Hoy siento la necesidad de rendir un homenaje emocionado a una persona de bien. Un hombre que vivió honradamente. Que constituyó y desarrolló una familia unida y solidaria. Que sufrió la cárcel y el exilio por su actuación política y sindical y que, sin embargo, nunca pregonó el odio ni clamó revancha.
Ese hombre, parco, valiente, sencillo y admirable, fue Félix Maldonado Zubieta, recientemente fallecido.
Como luchador por las libertades, entre 1966 y 1973, enfrentó a la dictadura de Onganía y bregó por la democracia. Como defensor de los derechos de los trabajadores, fundó el Sindicato de Mecánicos de Salta, integró el Secretariado de la CGT Regional, y adhirió con entusiasmo a la CGT de los Argentinos liderada por Raymundo Ongaro.
Félix Maldonado Zubieta y su compañero y amigo Olivio Ríos (más tarde Vicegobernador de la Provincia), se animaron a fundar el diario Democracia que en el año 1970 intentó abrir espacios a la libertad de expresión en una provincia donde los medios de comunicación estaban controlados por un monopolio con estrechos vínculos con la dictadura de entonces.
Esta experiencia de Democracia duró poco tiempo (no más de 6 meses), pero dejó los vínculos humanos y las ideas que servirían luego para reorganizar el peronismo y prepararlo para las elecciones de 1973. Esos vínculos solidarios forjaron alianzas, y lograron frenar los planes del monopolio periodístico y de su poderoso propietario empeñado en someter al peronismo al poder del dinero, una meta que alcanzaría 10 años después.
Acosado el peronismo de los años 70 por los profetas de la violencia armada, Félix Maldonado Zubieta tomó el partido de la paz y de la lealtad al gobierno constitucional presidido por Juan Domingo Perón. Ni entonces ni después lucró Félix con la política ni ambicionó posiciones de poder. Su coherencia política y sindical le valió el odio de los factores de poder que retomaron el control de Salta en 1976.
Fue detenido, permaneció 6 meses en el penal de Villa Las Rosas, sin acusación, sin proceso, sin garantías.
Liberado, optó por el exilio en Bolivia y vivió allí 6 años, sabedor de que su vida y su seguridad peligraban dentro de nuestras fronteras. Regresó, como tantos, en 1984, una vez reinstalada la democracia en la Argentina y preconizó el reencuentro, la tolerancia y la pacificación.
Quién no haya sufrido la cárcel injusta ni el duro exilio político, difícilmente pueda comprender el significado de tantas penas y penurias ordenadas por poderosos sin rostro, cobardes y fanáticos.
Vivir 7 años perseguido, es una eternidad, que Félix Maldonado Zubieta, mecánico y hombre de honor, sobrellevó con dignidad y entereza arropado por su ejemplar familia.
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