Gracias a la democracia, no hay nadie que nazca ministro, como solía ocurrir en tiempos de las monarquías absolutistas.
Hay que decir, sin embargo, que en la Argentina la formación de los ministros del ciclo democrático no es siempre la mas adecuada, pues llegan al cargo después de una larga carrera parlamentaria, o bien lo hacen desde el ámbito académico o profesional.
Ninguna de estas trayectorias les proporciona los conocimientos necesarios ni la experiencia imprescindible para ser un buen gestor ni dirigir razonablemente bien su departamento.
Pero, a mi entender, la orfandad es mayor cuando del estatuto de ex ministro se trata. ¿Cómo y donde se aprende a ser ex ministro? Pese a ser una tarea ardua, y hasta extenuante en ocasiones, hay muy pocas fuentes donde abrevar en esta materia.
Las memorias de algunos, y solo de algunos, de estos personajes puede ser una buena ayuda.
Transcribo algunos párrafos, leídos por mí oportunamente, referidos a Charles Maurice de Talleyrand que fuera ministro de Napoleón:
“En todas las desgracias que nos ocurren encontramos un momento doloroso que hay que apresurarse a franquear: es como un paso oscuro y difícil, una especie de pórtico entre la desesperación y la resignación. En él colocaría yo precisamente la inscripción contraria a la que Dante puso a las puertas del Infierno. Una vez pasado aquel momento, el espíritu mas sentado mide sus perdidas y se da cuenta de los consuelos que le quedan.
Para un ministro cesante, ese momento se encuentra en el primer día o en la primera noche que siguen a su desgracia.
Hay que desear a todos nuestros ministros que han caído o que caigan, logren franquear en un día o en una noche ese paso subterráneo que, como el de Posilypo, ha de permitirles alcanzar pronto la visión de los cielos mas bellos” . (Carlos de SAINTE-BEUVE “Retratos de mujeres” Editorial Espasa-Calpe, Buenos Aires 1952).
Sin embargo, hay en la Argentina de hoy circunstancias que hacen penosa la condición de ex ministro, aún a aquellos que tuvieron el buen tino de seguir el consejo anterior y liquidar la transición la noche misma de su cese.
Tener que soportar largos tiempos de acoso político y judicial hace bueno el consejo de Madame de STAEL, que aquí modifico levemente: “Si alguien de su familia recibe un ofrecimiento para desempeñar un cargo ministerial, aconséjele que lo desestime”.
(Escrito en enero de 2007)
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