La historia de Salta es un territorio insuficientemente explorado. Aunque existen obras y autores valiosos, queda mucho por estudiar, investigar, analizar, interpretar y relatar. Añadiría que esta relativa carencia general, es aguda cuando se trata de los acontecimientos del siglo XX, abordados hasta ahora de modo parcial e ideologizado.
Pero quisiera centrarme en una buena noticia: Los huecos en la historia salteña del siglo XIX son ahora menos profundos gracias a la obra de la doctora María Fernanda Justiniano, profesora de historia de la UNSA, titulada “Entramados del poder. Salta y la Nación en el siglo XIX”. Un importante trabajo acaba de ser editado por la Universidad Nacional de Quilmes, con prólogo de Natalio Botana.
La doctora Justiniano analiza lo sucedido durante el Siglo XIX poniendo énfasis en los acontecimientos del período 1880/1916, un tiempo donde Salta se empobrece a causa de su relativo aislamiento de las grandes corrientes económicas regionales, y pese a sus esfuerzos por orientar su economía hacia el Este, o sea hacia el Atlántico.
Destaca en el libro que comento, el enfoque elegido por su autora. Un enfoque que deja en un segundo plano la presentación cronológica de los hechos, para enfatizar en el valor determinante que, en el caso de la historia de Salta, tuvieron los “entramados del poder”, una denominación que la doctora Justiniano usa para aludir a la tupida red de lazos familiares que ejercieron influencia determinante en la vida política (y también económica) de aquella Salta.
El libro analiza un fenómeno que ya antes había llamado la atención de Natalio Botana y de otros historiadores y politólogos: el hecho de que la Salta mediterránea, alejada de los nuevos centros de poder (básicamente el puerto de Buenos Aires), y que iniciaba un ciclo de decadencia económica lograra colocar a dos de sus hijos (José Evaristo Uriburu y Victorino de la Plaza) como Presidentes de la República y a otros once como Ministros de la Nación.
La fuerza y pervivencia de aquellos “entramados de poder” constituidos por alianzas familiares locales, tiene que ver con el talento de nuestras élites para asociarse o fusionarse, en base a carreras profesionales, negocios, o nuevos parentescos con linajes pampeanos, con las élites radicadas en Buenos aires.
Esperemos que pronto nuestros historiadores llenen también las lagunas referidas al siglo XX. Mientras, me atrevo a deslizar dos hipótesis: La primera: Durante el siglo pasado, Salta redujo su influencia en el escenario político nacional. La segunda hipótesis pretende que durante los últimos 30 años, los entramados de poder, subsistieron como vía para controlar el Estado y los negocios, aunque hayan cambiado algunos de los apellidos de los detentadores del poder hegemónico.
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