lunes, 29 de junio de 2009

Honras fúnebres en Salta

Don Martín Miguel de Guemes es una de las pocas figuras que suscita un amplio consenso entre los salteños.

Existen, no obstante, descendientes de antiguas familias que en la intimidad comparten las críticas que sus antepasados realizaron a nuestro primer General. Sobre todo, a las contribuciones forzosas que impuso a los pudientes para costear la guerra, y también a las inmunidades que concedió a los gauchos.

Por debajo de don Martín Miguel de Guemes, todas son querellas y descalificaciones. La voluntad de destruir ideas diferentes a las propias y de atropellar a sus portadores, es más fuerte que la voluntad de construir una sociedad en paz, unión y libertad.

En este sentido, los salteños no somos sino una manifestación local del espíritu autodestructivo y malsano que enfrenta, hasta mas allá de la muerte, a unos argentinos con otros.

Es el odio el factor que impone sus reglas en el horizonte cotidiano, en la re-construcción del pasado e, inevitablemente, en la prefiguración de nuestro futuro.

Corresponde a la clase dirigente, comenzando por quienes nos gobiernan, la mayor responsabilidad en la difusión del odio como supremo criterio de la actuación política.

Sufrimos la infección del odio que paraliza, divide, nubla la razón y convoca a querellas tan estériles como eternas.

Entre nosotros el odio, y la venganza su hija predilecta, aparecen disfrazados con las banderas de la justicia o los ideales de verdad.

Es el odio, y no los reglamentos ni el afán justiciero, el que explica tanto la desaparición de personas como la prohibición de honras fúnebres a un militar retirado.

A su vez, es la anestesia que aplican los agentes del odio, antes que el miedo, la que fomenta -antes y ahora- el silencio frente a los estragos de tanto odio salvaje y perpetuo.


(Para FM Aries)

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