La sentencia de la Corte Suprema que abre las puertas a la libertad sindical producirá grandes transformaciones en las relaciones obrero-patronales. Los vetustos dirigentes sindicales argentinos han escuchado el "ruido de rotas cadenas" y parecen presos de la furia y del espanto.
En realidad, cuales sean el sentido y la finalidad de estos cambios dependerá de la voluntad de los trabajadores liberados del corsé que significaba el monopolio sindical.
Serán ellos quienes decidan si quieren que haya más o menos pluralidad sindical. Y habrán de decidirlo teniendo en cuenta la trayectoria de los sindicatos tradicionales.
Allí donde los trabajadores se sientan bien representados, los cambios serán mínimos. Pero ellos se encargarán de liquidar conducciones hereditarias, corruptas o ineficaces.
Cualquier trabajador puede ahora instar la celebración de elecciones en su centro de trabajo para elegir delegados de personal, sin esperar el visto bueno del sindicato. Tampoco la conformidad de la empresa.
En este sentido, el tránsito hacia un sistema con eje en la libertad sindical, plantea varios desafíos a las empresas, comenzando por la necesidad de dejar de lado conductas autoritarias y trapicheos con malos dirigentes sindicales.
En Salta, sobre todo en el sector público, hay muchos ámbitos donde compiten varias opciones sindicales diferentes.
Pues bien, las fracciones hasta hoy excluidas de los centros de decisión del sindicato con personería gremial, podrán medir su representatividad convocando elecciones a delegados sin tener que recurrir a la huelga para echar un pulso al sindicato oficial.
Aunque nada vaya a cambiar de la noche a la mañana y por mucha que sea la resistencia del sindicalismo tradicional, la Corte inauguró una nueva era. Como en su día lo hizo nuestro comprovinciano Indalecio Gómez con la llamada Ley Sáenz Peña que inauguró la democracia en la Argentina.
(Para FM Aries)
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