Extraño destino este de los sedicentes progresistas salteños. Un destino que les lleva a confiar la elaboración de un Plan Estratégico, a la Universidad que gira en la órbita de la archi-conservadora orden creada por Monseñor Escrivá de Balaguer, don José María.
Según pasan los días, nuestro primer mandatario recae en lo más criticable del régimen anterior: Vocación hegemónica; Desprecio por las reglas del pluralismo; Creencia que la historia comienza con él; Preferencia por los gestos mayestáticos.
Si dejamos de lado el poncho de vicuña que luce don Juan Manuel (que difiere del típico rojo y negro que prefería don Juan Carlos), y la ineficacia del actual equipo gobernante, es mucho lo que identifica y poco lo que distingue a ambas gestiones.
La presentación de un futuro Plan Estratégico para Salta prueban el adanismo y el estilo imperial en que incurre el señor Gobernador.
Tal presentación choca, en primer lugar, por su desmesura en tanto lo presentado no fue el Plan, sino un mero Convenio (cuyos términos se desconocen) poniendo en marcha los trabajos técnicos.
La euforia electoralista lleva al señor Urtubey a afirmar que se trata de una iniciativa inédita a nivel nacional. Pura ignorancia, pues son muchas las provincias que desde hace años elaboran este tipo de documentos orientadores.
Idéntica afición a la propaganda le hace decir que este “es el mejor acto desde que soy Gobernador”, una frase que encierra una profunda autocrítica o bien desnuda una gestión paupérrima.
Los aires mayestáticos traicionan al señor Urtubey cuando dice, al presentar la iniciativa, “Antes que una obra faraónica, les quiero dejar a los salteños un Plan de Desarrollo estratégico”.
En realidad, sin despreciar los aportes técnicos, un Plan Estratégico vale por la participación de los actores locales y por su capacidad de generar consenso político y social. Ambos factores, ausentes en las tareas que acaba de anunciar el Gobernador.
(Para FM Aries)
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