Los Intendentes son funcionarios muy importantes para la convivencia urbana. Aunque no siempre lo parezca así, en tanto suelen ser opacados por el poder que acumulan los gobernadores provinciales.
En el caso de Salta, el Intendente de la ciudad capital funciona, en los hechos, como una suerte de número dos en el escalafón político local. Y si bien, la historia reciente muestra que ambos conviven sin rivalidades, hay quienes auguran futuras tensiones sucesorias entre Las Costas y la Casa de Moldes.
En cualquier caso, el señor Intendente de la ciudad de Salta ha cosechado un éxito notable con la puesta en marcha del nuevo régimen de recolección de la basura urbana.
Los escépticos de siempre dirán que el experimento terminará fracasando; los opositores de café sostendrán que la solución es parcial y llega tarde; ciertos usuarios, como yo mismo, le reprocharán la vergüenza de las oficinas de España y Balcarce, o la morosidad de su servicio de tala de árboles peligrosos.
Pero lo cierto es que nuestro Alcalde ha sentado las bases para resolver un asunto que amenazaba la convivencia, el medioambiente, la salud y la seguridad de los salteños.
Aunque desconozco si las medidas puestas en marcha alcanzan, como sería imprescindible, a los vertederos, he visto los nuevos camiones naranja recorriendo las calles de la zona norte de la ciudad.
Y he visto también la respuesta de los vecinos que mayoritariamente, siguiendo la sugerencia municipal, separan en casa los residuos y colocan la basura inorgánica en las respectivas bolsas de color naranja.
O sea, la actuación convergente de las autoridades municipales y de los vecinos ha
comenzado a resolver un añejo problema, agravado por el fenomenal crecimiento de la ciudad y de la cantidad de residuos que producen sus habitantes.
No queda sino felicitar al señor Miguel Isa por la capacidad de gestión demostrada y por su decisión de encarar el asunto poniendo en marcha un programa que colocará a Salta a la altura de los tiempos, al menos en esta materia.
Su éxito es más importante si se tiene en cuenta que la incapacidad de gestión es, precisamente, una de las características de quienes ocupan cargos políticos en nuestra Provincia. Incluso de aquellos a quién la peor sabiduría ciudadana exculpa de latrocinios diciendo “roba, pero hace”.
Hay indicios abundantes que muestran que el señor Intendente aprendió a gestionar, conformó un equipo competente, y que se mueve dentro de un estilo que contrasta con el sultanístico que reina en Las Costas desde hace casi 20 años.
Lástima que persista en su decisión de fundir el cargo que ocupa con su apellido, mediante ese eslogan subdesarrollado y antirrepublicano que habla de la “Intendencia Isa”.
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