Estamos comenzando el año político, administrativo y judicial y es esta una oportunidad propicia para realizar balances y trazar objetivos. Puesto a extraer una conclusión referida a la Salta política contemporánea, diré que vivimos un tiempo de decadencia.
La destrucción del sistema de partidos, comenzada por el anterior Gobernador y continuada sutilmente por su sucesor, degrada nuestra política y ensombrece nuestro futuro. Constato, con pesar, que el señor Urtubey no ha querido eliminar el clientelismo, ni reformar el régimen electoral, ni construir vínculos sanos con la oposición, ni apostar por los comportamientos republicanos. Que no ha intentado siquiera cortar la dependencia de la vida política local tiene con los dineros públicos y privados.
Ha hecho justamente lo contrario, mejorando (si cabe la expresión) el régimen ideado por su ex amigo y antecesor.
El rígido control sobre los Intendentes, la construcción de colectoras electorales que, falsificando el pluralismo, llevan agua para el único molino habilitado (el Molino de Las Costas), los intentos por acallar disidencias, el vaciamiento intelectual de las campañas electorales, y su contrapartida: el acceso al poder como única meta, son parte del instrumental que usa sin empacho el señor Gobernador de Salta.
Conozco a muchos desalentados ante este panorama. Un panorama que, salvo un milagro, conduce a un nuevo mandato del señor Urtubey. Cuatro años más que el Gobernador, a no dudarlo, utilizará para perfeccionar su maquinaria y multiplicar su poder de modo de convertirse en 2015 en el Gran Elector que reemplace a la voluntad soberana de los salteños.
El desaliento no me alcanza. Sigo pensando que la democracia es un sistema que abre múltiples oportunidades de participación, de control y de transformaciones positivas. Sigo pensando que los sultanatos prosperan únicamente allí donde hay súbditos y no ciudadanos.
Por encima de este juego perverso donde los más audaces buscan un lugar bajo el benéfico sol de Las Costas, los salteños podemos construir instancias de participación y de control. Vale decir, recuperar nuestro rol de usuarios, de vecinos, de consumidores y de ciudadanos que exigen sus derechos y cumplen sus responsabilidades día a día.
La alianza entre los ciudadanos libres movilizados y los medios de comunicación independientes, como es fácil de comprobar, hace temblar a los poderosos. La luz disuelve las componendas. La organización social frena los abusos.
(Para FM Aries)
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