El gobierno de Salta presume de moderno. El señor Gobernador exhibe su edad como un atributo que lo emparenta automáticamente con lo nuevo, lo inteligente, lo bueno y lo bello.
Sin embargo, la realidad desmiente ambas pretensiones. Después de casi 3 años, el Gobierno es tan opaco como su antecesor y las nuevas tecnologías están lejos de haber modernizado la Administración del Estado.
Muchas oficinas públicas funcionan como hace décadas; se mueven lentamente y al compás de principios autoritarios; campea en ellas la discreción y el amiguismo. La promesa electoral del señor Urtubey de avanzar hacia el gobierno electrónico navega en el grotesco mar de los anuncios que se agotan en la propaganda y estan, desde el vamos, hechos para ser incumplidos.
Donde estas carencias son más notorias es en el terreno del acceso a la información pública.
En este ámbito, central para el buen funcionamiento de la democracia, las oficinas del gobierno ocultan todo lo que pueden, informan a regañadientes cuando no queda más remedio, y desdeñan el uso de las nuevas tecnologías de la información. En los Municipios, las dificultades son propias del medioevo.
En el nivel central, el Gobierno continúa con la perniciosa costumbre de enviar al Boletín Oficial Decretos y Resoluciones incompletos, restringiendo el acceso a información; lo hace confinando datos relevantes a anexos que no se publican.
Pretender acceder a expedientes actuales o archivados es un trámite engorroso incluso para los abogados, los periodistas y otras profesiones que esgrimen un interés legítimo para consultarlos.
Ni qué hablar de las trabas que bloquean o dificultan el acceso a la información económica y presupuestaria, resintiendo el derecho de los ciudadanos y de sus organizaciones a conocer y controlar los ingresos y los gastos.
Mientras se espera la aprobación de un Proyecto del Ley que haga realidad el derecho a acceder a la información pública, tal derecho continúa regulado por el Decreto 1574, una norma acorde con la mentalidad escasamente republicana del anterior primer mandatario.
La subutilización de las páginas Web del Gobierno es también notoria, desmintiendo, una vez más, el postulado de que un gobernador joven es sinónimo de modernidad tecnológica.
El escaso aprovechamiento de Internet es, desde luego, una constatación personal que hago a diario. Pero resulta también de un informe de Agustina SUAYA, fechado en 2008, que muestra a Salta con los peores índices en materia de contenidos, de transparencia y rendición de cuentas, y de información sobre la Provincia y su Gobierno.
(Para FM Aries)
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