Han transcurrido seis meses desde la asunción
del Presidente Mauricio Macri, sin que sus equipos hayan logrado presentar al
país un Plan de Gobierno que merezca el nombre de tal. Es cierto que heredó una
severa crisis económica y una marcada degradación institucional. Es también
cierto que no cuenta con mayoría en el Congreso de la Nación, y que el régimen
anterior ocultó y manipuló indicadores económicos y sociales imprescindibles
para gestionar el cambio.
Sin embargo, a estas alturas el Presidente
Macri está obligado a mostrar cual es el rumbo estratégico que nos propone a
todos; ha de hacerlo sobreponiéndose a los escándalos de corrupción que agobian
a la opinión pública, desechando la tentación de usarlos como elementos de
distracción, y dejando actuar al Poder Judicial.
Los desordenados debates que se suceden en la
coalición gobernante entre los que propician un tratamiento de choque y los
partidarios del gradualismo, no han traído claridad, desordenan la gestión y
están lejos de conducir a la formulación de un Plan de Gobierno.
La vacilante
Argentina de hoy
Mientras esta Plan termina de llegar, la gestión
de Macri mantiene y administra varias de las herramientas ideadas por el
kirchnerismo para capear temporales: Inflación, emisión monetaria, control del
comercio exterior, impuestos distorsivos, puja distributiva (entre los sectores
de la economía formalizada), tarifas subsidiadas, y ayudas a los pobres.
De tanto en tanto Macri decide, además,
modular algunos de estos instrumentos, pero sin llegar a reemplazarlos por
aquellos que han de acompañar al nuevo rumbo económico que, hay que suponer,
tiene como metas la pobreza cero y la construcción de un sistema económico en
condiciones de insertar en el mundo a la Argentina y a su producción.
La fuerza de
la vieja Argentina corporativa
Como no avanzamos aún en esta dirección, los
actores económicos que se benefician de la autarquía y de las reglas que
potenció el populismo vernáculo siguen con su juego de suma cero: Los
empresarios grandes y medianos mantienen sus pujas con los sindicatos que,
dicho sea de paso, representan a no más del 40% de los trabajadores; a menudo,
estos dos actores se coaligan para -desaprensivamente- trasladar sus pactos a
los consumidores. O se enfrentan y acuerdan treguas, a la espera de que una
eventual constelación favorable a sus intereses corporativos les permita dar un
golpe contundente al otro.
Vemos así a los sindicatos intentando -con
suerte dispar- preservar a sus afiliados (no al conjunto de los trabajadores,
tampoco a los desocupados y excluidos) de las consecuencias de la inflación,
frente a las patronales que -sabedoras de que cuentan con la “bala de plata” de
la devaluación- responsabilizan a los costos laborales de nuestra baja
competitividad internacional.
Sucede, además, que el Presidente de la
República tiene una debilidad añadida: Muchos de sus socios (reales o presuntos)
de la derecha económica no parecen dispuestos a acompañarle en una política de
las características que insinúa Macri (pobreza cero, estabilidad,
competitividad, conexión con el mundo).
En realidad, la fuerza competitiva de la
Argentina reside solamente en nuestra agricultura y ganadería, y en algún que
otro segmento productivo. Pero el eje Macri/ruralistas no tiene el peso
suficiente para dejar atrás el modelo
autárquico y fundar una Nueva
Argentina Competitiva (aquella que, de alguna manera, esbozaron Perón en el
Congreso de la Productividad de 1954, o Frondizi en 1958).
Nuestros
fabricantes de alimentos (salvo el caso de las dos multinacionales argentinas),
de acero, de automóviles, de material eléctrico, de máquinas y herramientas, de
indumentaria, y de otras industrias, así como nuestros empresarios de la
construcción, prefieren pastar en el mercado
interno protegido y no muestran ningún interés en desarrollar negocios más
allá de nuestras fronteras a no ser aquellos centrados en paraísos fiscales.
Rehúsan competir, invertir, innovar y sienten aversión por el riesgo.
A su vez, los proveedores de servicios (desde
los bancos al transporte pasando por los correos, el supermercadismo, las
telecomunicaciones y las administraciones públicas) han encontrado la forma de
medrar dentro del todavía vigente modelo
económico kirchnerista que, como se sabe, no es sino la reedición de viejas
aventuras de la Argentina autárquica.
