En los años
40 y 50 ese recorrido era, además, famoso por las fiestas gauchas que,
celebradas sin apego a las efemérides, duraban dos o tres días. En las viejas
casonas situadas a la vera del polvoriento camino, sus generosos propietarios
agasajaban hasta la extenuación a amigos, músicos, poetas, bellezas autóctonas
y políticos.
Permítanme,
antes de entrar en el tema que me preocupa, hacer una breve referencia al
destino más moderno de la citada ruta 26.Como seguramente recordarán los memoriosos, a mediados de los años 60, justo cuando irrumpía la célebre “píldora” que cambió para siempre nuestra sexualidad, se produjo un acontecimiento que revolucionó las prácticas galantes en Salta. Me refiero a la bienvenida inauguración del establecimiento hotelero, modelo de higiene y discreción, ubicado en la mítica esquina de Acevedo y Fernández.
Una década
después, la explosión demográfica y las nuevas costumbres sociales, expandieron
la actividad hotelera por horas hacia la ruta 26, dejando aquella célebre
esquina en manos de nostálgicos irredentos o de parejas condenadas a moverse a
bicicleta o en ómnibus.
Pues bien,
todo aquello (amor, folclore, intimidad) aparece ahora ferozmente agredido por
las aguas cloacales que están pudriendo, matando, a nuestro benéfico rio
Arenales.
El derrame
intencionado de enormes cantidades de líquidos cloacales y de residuos
industriales arrojados desde el Parque Industrial, están además enfermando a
miles de salteños que viven (o malviven) en barrios cuyos nombres suenan a
burla: Me refiero a los barrios Solidaridad y Sanidad. Dos populosos núcleos
urbanos en donde brilla por su ausencia la solidaridad del norte con el sur, y
en donde la sanidad es agredida por la fetidez y otras pestes.
Mientras
especuladores y autoridades, en extraño maridaje, siguen inflando la ciudad de
edificios altos y de casas sin agua ni cloacas, los salteños del sur padecen la
infame agresión de una inmensa cloaca a cielo abierto. Así es el progresismo
salteño: Declama promesas en el sur pero lo inunda de la peor inmundicia.
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