Nuestras costumbres en materia de campañas electorales son deplorables. Es deplorable la conducta del gobernante que abusa de su poder y de los recursos públicos para ensalzarse y elogiar su gestión. Es deplorable el comportamiento de buena parte de la oposición que deja hacer con la secreta esperanza de hacer lo mismo si logra acceder al ansiado y distante poder. Y es deplorable nuestra conducta cívica igualmente tolerante con estos abusos.
El gobernante se revela como un autócrata que desprecia los valores de la república cuando reparte terrenos del Estado, o bolsones o pensiones o útiles escolares o medicamentos o zapatillas o chapas pagados con dineros de todos.
En este sentido, nuestro actual Gobernador no tiene nada que envidiar a su ex amigo, colega y antecesor en el trono de Las Costas. Ha hecho lo mismo, aunque lo ha hecho siendo más joven y refinado que aquel.
Pero hay indicios de que el señor Urtubey se ha propuesto batir todos los records autocráticos alcanzados por quién le precediera tras un amigable acuerdo.
No sólo avanzó en el control de la Auditoria de la Provincia y del Ministerio Público y se propone avanzar sobre el Poder Judicial como no se hubiera atrevido ninguno de los anteriores Gobernadores constitucionales.
Es más, en esta carrera poco edificante, el señor Urtubey recalienta la campaña electoral y se exhibe distribuyendo todo lo distribuible y más, en su intento de "rescatar" a los pobres del canto de sirena de quién sortea heladeras y regala gorros identitarios, y de "salvar" también a los trabajadores de la redescubierta burocracia sindical que arropa al señor Wayar.
Pero donde ya nuestro Gobernador ha ingresado en el libro de todos los récords es en materia de exhibicionismo demagógico. Realizar un acto público para entregar certificados de personería jurídica a los centros vecinales, a las fundaciones, a las asociaciones civiles, a las cooperativas y demás organizaciones no gubernamentales, es de una audacia extrema.
Por supuesto, en el acto de entrega el señor Gobernador ensalzó las virtudes del asociacionismo y puso su mejor perfil para mostrarse joven y amable. Sin embargo al utilizar esto en su campaña ignoró que el reconocimiento de personerías jurídicas no es sino el cumplimiento de un trámite administrativo que se vincula con el derecho constitucional a asociarse. Asunto de Jefes de Sección, nunca de Gobernadores.
Es sabido que el Gobernador disfruta entregando certificados de propiedad a los carenciados dóciles (a los otros, "ni justicia") como si se tratara de bienes de su patrimonio. Y poco falta para que en este frenesí de generosidad falsa y calculada, aparezca en buen día en la Dirección General de Inmuebles para entregar cédulas parcelarias, o en la de Rentas entregando certificados de regularidad fiscal. Lamentable.
No hay comentarios:
Publicar un comentario