Soportamos todavía un modelo que “fabrica” pobres, que engorda ineficientes burocracias,
que resguarda a las corporaciones y sus pujas, y que -hasta donde puede-
expropia rentas para distribuirlas entre sus sostenedores (vía prebendas,
proteccionismo y subsidios) y sus gestores (vía corrupción).
La difícil
construcción de la Nueva Argentina Constitucional, Competitiva y Federal
Esta Nueva
Argentina no puede funcionar con un esquema institucional alejado del
republicanismo federal. Esta Nueva
Argentina exige la plena vigencia de la Constitución y de los Tratados
Internacionales, reclama un Poder Judicial independiente, honrado y eficaz,
requiere la regeneración de la política y del federalismo, y demanda la
construcción de consensos sociales y económicos.
No habrá tal Nueva Argentina con los precios y costos actuales; con la vigente
matriz energética y ambiental; con los bajos niveles de inversión, ni con las
caducas estructuras de comercialización. No la habrá sin un enorme esfuerzo en
materia de infraestructuras, de formación profesional y productividad, y sin
nuevas regulaciones no manipuladas por los agentes económicos.
Tampoco la habrá mientras triunfe el chantaje
ideológico que sostiene que por fuera de la Vieja
Argentina aislada, corporativa e
injusta sólo existen el
neoliberalismo y el consenso de Washington. Un chantaje que nos impide
reconocer la inviabilidad del proteccionismo mercado internista, y que nos
impide sentar las bases para producir también para el mercado mundial. Ha
pasado el tiempo de sustituir importaciones; también el de la Argentina
agroexportadora. Está por llegar el tiempo de la Argentina supermercado del
mundo. Solo así derrotaremos la pobreza y la corrupción para inaugurar el
tiempo del bienestar y de la transparencia.
Pero, sobre todo, hace falta revisar los incentivos que mueven a las personas, a
los trabajadores, a las empresas, a la clase política, a los estudiantes y sus
maestros, y que organizan nuestras relaciones interpersonales y sociales. La
cultura del facilismo y la negligencia, del beneficio sin esfuerzo, de las
mayorías autoritarias, solo conduce a más decadencia, injusticias y rapiñas.
Vaqueros (Salta) 27 de Junio de 2016
4 comentarios:
Muy bueno Armando!"
Hablando de incentivos, creo que conocés mi proyecto de ley GANANCIAS PARA TODOS.
Es la Doctrina de la Ganancia-
No es derecha, izquierda ni populismo, es La Cuarta Postura
El trabajo es una mercancía muy particular:
Si se paga al costo, termina costando más que lo que vale.
Si se paga al precio, termina valiendo más que lo que pagas.
¿cómo se retoma el camino natural de la economía?
Debemos utilizar el dinero del Impuesto a las Ganancias de las Empresas para participar al personal propio y de terceros de “esa” empresa.
Ello significa volver a remunerar el trabajo por su precio y no por su costo.
No haberlo hecho antes hizo que el costo del trabajo se haya vuelto MAYOR que su precio.
Hagamos nada más eso, y el desempleo, la mayor paradoja de hoy (con todas sus lacras), desparecerá en cuestión de meses. Contratar personal será el mejor negocio.
Podemos decir entonces sin temor a equivocarnos, que si el Impuesto Ganancia Empresa no se utiliza para participar ganancias al personal de esa empresa, es un simple robo.
Pero es el robo más escandaloso de la historia humana porque no sólo afecta el patrimonio del 90% de la humanidad sino que bloquea también su desarrollo espiritual, su trascendente necesidad de prosperar trabajando.
Y estudiando su origen encontramos que fue un argentino (Federico Pinedo, abuelo del actual homóimo) quien se vio obligado a aplicárselo a la Swift por primera vez en el mundo, durante la Patagonia Rebelde.
En este link se puede leer el proyecto de ley con todos sus artículos:
http://proyectoactitud.blogspot.com/2013/11/la-ley-que-acabara-con-el-populismo.html
Un abrazo y gracias nuevamente!
Néstor
Muchas gracias por tu comentario, Néstor. Muy interesantes tus ideas, en un escenario donde faltan ideas.
Gracias Armando!
Domingo Cavallo también me está ayudando
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