungüentos, vestimentas, lenguaje o productos químicos ideados para competir desafiando el paso del tiempo.
La falta de una educación a este respecto, unida a una cierta tendencia al desenfreno, lleva a algunos mayorcitos a intentar hazañas superiores a sus fuerzas, a idear parejas intergeneracionales, o incurrir en los siete pecados capitales en inútil esfuerzo por rejuvenecer.
El libro, cuyos autores son Miguel Angel Torres González y Luis Perea Unceta (Editorial Marcial Pons, Madrid - 2010), exalta las ventajas de la autoestima para envejecer con dignidad, y brinda además las consabidas recomendaciones acerca de la higiene y la alimentación.
Pero hay algo que me llamó la atención: Según los autores, la vida sexual de los mayores de 60 depende, más que de píldoras, de un pasado cargado de aventuras y amoríos y de una exultante imaginación erótica.
(Para FM Aries)
1 comentario:
Me agradaron mucho todos sus comentarios.Este en especial,me servirá de ayuda,entrando en mis 60.Tomé nota del libro y le agradezco todos sus esfuerzos.Nora.
Publicar un comentario