Conviene
señalar que, dentro de este paradigma, el Estado es el agente encargado de
proveer ayudas y servicios; una función que, como es notorio, cumplió y cumple atendiendo
a condicionantes ideológicos y económicos.
Sin embargo,
ni los debates políticos ni los instrumentos de intervención pública tienen como
meta atender a las singulares carencias culturales que marginan a los pobres
que malviven en nuestro país y, muy especialmente, en el norte argentino.
La crisis de
la religión, de la familia y de la escuela, así como la irrupción de la
televisión y de Internet profundizaron las brechas que fragmentan nuestra
sociedad. Dicho en otros términos: La ruptura de los cánones culturales y de
muchos de los valores que vertebraron nuestras comunidades y nos aleja de los
objetivos constitucionales de libertad, igualdad y bienestar.
La inaceptable politización de la enseñanza
Quienes
gobiernan la Nación y la Provincia se han propuesto politizar la enseñanza,
siguiendo un modelo que aplican en el ámbito de la cultura, de los medios de
comunicación y de las cárceles. Estamos ante un gravísimo atentado a la
democracia constitucional, por mucho que se acuda a precedentes nefastos tales
como la educación peronista (1945/1955) o la educación antiperonista
(1955/1958).
Desde una
óptica democrática, el único contenido Político que tiene cabida en la
enseñanza es aquel que promueve la observancia de la Constitución; que educa en
el respeto a los derechos y deberes fundamentales; que apunta a formar
ciudadanos libres, solidarios y tolerantes, y no súbditos de los poderosos de
turno.
La educación
no puede ser una herramienta para perpetuarse en el poder. Tampoco el ámbito de
acciones sindicales que encubren estrategias partidistas.
La educación frente a la pobreza cultural en Salta
Los agentes
políticos y la opinión pública local perciben esta crisis múltiple en sus
manifestaciones patológicas: Crimen, inseguridad, violencia familiar,
desórdenes sexuales, embarazos infantiles, drogadicción y alcoholismo juveniles.
Cuando reaccionan, lo hacen sin disponer de un diagnóstico global y consensuado
que permita comprender qué está sucediendo.
Como ha
quedado de manifiesto en una interesante experiencia abierta a la comunidad que
se lleva a cabo en el área Castellanos/San Lorenzo/Atocha, la solución de los
problemas más acuciantes demanda una profunda reconversión de la enseñanza que
incorpore a todos los actores y a todas las ideas.
Parece
evidente que las personas de menores recursos carecen de las herramientas
imprescindibles para procesar sus conflictos familiares, vecinales, escolares y
para atender los tremendos desafíos que les plantean la violencia, la falta de
oportunidades, las adicciones e incluso la sexualidad.
Es bueno
recordar que el Estado provincial dispone, a través de escuelas y centros de
salud, de la más abarcativa red en condiciones de abordar el fenomenal desafío de
la convivencia y la cohesión social.
Si bien es
conocido que escuelas salteñas se han hecho cargo de la alimentación de los
niños de familias pobres, se sabe menos que muchos maestros y médicos, sin
disponer de las herramientas y competencias imprescindibles, están atendiendo a
las nuevas demandas de las personas en situación de pobreza.
A su vez, el
Gobernador de Salta, preocupado por acumular poder y por satisfacer anacrónicas
ideologías, no logró -ni de lejos- resolver la crisis escolar.
A mi
entender, la Escuela tendría que articular la participación de los padres, de las
organizaciones no gubernamentales y de las personas de buena voluntad; en este
sentido sorprende la falta de compromiso de los que más tienen con los
problemas de la educación pública. En materia de contenidos, la escuela debería
desarrollar, por ejemplo, talleres de educación sexual (que, respetando las
edades de los educandos, relacionen la sexualidad con el amor, la dignidad
humana, y la libertad), y planes de formación para la solución de conflictos
interpersonales. En paralelo, los municipios deberían contar con servicios de
apoyo en estas materias.
Estoy
convencido de que urge abrir un debate acerca de la necesidad de remplazar el
esquema enciclopedista, confesional, unitario y euro centrista, por un modelo
de educación para la convivencia humana y ambiental que combine lo global con
lo local, que armonice lo común con lo diverso. Un modelo pluralista que, sin
sectorializaciones políticas, promueva el diálogo y la formación para la paz,
la libertad, la solidaridad y el compromiso cívico.
(Para "El Tribuno" de Salta)
No hay comentarios:
Publicar un comentario